Diario de Paul VI: Me acerqué...

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Londres, 3 de septiembre

Estoy haciendo los últimos retoques a mi trabajo de Wallace, me parece que van a flipar mañana todos en clase de Historia.

Bueno, he llegado esta mañana bien, con más tiempo, aunque en realidad me fastidia llegar tan pronto. David y yo nos hemos sentado en un banco que hay cerca de la puerta del colegio. Había ya gente llegando y eso, pero nadie de mi clase. He sacado un cigarro y lo he encendido. He mirado a David que me miraba con cara de chiste y me he reído.

—¡Ah, mira! —me ha dicho señalando a unos chicos que se acercaban al banco—. Estos son Roger y Nick, van conmigo a clase. Él es mi primo Paul.

—¿Qué pasa, chicos? —les he dicho tendiéndoles la mano.

Eran los mejores amigos de David, me he alegrado de conocerlos, porque supongo que los veré a menudo por casa. Hemos estado los cuatro hablando de fútbol. ¡Por fin! No ha sido una conversación muy seria, pero por lo menos hablábamos de mi tema favorito. He visto a Joanne pasar, la he saludado con la mano y ella se ha acercado hasta donde yo estaba.

—¡Hola, Paul! —ha dicho alegremente, es demasiado simpática—. ¿Qué tal? Oye, ¿te apetece un café?

—Sí, perfecto. ¿Cómo se dice café en el este de Londres? —he dicho riéndome, haciendo que ella sonriera, mientras me levantaba del banco—. Bueno chicos, un placer. David, a clase; ni se te ocurra hacer pellas.

Hemos tomado un «tofe pegajoso», o sea un café cremoso, en la cafetería del colegio, ella con leche y yo no, soy intolerante. Me he acordado de Dean, le pega todo ser intolerante a la lactosa, no como a mí. Joanne es muy agradable, aunque a veces se le va un poco la pinza. Dice mucho «guay», para ella casi todo es «guaaaayyy». Me hace gracia cómo lo dice.

—Tengo que pasar por la biblio a dejar los libros.

—¡Ah! ¿Ya has terminado? ¡Guay! —lo que decía, no para. Me he reído.

—Con ellos sí. Esta tarde terminaré la presentación. Aun no sé cómo montarla...

—Te ayudo si quieres, ¿vale? Mira este es mi e-mail —ha dicho cogiendo una servilleta y escribiéndomelo—. Te puedo echar una mano por Messenger.

—¡Guay! —he dicho. Me lo ha pegado.

—¡Guay!

Cuando llegábamos a clase he mirado a Jo en la puerta y le he hecho un gesto que decía: «¿y si no entramos?». Ella se ha reído.

—¿Sabes? Nunca un chico me había propuesto una escapada antes —ha dicho mientras entraba por la puerta riéndose. La verdad es que Joanne mola. Yo no conozco a ninguno de los de mi clase aún, pero tienen pinta de ser todos unos superficiales de campeonato. Casi como yo en Escocia, más o menos. Estar aquí sólo me hace darme cuenta de muchas cosas que hasta ahora he hecho mal.

—¡Quítate de en medio, escocés! —me ha dicho un tío empujándome con su hombro. Le he mirado mal, por supuesto, pero no he dicho nada. Si estuviera jugando en casa el culo de ese inglés estaría bien lejos de ahí de una buena patada. He preferido contenerme y acercarme hasta mi mesa controlando la respiración.

—Gilipollas... —he dicho mientras me sentaba.

—Es Barry Grant —me ha explicado Jo—. Creo que no le gusta la competencia. Juega en el equipo de fútbol federado y me parece que ha sido el delegado de clase toda la secundaria.

—¿Por qué tú le conoces?

—Mi viejo nos afilió a un club de golf en esta zona el año pasado y muchos de la clase son socios. Por lo visto el golf es el deporte perfecto para cerrar tratos de negocios —me ha explicado rodando los ojos. Yo he sonreído, sé de lo que habla. En Carrbridge también hay club de golf—. No te voy a mentir, me gusta el club porque tiene piscina y unas bonitas salas comunes, además de un restaurante estupendo. Podría invitarte si quieres —ha dicho animada. He asentido porque no sonaba nada mal; aunque quizá es el club al que va mi tío Carl a jugar. Joanne y yo hemos mirado al lugar donde Barry y sus amigos estaban cuchicheando entre risitas—. Deberías pasar de él, Barry es imbécil.

Parecemos Tontos...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora