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Glenn fue el primero en llegar al campamento. Atrás de su vehículo, venía Sabrina manejando su adorada moto. Cuando la castaña detuvo el vehículo, miró frente a ella y había un grupo de personas desconocidas mirándola.
-¿Quién es ella, Glenn?- Preguntó un tipo alto.
-Ella es Sabrina. Nos ayudó a salir de aquel lugar junto a otro tipo.- Contestó Glenn.
-Hola.- Saludó la castaña acercándose.
-Mucho gusto.- Dijo un señor de edad.
-Discúlpenme un momento.- Dijo Sabrina. -Glenn, abre el capó.- Dijo tocando el capó del auto que había tomado para Glenn.
-Okay... Ya.- Dijo el asiático.
Sabrina abrió el capó y comenzó a mover unos cables logrando apagar la alarma del auto.
-Listo. Hubiera sido una buena idea apagarlo en mitad del camino. A esa altura no teníamos a los caminantes cerca.- Dijo Sabrina.
-¿Ella está bien?- Preguntó repetidas veces una chica rubia mientras miraba a Glenn.
-¡Si, ella está bien!- Contestó.
-Todos están bien, tranquila.- Dijo Sabrina.
-Merle no tanto.- Dijo Glenn.
-¿Qué?- Musitó Sabrina.
-¿Quién eres?- Preguntó la chica.
-Sabrina.- Contestó la castaña confundida.
-¿Estás loco? Manejar esta caja de ruido hasta acá. ¿Tratas de atraer a todos los caminantes alrededor?- Dijo el tipo alto.
-Creo que estamos bien.- Dijo el señor de edad.
-¿Llamas ser estúpido bien?- Preguntó el tipo.
-Bueno, la alarma hacía eco en todas las lomas.- Contestó el señor. -Es difícil señalar la fuente. No discuto, solo lo digo. No haría daño si pensaras las cosas un poco más cuidadosamente la próxima vez, ¿O si? Esta jovencita tiene razón, pudieron haberla parado en el camino.-
-Lo siento.- Dijo Glenn. -Tengo un auto muy bonito.-
Un sonido hizo que todos voltearan, viendo el camión en el que venían los demás.
