私の人生は私の人生だ

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Parecía que su corazón se le saldría del pecho en cualquier momento, pero temía que si paraba ya no podría correr más.
"Un poco más, por favor. Un poco más." ella misma le suplicaba a su cuerpo que resistiera. Esta era una oportunidad única y no debía de desperdiciarla, tenía que asegurarla a toda costa, no importaba lo que se le cruzara en el camino, nada la detendría ahora.

Llevaba ya un buen rato corriendo cuando tropezó con una rama haciendo que rodara cuesta abajo, chocando en el camino con más ramas y arbustos que arañaron su piel.
—Mierda...— masculló cuando su cuerpo ya no rodó más y se pudo sentar con la ayuda de sus brazos. Observó su cuerpo o al menos eso intentaba ya que la noche no ayudaba. Sentía ardor en la piel de uno de sus brazos y en sus piernas sentía como sus músculos estaban tensos y adoloridos. Trató de observar su entorno pero no reconoció en donde estaba, sabía que había un lago cerca despueblo pero nunca había visto un lago tan pequeño —que incluso podía darle la vuelta en menos de treinta minutos— cerca de su casa, tal vez esa era una señal de que ya estaba lo suficientemente lejos de casa, pero parecía que no había corrido durante tanto tiempo pues la luna no se había movido tanto.

Se levantó con cuidado pues su cuerpo dolía y fue ahí que se percató de que su tobillo dolía bastante.
—No, por favor...— se dijo tratando de apoyar el pie izquierdo y en respuesta cayó de nuevo—. Mierda. MIERDA. ¡MIERDA!— gritó golpeando con sus puños el piso. "Debo calmarme". Se dijo tratando de quitarse sus botas pero no pudo, el dolor era inmenso. Con cuidado gateó sobre la hierba, aplastando algunas flores hasta la orilla del lago sin dejar sus cosas detrás —que hasta este momento se había percatado que traía, no sabía en que momento su padre le había colgado la bolsa— y tomó un poco del agua de éste. Debía de pensar en que haría.

—Si vuelo, él... No, volver no es una opc...— decía hasta que se percató de un chapoteo. Desde que había llegado al lago no había ruido alguno, ni si quiera el ruido de algún animal o del mismo viento. Miró por el rabillo del ojo y pudo observar gracias al brillo de la luna sobre el agua, una figura asomarse y tratar de abalanzarse hacia ella, pero algo le detuvo y un ligero brillo emanó de la bolsa que su padre le había dado, por puro instinto pegó la bolsa a su pecho.

—¿Quién te dió eso?— una voz áspera sonó mientras oía cómo salía del agua. Rilliane se quedó callada sin poder mirar a la criatura—. Te pregunté algo, ¿quién te lo dio?— repitió mientras se ponía de rodillas frente a ella—. Contéstame— exijió en un tono que la rubia no supo descifra si era molestia o curiosidad y un brillo más grande frente a ella llamó su atención. Alzó con lentitud la vista encontrándose con la criatura, era una ¿mujer? O al menos eso parecía, tenía senos o al menos eso creía, su piel era grisácea con unas pocas escamas azules y plateadas en su rostro y un poco más a la altura de su cintura y piernas, sus ojos eran azules de un tono oscuro. En su cuello había unas líneas que se abrían y cerraban de una manera que a Rin le provocaba ansiedad. Tragó saliva.

—Mi padre...— susurró y la criatura ladeó su rostro.

—Nadie viene por aquí...— confesó la criatura que trataba de hacer una sonrisa—. Hace años que vi a una criatura como tú... Mujer te llaman, ¿no?

—Soy mujer aunque mi nombre es...
"Y recuerda que nunca debes de decirle tu verdadero nombre a una criatura, que ella se encargará de maldecirte en cuanto lo tenga" recordó que su padre siempre le contaba pequeños detalles.
—Me dicen R... Rose— trató de decir con calma.

—Rose...— susurró la criatura antes de tomar a la rubia del las mejillas con brusquedad—. Mientes...

—N-no.

—¡Claro que si!— dijo abalanzándose sobre ella antes de que oyeran un gruñido fuerte que congelaría a las dos chicas—. D-despertó— susurró en un hilo antes de que fuera arrastrada de nuevo hacia el lago. Un gritó salió de la garganta de aquella mujer mientras se aferraba a una de las piernas de Rilliane para que no la regresaran de dónde había salido y el terror se apoderó de Rin al percatarse que era lo que estaba jalando a esa sirena. Había un hombre de peor aspecto, con una piel más grisácea y escamas oscura que jalaban de una pierna a su compañera pero a diferencia de ésta, aquello tenía la cuenca de los ojos vacías, con un negro profundo.

La dama y el lobo (RinxLen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora