«Sí, oficial. Perdí la cabeza, pero como dije antes no me arrepiento de nada. Eso estaba escrito y el destino de cada cual está escrito en un libro. Nunca sentí vergüenza, aquel era mi trabajo y siempre volví a casa con dinero. Mi madre no preguntaba de dónde lo sacaba, además todos los meses le llevaba una jabita con aseo personal, le decía que había comenzado a trabajar en "Suchel", por allá por Boyeros.
¿En Suchel?- preguntaba ella intrigada. Yo le ripostaba que sí, que era un trabajito decente, que tenía hasta propinas, entonces se quedaba más tranquila, cavilando durante todo el día. Gracias a eso comíamos como las personas.
Mi madre está vieja, es maestra en una escuela primaria, lo que gana no alcanza ni pa' comer, imaginase usted.
Es verdad que me podría ganar la vida de otra forma, pero cómo, si en este país ya todo está inventado, trabajar con el gobierno es una pérdida de tiempo al no ser que trabajes en el turismo o en un renta car, y para eso hay que ser leído y estudiado o ser hijo de algún dirigente importante que te consiga la pincha.
Un amigo mío recoge bolita, tiene dos listas y gana mas que cualquiera.
Bueno, oficial, no me lo repita más. Ya le dije que no fue mi culpa, además no conozco a ningún extranjero con ese nombre. Nunca lo vi. Ni en La Cecilia, ni en Dos Gardenias, ni en el Comodoro, ni merodeando el cine Payret, ni en el BimBom. En ningún sitio lo vi jamás.
Si logro salir algún día de la cárcel volvería a hacer lo mismo que antes. No permitiré que la miseria alcance de nuevo a mi madre. Dónde quiera hay un montón de yumas que pagan bien.
Ya confesé, que más quiere que le diga. No es fácil vivir con el miedo de ser descubierto, de caminar por una acera y escuchar los comentarios mal intencionados de la gente. No es fácil vivir con tanta zozobra, oficial, creo que hasta me quité un peso de encima.
Claro que sí, debí marcharme, o simplemente acatar las reglas del juego, pero esa puta me envolvió, por eso lo mate sin titubeos, pa' que no se burle más de los hombres»
La historia fue contada desde otro ángulo, desde otras aristas.
Cuando llegué a este lugar todo estaba oscuro y silencioso; y la oscuridad y el silencio me incomodan. Ambas cosas son el reflejo de una noche perpetua. La tristeza me desespera y tengo la sensación de no salir nunca.
Han apagado la luz, no se escucha un murmullo, una conversación, ni siquiera se escucha la respiración de los otros. Tengo que contener las ganas de llorar para no delatarme y entonces sería peor, o salir corriendo fuera de aquí, pero las paredes me lo impiden. Cierro los ojos, solo pienso en lo ocurrido aquella noche. Esta es mi historia, contada desde este ángulo.
Nací en La Habana, como todo el mundo, y como todo el mundo crecí en un barrio marginal. Mi nombre es Alejandro y soy pinguero.
ESTÁS LEYENDO
Veinte pesos no son suficientes
Mystery / ThrillerAlejandro y Ernesto salen una noche a la caza de viejos yumas que paguen buen sexo en divisa, cuando se ven envueltos en un asesinato pasional. Esta historia narra la realidad desgarrante del mundo gay en un barrio marginal de la Habana, donde sexo...