XVIII.- Experimento

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Mitch fue el primero en ser llevado. Llegaron unos cazadores y lo sacaron de manera brusca, Derek solo gritó y gruñó dejando brillar sus ojos.

- Tranquilo. – le dijo Mitch con una ligera sonrisa adornando su rostro.

Lo llevaron a una habitación completamente blanca, estaba dividida en dos. En una parte había una mesa de metal con correas, a su alrededor había muchas máquinas y utensilios. Lo que separaba esa parte era un gran cristal mientras que del otro lado solo había computadoras y otras máquinas que podían decir el estatus de lo que se encontrara del otro lado.

- Bienvenido Mieczyslaw, es un gusto verte de nuevo. – un chico de cabello castaño de ojos azules se acercó a ellos – Él es Ícaro, un cazador que entrené desde niño, el hijo que siempre quise tener. Estará a cargo de todo, no vas a extrañarme con él aquí. – le dijo Gerard con una sonrisa espeluznante.

Mitch solo gruñó mostrando sus ojos carmesí.

- Toda una bestia Ícaro, disfrútalo porque este alfa es único al igual que su omega.

Gerard salió de la habitación mientras que Kate entraba a ella viendo con diversión al castaño, que fue llevado a la parte de la habitación donde estaba la mesa donde lo ataron. El alfa no oponía mucho resistencia, podían hacerle más daño a su omega del que ya estaban planeando así que debía de ser fuerte por él.

Un hombre entró con él, vestía pantalones negros, playera negra y sobre esta una bata de laboratorio.

- Bien, comenzaremos con la resistencia. Según los registros estos seres son mucho más resistentes que los humanos al estar más cercanos a esta parte animal. Por eso son superiores, eran temidos y venerados por los demás. – les explicó Ícaro. El chico parecía carecer de emociones como su fuera una máquina, era algo extraño no parecía ser un ser humano. Mitch lo notó desde el momento que se acercó a Gerard.

Las siguientes horas pasaron con Mitch sintiendo los peores dolores que jamás había sentido, lo electrocutaron, golpearon, cortaron. Le hicieron de todo hasta que estuvo al límite, sus labios se partieron hasta que la sangre corrió sin cesar. No se rompería, no ante ellos. Podían tenerlo cautivo y hacerle miles de experimentos, probar lo que quisieran pero jamás se quebraría por su culpa, tendrían que matarlo.

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Derek acariciaba el cabello de su alfa con cariño, ambos habían sido puestos juntos en una jaula más grande. Todos los días los llevaban a experimentos, los del omega no eran tan dolorosos como los del alfa ya que en el omega probaban su fuerza e inteligencia mientras que en Mitch era resistencia y dolor. Claro que Derek ahora tenía heridas por todo su cuerpo pero no se comparaban nada con lo que pasaba el castaño.

- ¿Cuánto tiempo llevaremos aquí? – preguntó Derek.

- Diría que por lo menos tres semanas. Debieron de ocultarnos muy bien si no nos han encontrado. – dijo Mitch con los ojos cerrados. Esos eran los únicos momentos que podían estar más tranquilos y disfrutar de su compañía. Cada vez que regresaban de sus experimentos estaban demasiado agotados para hablar, solo se recostaban como podían y dormían.

- Estoy cansado. Quiero ir a casa, extraño a todos.

- Yo también los extraño. Espero que tu tío esté cuidando de papá sino cuando volvamos voy a enterrarle un tenedor donde no sale el sol. – le dijo Mitch logrando que su omega riera.

- Él va a cuidarlo bien. Solo tenemos que concentrarnos en sobrevivir.

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Alfa y omega se encontraban en su forma de lobos completos acurrucados juntos, Derek mantenía su cabeza sobre el cuello de su alfa quien soltaba pequeños sollozos. Un charco de sangre seca estaba debajo de ellos. El omega dejaba salir una que otra lágrima que se perdía en el pelaje de su pareja.

Los ruidos de armas se escucharon, los gritos no cesaron e Ícaro se paró frente a la jaula, abriéndola de manera rápida. Sus ojos estaban cargados de decisión sorprendiendo a los chicos.

- Tienen que salir de aquí. Su familia vino con la policía pero Gerard es capaz de todo para que no los tenga. No puedo permitir que sigan sufriendo.

Mitch salió primero mordiendo la manga de la playera de Ícaro jalándolo para que los siguiera. Derek empujó al beta con el hocico.

- No puedo ir con ustedes. Cometí muchos errores, no lo merezco.

El alfa bufó y siguió jalándolo. Ícaro solo suspiró y corrió con los lobos hacía la salida.

- ¡No escaparán! – gritó Gerard furioso mientras sostenía su costado con fuerza, del cual brotaba sangre. En su mano había un arma apuntándolos de manera temblorosa.

Mitch gruño mientras empujaba a su omega y al beta hacía la salida. El lobo castaño retrocedió y miró al cazador con furia, con la fuerza que le quedaba corrió hasta él evitando las balas o eso intento por dos impactaron contra su cuerpo. Llegó hasta Gerard mordiendo su cuello con fuerza hasta que su corazón dejó de latir.

- ¡MICA!

Noah llegó corriendo a donde estaba el lobo sosteniendo su cabeza con fuerza, Mitch lamio el rostro de su padre antes de caer inconsciente. Derek corrió hasta su alfa y se recostó sobre él también desmayándose.

- Ellos necesitan atención médica, el trato que les dieron no fue el mejor. – dijo Ícaro llamando la atención de Noah y los Hale, que había llegado segundos antes.

- Tendré que llevarte como testigo. – dijo Jordan mientras lo esposaba.

- Está bien. No planeo ocultar nada de lo que sucedió aquí. – le dijo soltando un suspiró.

- ¿Cómo te llamas? – le preguntó Noah nervioso.

- Ícaro, señor.

- No puede ser.

- ¿Noah? – pregunto Peter frunciendo el ceño al ver como su omega tocaba el rostro del chico de 25 años con cariño y las lágrimas comenzaban a correr por sus mejillas.

- Mi cachorro. – susurró Noah dejando a todos sorprendidos. 

Un Alfa DiferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora