Mi nueva mejor amiga

Capítulo 3

Perth se despertó muy nervioso aquella mañana por la cita que tenía en la noche. Temía que en algún momento Mean se diese cuenta de que Perl y su mejor amigo eran la misma persona. Se duchó con agua caliente, dejando que esta cayese sobre su nuca para intentar tranquilizarse, pero nada lograba que esos nervios desapareciesen.

Miró su móvil antes de llegar a la cocina, porque, en verdad, no tenía mucho apetito. Los nervios aumentaron al ver que Mean le había escrito y le había vuelto a hablar de Perl. El menor estaba muy contento porque había conseguido quedar con la muchacha. Perth respiró hondo al recordar una vez más que aquella noche lo vería de nuevo y que, posiblemente, Mean querría acompañarlo hasta su casa por la hora tan tardía.

Después de contestarle con un "Todo irá bien", se preparó el desayuno y comió de forma pausada debido a que tenía el estómago cerrado. No podía quitar de su cabeza la quedada de aquella noche. ¿Dónde llevaría a Mean si este quería acompañarlo a su casa?, ¿qué haría si Mean quería algo más con él?, ¿qué pasaría si ambos se excitasen y Mean descubría que era un hombre? Y, lo peor, ¿qué pasaría cuándo supiese que ese hombre era su mejor amigo? Cerró los ojos para eliminar todos aquellos malos pensamientos de su mente.

Mientras fregaba los platos, alguien tocó a la puerta. Se sorprendió al ver a su amigo Plan con una leve sonrisa. El muchacho no esperó a que Perth le cediese el paso, entrando como si aquella fuera su propia casa.

—Lo primero que tengo que decirte es que no va a valer de nada que lo niegues y, lo segundo, es que no se lo voy a decir a nadie —Perth no entendía a qué se refería—. ¿El hacerte pasar por una chica es la mejor idea que se te ha ocurrido para atraer la atención de Mean?

Perth se quedó helado ante aquella pregunta. ¿Cómo se había dado cuenta Plan de que Perl era él?, ¿cómo lo había descubierto si él ni siquiera había estado cerca de "aquella muchacha"? Sus nervios no hacían más que aumentar, ya que si Plan se había percatado de que era él, Mean no tardaría mucho en seguir sus pasos.

—Plan, no sé qué otra cosa hacer—cerró la puerta.

—Cuando Mean se dé cuenta, te va a matar—resopló para mostrar su desaprobación.

—Tengo que intentarlo.

—Ese intento puede hacer que lo pierdas hasta como amigo. Mean es heterosexual, no tienes nada que hacer.

—Yo sé que es bisexual, solo que no se ha dado cuenta o, mejor dicho, no quiere aceptarlo.

—¿Y pretendes abrirle tú los ojos? Perth, es muy arriesgado.

—Lo sé, pero lo quiero. Tengo que intentarlo, Plan. —Perth vio que la mirada de Plan cambiaba a resignación y sonrió al comprobar que su amigo lo iba a ayudar o, al menos, a cubrir.

—¿Mean sabe dónde vives? —sonrió esperanzado.

—No, ¿por qué?

—Me querrá acompañar hoy hasta casa —lo miró con ojos tiernos.

—No. —Plan se puso serio, ante lo que Perth se acercó imitando los ojos de un gatito—. No, Perth. No. ¡Ya, deja de hacer eso! —se tapó los ojos y abrió los dedos para ver si su amigo se había rendido, encontrándose con una tierna mirada que no podía ignorar—. Está bien —se rindió.
—Gracias —lo abrazó el pelichocolate con una gran sonrisa.