4. Aurora.

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  Jueves, 11 de septiembre

Me levante con las sábanas pegadas a mi cuerpo sudado.

Era de madrugada, eso seguro. No había rastro de luz en las persianas cerradas "¿persianas? ¿Cuándo las arreglaron?"

Un fuerte dolor de cabeza se apoderó de mis pensamientos dejando las persianas en segundo plano.

Tenía los ojos entreabiertos, era incapaz de abrirlos completamente, el sueño me lo impedía.

Como nunca soy capaz de reconciliar el sueño cuando me despierto a media noche, me rendí y fui al baño a enjuagarme la cara.

Volví a mi habitación y cogí el móvil.

Parecía que pasaran años desde que no tocaba. Entre en el Whatsapp y no tenía ningún mensaje. "Ni uno. ¿What? ¿Los frecuentes grupos petadores habían estado dos días sin decir ni mu?".

Bajé la barra y mis sospechas no fueron acertadas, tenía en WiFi conectado.

Extremadamente contrariada bajé las escaleras despacio y después de tomarme un descafeinado, si descafeinado, mi madre no me dejaba tomar café y volví a subir.

De repente desperté.

"Ya me parecía a mí que eso de los Whatsapp's no era real".

Cogí el móvil y conecté el WiFi, una manada de mensajes me llegó al contado, mi móvil parecía un montón de abejas enfurecidas a las que le habían roto la colmena. Decidí no leer ninguno hasta que cargasen todos.

Bajé y me tomé un descafeinado, y eso sí, esta vez uno real no producto de mis sueños.

Subí lentamente las escaleras dirección a la segunda planta, quería ir de nuevo a mi habitación, pero mi cerebro al parecer, no. En un plis plas me encontraba en la habitación de mis padres, y sin saber por qué estaba revolviendo el escritorio de mi madre.

Aurora.

Eso me atormentó el dormir, por eso mi insomnio. "¿R.R.R me estaba diciendo que era adoptada? Vale, ya sé que sí, no soy la típica chica tonta, solo que no me lo podía creer".

Después de unos minutos rebuscando entre lágrimas, dí por acertadas mis sospechas al encontrar un formulario de adopción.

Más que un formulario, eran dos líneas y un dibujo:

Nicole Bécquer de 6 meses de edad es entregada a la familia Lewis quienes serán los encargados de su manutención, salud y educación.

Documento privado, no mostrar en ningún caso.

Llorando le dí la vuelta al papel, no quería ver ese escrito más en mi vida.

Para mi sorpresa encontré algo escrito a mano por la otra cara:

Muchas gracias, sabes lo que podría acarrear tenerla conmigo, te quiero, eres una gran amiga, que progreses con la operación de audición, te veré cuando mi trabajo me lo permita. −Tu querida amiga Yen.−

"¿Quién era Yen?"

Otro personaje más para mi cabeza ajetreada.

Todo lo que vino a continuación no sé como describirlo.

Un gran vacío.

Muy grande.

Demasiado grande.

Tanto que podrían caber dos Soles.

Llorando. Y más que llorando, moqueando, fui a mi habitación corriendo, ¿corriendo? más bien a la velocidad de la luz.

Cogí la maleta grande, que era la que siempre llevaba a las excursiones, y metí de todo en ella, jerséis, camisetas, jeans y leggins, todo amontonado, doblado o sin doblar, por último metí ropa interior para una semana, por lo menos, peine, cascos, una manta, unas botas y unas all star, la caja de los recuerdos, que por suerte era pequeña y no ocupaba mucho espacio y mis ahorros.

The Reds ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora