Capítulo 5

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(Capítulo 5)

Levi estaba tirado en el suelo como muñeca de trapo, todo se les había salido de las manos de los soldados. Lo que si tenía bien claro la científica era que... Esa no era Mikasa, todos los esfuerzos por mantenerla a raya habían fallado, nadie había salido herido por el momento, pero la policía militar ordenaba que le asesinaran, no obstante, sus intentos por dañarle o intentar sacarle del titán eran en vano, su nuca estaba protegida por la cristalización y ya se le habían agotado las ideas. El titán acorazado de Levi se levantó y comenzó a avanzar en dirección del titán femenino, con esa sería la quinta vez que intentara detenerla.

El titán femenino miro a los soldados y los subordinados de Levi que estaban sobre los árboles y lanzó una patada a estos, pero estos no pudieron escapar y antes de que ella pudiera lastimarlos... se detuvo, Levi aprovecho eso y tomó sus brazos y pateó uno de sus pies logrando que se callera, esta no se resistió y él logró inmovilizarla. Hanji se movió con su equipo de maniobras y llegó muy cerca de ambos titanes, la cristalización ya no estaba en su nuca y era la oportunidad perfecta para detenerla, pero hubo algo que le llamó la atención. Sus ojos, el color de los ojos del titán femenino pasaban de ser azules a ser negros, Hanji se acercó a sus ojos y comprobó lo que veía, se ajustó los lentes y llamó a uno de sus subordinados y le pidió que les preguntara a los amigos de Mikasa de qué color eran los ojos de la chica. Poco tiempo después Ninfa le confirmó que eran negros, cuando el color cambio Hanji aprovecho y le hablo.

-Mikasa ¿me escuchas?, si me escuchas mírame –Hanji se alejó de los ojos de Mikasa y esperó, la respuesta fue negativa, esta no le miro, su mirada estaba perdida en la nada, solo mirando a un punto invisible.

-Hanji deja de intentar algo imposible...Hay que sacarla –Dijo Levi desde la nuca de su titán.

Hanji le ignoró y volvió a decir lo mismo, pero esta vez, los ojos negros se pusieron sobre la científica, Hanji gritó fuerte asustando a todos y comenzó a correr dando vueltas con los brazos arriba mientras decía lo maravillosos que son los titanes, la mujer castaña volvió a tomar sus cabales y volvió a decir que le mirara mientras ella iba a un árbol, otro éxito para la castaña. Hanji le preguntó si podía tocar sus pestañas y ella cerro los ojos, cuando la castaña las tocó se deleitó con lo suave que eran estas, sin más que probar (por el momento) Hanji le dijo a Levi que le soltara, el pelinegro obedeció y la dejo libre, pero no se alejó demasiado, el titán femenino se levantó y comenzó a mirar a todos individualmente, sus compañeros estaban ahí, todos los soldados tenían sus espadas desenvainadas y la policía militar estaba con el comandante Smith.

Hanji notó como la pelinegra miraba las armas y a la policía militar así que fue por lo más fácil, preguntar.

-¡Mikasa, ¿recuerdas algo de lo de hace rato?! –La aludida se agacho y negó con la cabeza –Ya veo... Bueno te contare un poco de lo que ocurrió, ¿por dónde empiezo? ¡ya se! –La castaña aclaró su garganta y comenzó a relatar lo acontecido –Veras, luego de que te transformaras te saliste de control, ¡pero tranquila nadie salió herido!

-Lo siento...

-No te disculp... ¡WAAAAAAH! –Hanji soltó un grito y se sonrojó -¡Eres excepcional! ¡NO SALGAN DE ALLÍ, COMENZARE MIS EXPERIMENTOS DE INMEDIATO! –Gritó la científica mientras salía corriendo a buscar lo que necesitaría.

...

La noche había caído y todos estaban en el comedor, a excepción de un Ackerman. Mikasa estaba de vuelta en su habitación, estaba cansada y sentía que todo a su alrededor se movía, había estado por más de una hora acostada y las náuseas y la fatiga seguían allí, era poco lo que recordaba de la tarde, sabía que se había salido de control porque se lo dijeron, también recordaba algunas de las pruebas que la científica hizo, no obstante, no recordaba nada más. Mikasa reunió todas sus fuerzas e intento levantarse, logró levantarse, pero cuando intento dar un paso sus piernas fallaron y volvió a caer a la cama con un rechinido molesto de esta, harta de estar sin hacer nada tomó un libro y comenzó a leer en la soledad de su habitación.

(final del capítulo 5)


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