5. El principio

84 16 3
                                    

─Hace unos cuantos años, The Reds y The Blues eran un equipo solo, mi padre y Bernard, que por aquel entonces eran buenos amigos, fueron los líderes de ese equipo en conjunto, se hacían llamar "The Yellow Group", se llamaban así porque el amarillo representa las personas animadas, joviales, excitantes, afectivas e impulsivas. También representa la inteligencia, agilidad mental, creatividad, lucidez y amor a la libertad. Eran los mejores en su deber. Eran un grupo que tenían todas las características nombradas anteriormente, pero algo pasó y ese algo es lo que hizo que el grupo se separara y se formaran los que ya conoces, The Reds y The Blues.

The Reds, representa la fuerza, valor, amor, salud, pasión, excitación, inspiración, agresión, violencia y crueldad. Somos los mejor entrenados de nuestra clase, sobresalimos por nuestra fuerza y por no rendirnos nunca, tú vendrás conmigo a la base de The Reds.

Los de The Blues, confían más en su inteligencia y son algo fríos. No conozco demasiado lo que representan ni como son, yo solo sé como machacarles el culo.

Ahora es tú turno de hacer preguntas, ya te conté la historia y ya sabes quién soy.

─ ¿En dónde y cómo encajo yo aquí? Es decir... ¿Por qué yo? ¿Y qué clase de grupo sois? ¿Qué hacéis?

─Caroline, parece mentira que no lo hayas averiguado aún, somos espías, los mejores, te lo aseguro. Vivimos en tres naves: una es la principal, donde hay actividad comercial, donde hay escuelas, un sanatorio y la sala de entrenamientos. En la mediana, están todas las habitaciones y demás. En la otra, la más pequeña, se organizan todos los puntos estratégicos para llevar a cabo las misiones que nos proponen, contribuimos con las fuerzas secretas que tanto has oído hablar, como el FBI o la CIA. También están la mayor parte de las armas y tenemos a unos cuantos científicos trabajando en cosas futuristas, nada de medicamentos contra enfermedades raras, nos gusta más prosperar en avances tecnológicos y demás. A partir de los quince se les permite salir dos veces a la semana cuatro horas. A los dieciocho se les dá la oportunidad de ser espía o participar en alguna otra cosa, también puede marcharse y hacer vida con los demás humanos, eso si, sin rebelar nuestro secreto a nadie.

Básicamente, hay personas de todos los oficios, no permitimos que nadie que no haya nacido ahí, viva con nosotros. Nadie.

Somos como una comunidad autónoma, tenemos nuestro propio "presidente", en este caso mi padre, aunque, a la hora de acatar decisiones importantes para la seguridad nacional tiene que venir el presidente del gobierno.

─Eso responde solo a dos preguntas. ¿Por qué me buscáis? Yo no soy de vuestro grupo selecto de espías, ni siquiera he visto ni tocado un arma en toda mi vida. Tampoco he nacido ahí. ¿O sí?

Cuando acabé de pronunciar la última palabra de esa pregunta, él, automáticamente se levantó del lado opuesto del banco y se sentó junto a mí, ya que el banco era doble.

Pude verlo mucho mucho mejor que de espaldas, como estaba antes, solo pude apreciar su pelirroja cabellera y su vestimenta, iba todo de negro.

Con una sonrisa burlona me respondió:

─Oh, créeme, si que has nacido ahí, hay muchas cosas que aún no sabes, a esa pregunta te responderá más concretamente, mi padre en persona cuando te encuentres en nuestra nave. ¿Alguna pregunta más? Te quedan diez minutos.

─Está bien... ─dije, intentando no desaprovechar los diez minutos que me quedaban para saber más de mi vida secreta. ─ ¿Cómo te llamas?

─¿En serio malgastas los nueve minutos que te quedan haciendo una pregunta a la que ya le sabes la respuesta? Me llamo R.R.R

─Tú nombre de verdad, no el mote que te has puesto para parecer más duro y temible. ─Contesté fría, no tenía el horno para bollos.

─Nena, yo soy más duro que una piedra y, te aseguro que soy bastante temido. ─Dijo con aires de superioridad sin abandonar su tono burlón. ─Me llamo Robert Reed Reynolds, pero nadie me llama así más que mi padre cuando me meto en problemas, así que, no me llames así si no quieres tenerlos tú. ─dijo quitándose las gafas de sol negras y mirándome a los ojos.

Los tenía verdes.

─Un discurso muy intimidante Robert.

─Yo que tú, la próxima vez, no iría de lista. ─dijo Robert y, de la nada, desapareció en una humareda de humo.

Pasé diez minutos sentada en ese banco, asegurándome de que Reynolds no volvía.

Después, me dirigí a mi banco y ordené mi maleta, me di cuenta, que el libro que había estado leyendo no estaba. ¿Me lo habría cogido R.R.R? ¿Lo abría dejado en algún sitio? A estas alturas ya ni me importaba, me habían pasado tantas cosas en estos días que parecían meses.

Decidí caminar un poco sin rumbo, parecía una zombi, los que pasaban por mi lado se me quedaban mirando y, me resistía a no contestarles de mala manera, no estaba de humor para nada.

Sin darme cuenta, llegué a mi casa, el hogar donde crecí y fui alimentada de mentiras. Mi rabieta ya se había acabado y solo tenía ganas de irme a mi habitación, poner música a tope y olvidarme del mundo un puto minuto.

Al entrar por la puerta, me di cuenta que mis padres no habían vuelto, los papeles que había tirado estaban por el suelo sin el mínimo rastro de que hubiera pasado alguien más por ahí.

Decidí ordenarlo todo y dejarlo como si no hubiera pasado nada, como si no me enterara de toda eso que me había arruinado la vida.

Me senté en mi cama, subí a música a tope y me puse los auriculares y me puse a pensar.

"Hace cuatro días mi vida era perfecta, bueno lo más perfecta que podía ser mi vida, estaba feliz, había conseguido convencer a mis padres para ir a clases de música al empezar el curso y tenía a mi lado el chico de mis sueños. Iba a compartir clases con mi mejor amiga en el bachiller y mi entorno familiar estaba mejor que nunca, ya no tenía que gritar para que se callasen para poder estudiar, ya no había tantas peleas diarias, mi padre pasaba más tiempo conmigo y mi hermana.

Muchas características que puede hacer una vida perfecta, llena, con todo lo que hace feliz, que te gusta, pero ¿y lo que no te gusta?

Muchas veces me hacía este tipo de preguntas, creo que tenían que ver algo con la filosofía o algo así, no es que sea una celebrito ni nada por el estilo, que acordarme de eso en pleno agosto solo podía significar una cosa: Septiembre, por cortesía de a típica profesora que siempre le tiene manía a alguien.

Ya sabes a quién le había tocado la lotería.

Pero bueno, me estoy desviando del tema, ¿que decía?

Ah sí, lo malo, mi teoría era que lo malo no desaparecía, seguía ahí, tras el paso de los años y los cambios, lo único era que al pasar cosas buenas te olvidas de las malas y viceversa, creando así una perfecta armonía entre felicidad y tristeza, que te permitía apreciar lo que es estar feliz y valorar la tristeza, no como castigo si no como reflexión.

No sé si se habrá entendido una pizca de lo que digo, o más bien de lo que pienso, necesitaba desahogarme, y la canción ya se ha acabado, me levanto, abro la ventana y ya casi la frecuente carta estaba ahí, incrustada en uno de los huecos que dejaba el marco de la ventana..."

A saber con qué me sorprendía hoy la carta de R.R.R

- 4 -

─Ya has descubierto muchas cosas de tú pasado y de The Reds, un día de estos conocerás nuestra nave y te vendrás a vivir con nosotros, disfruta de tus amigos y de tu vida "normal" mientras puedas, todo cambiará en tú vida, Caro.

P.D: No sabía que te gustase este tipo de lecturas, es uno de mis preferidos, gracias por el libro.

─R.R.R─

Ahora ya sabéis por lo que he pasado, ya entendéis la parrafada de cosas sin sentido que he dicho en el primer fragmento y sabéis por lo que he tenido que pasar estos días.

Y supongo que entenderéis que estoy harta.

Hartísima.

Y un día de estos explotaré.

The Reds ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora