Diario de Paul XXXIII: Mi primer partido

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Londres, Domingo 26 de Octubre

Ya hablé con mis padres de que iría el finde que viene. Al principio mi madre se resistió, pero en realidad estaba encantada con la idea. Me llamó al día siguiente preguntándome cuándo iba, que si ya había buscado vuelos porque si no buscaba ella, que si iba a preparar mi comida favorita... ¡Madres! A lo mejor piensa que así la perdono, aunque en realidad hace tiempo que dejé de estar molesto con ellos. Pero bueno, después de lo que me han hecho pasar está bien que me peloteen un poco, que para eso soy su único hijo.

Tengo muchas ganas de estar en casa ya. Tantas que esta semana ha pasado sin pena ni gloria. Bueno sí, tuvimos un examen de física que creo que me ha ido bien. Era fácil, o bueno eso creo. Por otro lado, es impresionante el poder del Teatro. El profesor de literatura está encantado con los que nos apuntamos y se le ve el plumero. Y en los entrenamientos me va muy bien y me divierto muchísimo.

*

Ayer jugué el primer partido de la temporada contra unos chavales de un colegio de Chelsea. Salí de titular con el nueve. Estaba nervioso perdido. Me llevé las manos a la cabeza y me revolví el pelo. Sacábamos primero. El árbitro pitó y comenzó el partido. Creo que estuve firme y, con el tiempo, cada vez más seguro. Acostumbrado a jugar con otro planteamiento, a veces llego tarde a algunos pases. Por suerte, uno de los defensas contrarios era lo suficientemente lento como para no alcanzarlos antes que yo. De todos modos, su portero era espectacular. Terminó la primera parte y nada, no había conseguido marcar. Cuando pitó el descanso los ojos se me perdieron entre la gente que había en el público. No había demasiada gente, pero vi a mis tíos con Sophia y los saludé con una sonrisa. Por otro lado estaba David, que jugó antes que yo, con algunos de sus compañeros de equipo. Y vi a Pia, a Aaron, a Joanne y a Dean. Me alegré de que estuvieran, también les saludé y me pareció escuchar a Joanne gritar que le dedicase mi primer gol, a lo que Dean rechistó y dijo que no que a él. Llegando al banquillo no pude evitar reírme.

—Stonem —dijo la voz de mi entrenador sacándome de la cabeza mis cosas—. ¡Estás muy lento ahí! ¡Tienes que estar más atento! Es más fácil de lo que crees. Le das mucho tiempo al portero a colocarse y adivinar tus intenciones, así que quiero ver un gol de los que se meten sin pensar porque después de meter ese, ya vienen los demás. Grant —dijo entonces a Barry mientras yo asentía a todo lo que había dicho—. Busca el hueco. Sé preciso, que puedes hacerlo de sobra como en los entrenamientos. Le estás dejando a Paul muchos pases cortos. Si ves que no está llegando él haz tú que lleguen... —dejé de escuchar porque me puse a beber agua. Oscar estaba a mi lado. Estaba jugando muy bien, aunque a todos nos estaban traicionando los nervios del primer día a él se le notaba menos que a ninguno.

—¡Puf! Estoy como si no hubiera jugado nunca antes al fútbol —dijo. Yo sonreí y le di la razón—. En fin, ¡a ganar se ha dicho!

Volvíamos al campo, estaba tranquilo, sólo repasando lo que me decía el entrenador, que nos había dado un par de consejos técnicos a la hora de acercarnos. Sentí a alguien a mi lado.

—Stonem —era Barry, casi susurraba—. A ver si dejas de buscar en el público a Delia Miller y estás más atento cuando te paso el balón. Seguro que Oscar llega antes que tú y no es delantero.

Se fue corriendo a su posición. Yo me quedé mirándole. Tenía razón, estaba lento, pero no era verdad que buscaba a Delia en el público. Primero porque me desconcentra muchísimo mirar al público y segundo porque ni si quiera me había acordado de ella. Y es triste pero es así. Y entonces mis ojos fueron a parar al público y era verdad, estaban mis amigos, sus amigos, pero ella no estaba. No había caído. ¡Qué fuerte! O sea, se estaba perdiendo mi primer partido. ¡Ella, que hasta vino a ver las pruebas! En realidad, no sé, tampoco es que ya no seamos amigos, ¿no? El pitido del árbitro me sacó de esos pensamientos y volví a revolverme el pelo. Ahora tendría un poco más de tiempo hasta que volviéramos a tener la posesión. Phil cortó el juego atrás y empezó a subir el balón, le pasó a Oscar, me sorprendió porque pensé que le pasaría a Barry. Oscar hizo una súper carrera, la verdad es que los del otro equipo eran bastante suaves. Empecé a adelantarme viéndolas venir, porque ahora sólo quería meter gol, sólo quería que me llegara ya el balón. ¿Y por qué no habrá venido, seguirá amargada por lo de Adira? Un pitido del árbitro me sorprendió. Me quedé mirando a todas partes preguntándome qué pasaba. ¿Fuera de juego? ¿Cómo he podido echar a correr sin darme cuenta? Resoplé meneando la cabeza. ¡Concéntrate, bobo! Por supuesto mi entrenador me gritó desde el banquillo. Me ha dicho precisamente que no piense, y yo perdiendo el tiempo pensando el por qué no ha venido Delia. Ya me cabreé. Primero con ella, pero sobre todo conmigo por ser tan idiota. Ya no iba a perdonar la ocasión. Falta a Barry. Saca, la coge un compañero, avanzamos, espero, me acerco a él, me llega el balón, mido la distancia sólo mirando el trozo de césped verde que hay hasta los pies del portero en una rápida mirada y tiro sin más, sin dar pistas. Gol. ¡Toma! Oscar se echa encima de mí. Barry viene y me sonríe. Chocamos las dos manos a la vez.

Parecemos Tontos...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora