2. La carta.

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Lunes, 8 de septiembre

Ya había terminado hace un rato de decirle a Macarena lo de Dani, nuestros dos besos, si, ayer nos habíamos besado, sus abrazos, la venganza de Pablo, la caída al río, todo.

Me sentía terriblemente y horriblemente mal por ella.

Quedé con ella, la hice sonreír, no podía permitirme que llorara más por mi culpa.

Pasamos una tarde estupenda entre bromas y con algún que otro lloro.

Al rededor de las nueve y media estaba en casa, quise ir a dormir pronto, estaba cansada y derrotada.

A las doce y veinte ya estaba en pijama, aseada y a punto de quedarme dormida, cuando escuché unos picoteos procedentes de la ventada, hice oídos sordos pensando que era un pájaro.
Había conseguido casi dormirme cuando lo volví a escuchar una y otra y otra vez, ya era el picotazo número once que escuchaba cuando me levanté perezosa y lentamente.

Abrí mis gruesas cortinas y miré por la ventana en busca del dichoso pájaro que no me dejaba dormir, se iba a quedar sin nido el muy maldito.

No ví nada ni nadie así que me dispuse a dormir de nuevo, volví a cerrar las cortinas cuando el dichoso sonidito de los cojones se escuchó otra vez.

Abrí la cortina y el ruídos paró, la cerré y se volví ha escuchar.

Con el ceño fruncido abrí rápidamente la cortina y me fijé muy bien en toda la ventana, ya me estaba dando por vencida al no encontrar nada, cuando divisé una sombra en la parte de abajo del marco de la blanca ventana.

Era rectangular, por lo que podía ver con las luces de la calle.

Abrí la ventana y sentí una brisa fría recorrer todo mi cuerpo que me puso la piel de gallina, intenté sacar lo que parecía una carta de la ventana, estaba bien incrustada.

No tenía dirección, ni un sello, en la solapa ponía "the reds" no sabía lo que significaba.

Abrí la carta, "la carta de la cúal pronto me arrepentiría de abrir" :

                − 1 −

−Tu vida está rodeada de mentiras, ¿no te gustaría descubrirlas?

                            −Te deseo una bonita noche de insomnio−R.

Al acabar de leer la carta me sentí desconcentrada y aturdida, con miedo y con dúbidas.

"¿Mentiras? ¿Cúales?"

"¿Quién es R.? ¿Por qué sabe en donde vivo? ¿Como había puesto la carta ahí?"

Mi habitación estaba en un segundo piso y aunque hubiera trepado por el árbol no hubiera llegado hasta la ventana.

Sentí una fuerte brisa y me acordé de que tenía la ventana abierta, la cerré y me acosté con miles de preguntas, tantas que apenas dormí.

Martes, 9 de Septiembre

Al despertar la carta seguía ahí, no había sido un sueño.

Eran las doce y media y aún tenía sueño.

Fui al baño y me lavé la cara para intentar despertarme.

Miré al espejo con horror, tenía unas ojeras que ni un oso panda.

Me lavé la cara repetidas veces, como si eso haría que las ojeras desapareciesen.

Fui silenciosamente al cuarto de mis padres, algo que era sumamente rídiculo.

The Reds ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora