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"Querer a alguien... puede ser complicado"





-Muy bien, chicos, eso fue todo por hoy; recuerden practicar las partituras 8 a 17 y que tengan un buen fin de semana, pueden salir.-los estudiantes aspirantes a piano dieron las gracias al unisón y salieron casi corriendo del gran salón, solo eran seis, podrían parecer pocos a comparación de las asignaturas de otros instrumentos pero para mi eran una multitud.

Ya eran las nueve de la mañana y no tenía más clases por hoy así que me decido a ir por un café.

Cuando llegué a la cocina (una enorme cocina) Amatista (una chica un poco más grande que yo y más bajita con el cabello igual de rubio) y Shantal (una señora como de la edad de los padres de Elliot morena y regordeta), las cocineras, ya estaban preparando el almuerzo.

-Huele bien, chicas.

-Gracias, Amber- respondieron al mismo tiempo sonriéndome.

-Robaré un poco de café- les dije devolviéndoles la sonrisa y ellas solo asintieron.

No había visto a ningún Evans desde anoche pero desde la cocina podía escuchar los aspirantes a violinista practicar la misma melodía todos en sincronía en el salón de al lado instruidos por Matt.

El violín es un instrumento hermoso, pero para nada me gustaría tocarlo, eso es lo que siempre me repito.

Elliot opina que si me gusta tanto debería aprenderlo sacando ventaja de... "¡todo!" dice él "vivimos en una mega escuela de música, tienes tres excelentes maestros que te quieren y otros cinco profesionales que laboran aquí toda la semana, todos están dispuestos a enseñarte cuando quieras y ¿de qué me olvido? ah si, ¡tenemos más de dos docenas de violines!". Sin embargo ignoro lo.

A las diez en punto los violines dejaron de tocar y los estudiantes comenzaron a llenar la cafetería, Elliot entró por la puerta y por alguna extraña razón sentí como si la sangre bajara hasta mis pies.

Me vio, se acercó a la barra que conectaba la cocina a la cafetería y pasó por la puertecita de un lado. Llegó a un costado de mi y simplemente dijo:

-Aun queda café ¿cierto, Jones?

-Si- contesté secamente. Él no dijo nada más durante los próximos minutos.

-Oye sobre lo de anoche...-dijimos los dos al mismo tiempo y soltamos una risita, el hablar al mismo tiempo que alguien me causaba mucha gracia.

-Yo primero- me dijo antes de que pudiera contestar algo al respecto -pero no aquí ¿si?- tomó mi café y lo dejó al lado de la cafetera, acto seguido tomó mi mano y me llevó hasta uno de los tres jardines (el privado) de la enorme casa.

-Elliot, creo que será mejor que yo hable primero- comencé a decirle una vez ahí, pero él me calló poniendo el dedo índice sobre mis labios, nos miramos a los ojos fijamente por quién sabe cuanto tiempo y de pronto me sentí tan calmada, como si solo quisiera ver esos ojos azules por el resto del día, pero el sol comenzó a quemarme y al parecer a él también porque sin apartar la mirada nos movimos a la sombra de un árbol con muchas flores rosas cuyos pétalos caían al suelo.

-Me encanta este árbol, ¿sabes por qué?, nunca se marchita ni se le caen las hojas, ni siquiera en invierno, podrán faltar sus flores pero nunca está seco del todo; me recuerda a ti.- entonces reaccioné.

-¿Elliot, qué pasa?- sentí cómo endurecí mi semblante junto con mi voz y su mirada se apagó un poco.

-Amber, te... yo...- parecía que no podía decir lo que sea que quería, tomó aire y lo soltó de pronto, sin previo aviso- estoy muy enamorado de ti.

Y de nuevo la sangre bajó hasta mis pies y sentí cómo me ponía de lo más pálida.

-Elliot...- comencé a decir, él me interrumpió.

-Amber, se nota desde lejos que no sientes lo mismo y me atrevo a decir que no notaste lo que yo sentía hasta anoche y de seguro lo pasaste desapercibido (como casi todo) pero necesito que lo sepas: te amo, Amber Maddison Jones, y detesto la idea de que no puedas contestarme lo mismo. Porque te conozco y se que yo no soy lo que necesitas ni lo que buscas pero... -no pudo decir más, probablemente por mi falta de expresividad o que estaba tan tensa que podría sentirlo.

Hubo un largo en incómodo silencio, ninguno sabía cómo reaccionar.

-La he cagado...

-Basta,-lo callé y respondí algo que ni yo me esperaba- Elliot era cuestión de tiempo, ambos sabemos que tarde o temprano íbamos a terminar juntos, nunca salimos de aquí ni conocemos a muchas personas, todos dicen que hacemos una buena pareja; pero, Evans, no estoy lista.

En su rostro se notaba que no comprendía o al menos no asimilaba nada.

-Amber, no se qué me duele más, la manera en que ves nuestra relación o tu forma tan fría de ver las cosas a tu alrededor; a veces creo que sigues siendo la misma niña depresiva y malcriada de 15 años que llegó a esta escuela hace seis años- sus ojos se cristalizaron, dio media vuelta y me dejó sola en el jardín.

Felicidades, transformé una sincera declaración de amor en una escena dramática de Broadway.


°


Al día siguiente desperté y había una bandeja con un desayuno exageradamente surtido a los pies de mi cama y un gran ramo de rosas junto a el.

"Elliot"

Fui a hablar con él, las cosas habían salido muy extrañas estos días.


-...entonces, Ellie... aún no puedo verte más allá de eso ¿me entiendes? -después de cinco minutos de mi monólogo el chico asintió y me respondió.

-¿Al menos puedo intentar ganarme tu corazón, Jones? -preguntó con una mirada incrédula, tal vez él podría llegar a gustarme, solo que no se me ocurre cómo, aún no me creaba un panorama completo de la situación... Lo que dije ayer ni yo lo esperaba pero supongo que en el fondo siento algo más por él, solo debe florecer; las relaciones son algo realmente complejo... al menos para mi.

-Puedes intentar... me gustaría que lo intentaras- y lo dije con toda sinceridad.

Ambos sonreímos un poco.

-Hola, chicos, buenos días- saludó la Curie entrando con el Sr. Evans en la cafetería (que es como nuestro comedor) con sus bandejas de desayuno llenas.

Ambos dimos los buenos días y comenzamos a hablar sobre la cena que Elliot nos prometió pero pospusimos para hoy en la noche. De pronto la Sra. Evans comentó algo que captó mucho mi atención.

-Que calor ha hecho estos días en la noche ¿no?

-¿En serio? Yo he tenido muchísimo frío -contesté al instante y todos me vieron como si estuviera loca, sin querer e inconscientemente dije- solo bromeo.

Los Evans rieron levemente y siguieron comiendo, me dieron escalofríos pero qué acaba de pa...

-Amber, ¿cómo va tu clase de piano? -preguntó de pronto el Sr. Matt

-Excelente... -y así pasó el resto de una mañana de sábado como cualquier otra, hablando sobre la escuela de música de los Evans y los planes para el fin de semana.

Algo era diferente, pero no siento que sea por el asunto de Elliot; de pronto por un instante tuve el presentimiento de que algo malo se aproximaba pero ese sentimiento tan pronto como llegó se esfumó.

Eco (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora