03. Unfair

203 12 10
                                    

El Reino Unido y, él lo sabía, no pudo mantener aquel encuentro ni su susto oculto por más tiempo; mucho menos las intenciones de Alfred Jones.

Porque si algo tenía de particular Antonio Fernández Carriedo, era su buen oído. Y las visitas (im)pertienentes.

España lo interceptó en el último momento, haciéndole la salida más complicada. Cierto, era una acción extraña para todos pero tenía que darse prisa y Carriedo estaba molestándolo en ese instante. Cuando lo halló, Antonio estaba tomándose una botella de coca-cola mientras miraba por la ventana la tarde morir. Vestido con jeans y una polera roja no parecía el Imperio de las Indias, sino un joven de veintitantos preocupado por alguna razón, viejo y joven, alegre y rabioso.

-¿Vienes a enfrentarme? –cuestionó irritado Kirkland por el hecho de verlo metido en su casa sin siquiera anunciarse con la criada..

-No. Sólo quería hablar –La voz era seria, tanto que por un instante Inglaterra supo que no hablaba con la máscara y que esto no era una visita social. Las emociones que circulaban en ese ambiente desaparecieron, España aún sin mirarlo a la cara- ¿Realmente irás... a qué, inglés? ¿Queréis ver de cerca el declive final? Parece que realmente os entretiene, como a Alfred.

-¿Entretenerme? No. Aunque nunca quieras asumirlo, España, tengo emociones también. Puede ser que me haya enamorado más de la bajeza humana que de la bondad, pero estás equivocado si piensas que no entiendo qué es.

-Supongo que voy a morir antes de creeros.

-Es tu problema, con que lo sepa yo está perfecto.

Antonio volvió a hablar y no hubo calidez en su tono. El tiempo retrocedió y sólo son dos Imperios llenos de codicia otra vez.

-¿Amáis a Argentina? ¿A cuántos más?

-¿Celos?

-Tsk. Absurdo. Estoy preocupado por mi hijo, no por vos.

Eres demasiado humano, hermanito mío. Estás permitiendo que eso te controle y olvidas que no eres mortal.

-¿Y tú? ¿Acaso no es mortal el amor?

-Depende de cómo veas el amor, España. ¿No es amor lo que hay entre Ludwig y Gilbert, por mencionar a un par? Hablas de amor entre mortales, que por el poco tiempo que tienen para vivir es intenso y asesino. Nosotros somos casi inmortales ya, hay más formas de amar a uno de los nuestros. Muchísimas. Tus hijos latinos te aman, pero te harán daño porque así aprendieron a llevar su vida contigo. Te puedes quejar o sentir mal, pero en el fondo sabes que eso es amor. Sé que Alfred me ama con saña y rabia, yo le amo igual, sólo dije lo que sentía ¿te complica?

-Entonces el amor que tenéis por Martín es ese que despedaza. ¿Os apropiaste a Victoria por amor, diréis?

-A Victoria la quiero y me gusta, pero para mí fue sólo un peón que me llevé del tablero de Martín. Yo buscaba al rey. Falkland es una ganancia de guerra.

-Devolvedla.

-No. Me pertenece ahora. ¡Cómo si tú devolvieras lo que te ganas!.

-¿Sabéis? Me sentaré aquí mismo y me explicarás todo. Lo que hicistéis con Martín fue algo terrible, sin contar que hasta el día de hoy estoy convencido de que lo has orquestado sólo por joderme.

-Agarra la silla, te lo voy a decir con manzanas. Siento que a veces la sangre latina te atonta, este tema lo hemos tratado varias veces.

Arthur llamó a la sirvienta y ordenó té con limón, según costumbre.

-¿Jones nos vigila?

-No. Al menos no está aquí. Y es igual a estas alturas, si no le dan las pelotas para preguntar o estar a mi lado, es cosa suya. ¿Te gustó ver cómo remoloneaba sobre mi, en mi propia casa?

Un Tango InglesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora