EPÍLOGO

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EPÍLOGO.

Verano 2019.

Nota de la autora original:
Canción recomendada para este capítulo; Song For Zula — Phosphorescent.

Los lirios que descansaban dentro del jarrón encima de la encimera lo pillaron por sorpresa esa mañana. Tal vez el bochorno veraniego le había hecho perder la noción del tiempo o todo el estrés de su nueva publicación había acabado fundiendo su cerebro, pero Mark no tardó ni un segundo en desbloquear su teléfono para comprobar la fecha que brillaba en la pantalla; 20 de junio de 2019.

Pasó las manos por los pétalos blanquecinos con una pequeña sonrisa formándose en sus labios, embriagado por los recuerdos. Veinte años atrás, en un piso de poca monda donde apenas había espacio para nada más que ellos dos y la esperanza por un mundo que parecía abrirse a pasos agigantados, Hyuck había vuelto a casa con una de esas flores.

-¿Siempre me vas a regalar una de estas?.- de rodillas en la cama, Hyuck agarraba la flor entre sus manos, tratando de no ofenderse por las burlas de Mark.

-Lo siento por no poder regalarte un Rolex, no estás saliendo con un burgués.- lo cierto es que a Mark no podía importarle menos cuál fuera lo que tuviera planeado el otro chico para cada aniversario. Le valía con aquello. Con encontrárselo frente a la cama con cualquier tipo de flor — que probablemente se había llevado de su trabajo en la floristería — para dársela. -Pienso cancelar la cena en el restaurante.

-¿Qué restaurante…?

-Ese al que querías ir… no recuerdo el nombre… ¡pero ya da igual!- Mark soltó una carcajada ante el mohín en los labios contrarios y la actitud infantil que los acompañaba. Atrapó la cintura contraria, obligando a Hyuck a olvidar su falso enfado cuando a depositar besos por todo su rostro. -Mark Lee, para ahora mismo, estoy cabreado.

-No, no lo estás.- cada vez que Hyuck sonreía, algo se rompía dentro de él. Algo se rompía siempre. -Vamos a ir al restaurante, ¿verdad? Sino no voy a tener excusa para ver lo bien que te queda la camisa que compraste el otro día...- solo recibió un empujón que, de no ser por los pocos reflejos que tenía, de no agarrarse a la cama, habría acabado cayendo contra el suelo. -¿¡Eso a qué ha venido!?.

-¡Deja de decirme esas cosas de repente!.

De alguna forma, nunca se acaba de acostumbrar al carácter cambiante de Hyuck. A veces, durante las discusiones, se planteaba por qué había acabado enamorándose de alguien tan inestable y que necesitaba toda su atención (todo el tiempo). Luego se daba cuenta de que era imposible estar sin Hyuck, que se sentía un astronauta solo en mitad del espacio, que él también lo necesitaba. Necesitaba escucharlo tararear en la ducha. Necesitaba levantarse con el peso del cuerpo del contrario encima de él. Necesitaba verlo dormirse en mitad de cualquier película que alquilasen. Necesitaba despertarse para encontrárselo semiborracho tras una comida empresarial; tambaleándose y cantando a pleno pulmón alguna canción de la banda sonora de Mamma Mía.

            “You’re a dancing queen, young and sweet, only seventeen. Venga, ¿no te la sabes en serio?” Hipido. “¡La vimos hace nada!”

            “Son las dos de la mañana, cariño. Nos van a matar los vecinos.” Atrapó el cuerpo bamboleante entre sus brazos, aspirando el olor a su perfume y alcohol. Hyuck apoyó la cabeza en su pecho mientras continuaba tarareando la melodía de la canción original de Abba.

            “Mark…”

            “¿Uhm?”

            “Quiero una boda griega.” No pudo evitar bufar divertido ante semejante declaración. Apenas tenían dinero para mantenerse pero, con ilusión de poder casarse después de la aprobación del matrimonio igualitario en Canadá, eso era lo de menos. “Y tenemos que bailar Replay de Shinee.”

lemon taste  ✰𝗺𝗮𝗿𝗸𝗵𝘆𝘂𝗰𝗸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora