Adrián-1:44 am

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- ¡Ernesto! ¿Qué pasó? Pregunta Alejandro.

- Tuvieron que dejarnos ir, no encontraron nada de lo que andaban buscando. Ah mira, Jorge Luis, un amigo- y señala a quién viene con él- recuerda al muchacho que te dio la fosforera en la parada cuando veníamos para acá.

Quedó pensativo un momento.

- Sí, lo recuerdo, claro que es él, pero dónde se encontraron.

- Allá afuera cuando venía de la estación de policías.

- Ella es Claudia, nos conocemos de la universidad, tropezamos tratando de huir de la redada.

Ernesto se acerca apesadumbrado y la observa por unos segundos.

- Ernesto- dice finalmente.

- ¡Qué casualidad!- exclama Claudia. Había tenido un novio en el preuniversitario que también se llamaba Ernesto. La relación se terminó cuando en agosto de ese año se lo llevaron para el servicio militar obligatorio. La mamá lloraba desconsolada en el parque de 23 y D donde los concentraron y los montaron en camiones descapotables para trasladarlos a una unidad de infantería en la provincia de Matanzas.

Se despidieron animadamente, pero ella supo por las circunstancias que nunca más se volverían a ver. Él se iba para el servicio, ella estaba a punto de comenzar estudios universitarios.

- Yo no fui al servicio militar- dice Alejandro- mis padres le pagaron a un importante general del ejército para que procesara mi baja por problemas psiquiátricos, dos mil pesos tuvieron que soltar pa' librarme del verde.

- Ser maricón tiene sus ventajas- y al decir esto Ernesto mira con picardía a Jorge Luis- no van al servicio militar- continúa- ni te movilizan en emergencias políticas, tampoco participas en los desfiles por el primero de mayo, tenemos nuestro propio sindicato. ¿Qué dices, te embullas?

- No, no, gracias chama, ya te dije que me gustan las mujeres, vine a divertirme y a ligar una puta

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- No, no, gracias chama, ya te dije que me gustan las mujeres, vine a divertirme y a ligar una puta.

- ¡A ligar una puta aquí!- Ernesto ríe- creo que viniste al lugar equivocado.

- No tengo prejuicios de ningún tipo, pero eso de besar en la boca a otro hombre, no, no, eso no va conmigo.

- Propongo un brindis- dice Alejandro- y las copas se alzan en medio de la noche.

- Propongo un brindis- dice Alejandro- y las copas se alzan en medio de la noche

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Veinte pesos no son suficientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora