La tarde concluía tranquila, con Clara nos encontrábamos caminando por el pueblo para obtener más información sobre lo que había pasado esta madrugada.
Los pueblerinos parecían aterrados, algunos tenían miedo de que sus viviendas sean arrebatadas, que atacaran sus negocios y otros que sean quemados vivos. Aparentemente nadie sospecha de alguien en concreto y lo clasifican como un hombre al atacante, no una mujer.
Clara caminaba nerviosa, si vivir así le era complicado, no me la imagino siendo decapitada por asesinar simples mortales.
Suspiré por lo bajo, acomodando mi corset a mi cintura. La verdad es que creo que deseaba esta vida más que Clara, aunque es evidente. La pobre come una sola vez cada tres días y no puede asesinar ni a una mosca que ya sufre por ello.
Por mi parte, no podría matar a una persona inocente y por ello me limito. Pero en algún momento se terminarán y no puedo migrar a otro pueblo, la ley no lo permite. No sin una justificación. ¿Quién le creería a unas pobres como nosotras? Porque puedo ser inmortal y lo que deseen pero no tengo una moneda ni en mi cartera, ni zapatos ni en mi habitación.
Seguimos caminando hasta llegar al bar de aquella noche. Ahora se encontraban los oficiales del pueblo detrás del mismo, inspeccionando el cuerpo de aquél que había hecho de mi desayuno una delicia.
Sonreí de costado al recordarlo. Lamentablemente solo podemos alimentarnos de humanos, los animales son un simple remplazo cuyo efecto dura solo un rato, pues su sangre no es tan rica en nutrientes. Es simple y amarga, asquerosa. Pero en tiempos difíciles es la opción que queda.
_____
El silencio abundaba en el pueblo, los mortales habían colocado en sus puertas cruces para proteger sus hogares de todo mal.
Me encontraba de nuevo en un tejado de alguna casa, observando el pueblo bajo mis ojos. El pensar que con un chasquido podía tener a todos bajos mis pies, acatando a mis órdenes. La idea sonaba bien, el proceso era inhumano y doloroso.
Algún que otro oficial merodeaba por las calles en busca del responsable de los asesinatos. En mi caso, esta noche no podía matar a nadie, Clara me mataría a mí si lo hiciera.
Me límite a mirar más allá del pueblo, la ciudad se veía a lo lejos brillante. Acomodé mi vestido y observé la entrada del pueblo y fue entonces cuando algo llamó mi atención. Dos supuestos policías corrían por la puerta que sería el ingreso al pueblo. Ambos corrían como si no hubiera un mañana, tenían antorchas y armas.
Y al levantar mi mirada sobre ellos, desde la ciudad se asomaba una neblina increíblemente alta.
- ¡Corran! - Exclamó uno de los hombres.
Me puse de pié sobre el tejado, tratando de ver de quiénes se trataban. Cuando el hombre gritó las personas comenzaron a salir de sus casas, al principio los ignoraron pero de un momento a otro este cayó con una soga en su cuello, arrastrándolo hacia atrás.
Los pueblerinos dieron un grito ahogado.
Y mí única preocupación era Clara.
Me deslicé por el tejado hasta caer en la tierra, escondiéndome en las paredes de una vieja choza. Observé lentamente la entrada del pueblo que ahora era totalmente un desastre. Las personas corrían por todos lados, gritaban y se llevaban a sus hijos en brazos gritando por piedad.
Fue entonces cuando la neblina cesó y aparecieron ellos. La neblina era producida por los caballos en los que estaban montados.
No tenía corazón, pero si lo tuviera este estaría a mil pulsaciones por microsegundo.
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Hands Tied.
VampireEsta historia está llena de amor, odio, venganza y demasiadas almas perdidas. Isabelle creía que su vida estaba tranquila, sin un pasado por el cual sufrir y un futuro que no le preocupaba. Sin embargo, nunca pensó que aquél pelinegro de ojos verdes...