CAPÍTULO 7

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Augusto y el barco.

"El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos."

El señor Paúl, justo antes de hacer la apertura matutina de su panadería, había decidido visitar a Aurora y a su padre, quería compartir con ellos el café de la mañana con un delicioso pan de ajonjolí. La sorpresa del panadero fue observar el comedor destrozado, una silla hecha añicos, <<¿a que nivel llegará Saul?>> se preguntó luego de ver el desastre. De inmediato pensó en Aurora, tal vez le pudo haber pasado algo, así que con paso apresurado tomó dirección a la habitación de Aurora, pero justo antes de llegar, ella salió para darle la bienvenida. —lo siento por el desastre, de inmediato lo recojo— dijo aura con vergüenza en su mirada. El señor Paúl había tomado la calma luego de ver ileza a la pequeña Aurora, quien se mantenía recogiendo cada astilla del suelo.

—Aurorita— dijo el panadero mientras iba rumbo a sentarse.
—¿crees en el destino?— preguntó mientras se sentaba.

Aurora miró a los ojos del señor paúl, y tomó atención a sus palabras.

—no se en que creer— respondió Aurora mientras terminaba de tirar el último pedazo de madera a la basura.

—yo creo que las cosas son como Dios quiere que sean— el Señor paúl comenzaba a tomar del café que había preparado Aurora.

—no creo que exista un Dios— dijo Aurora.
—al menos no creo que sea el Dios que todos profetizan— tomó asiento.

—¿cuál es tu perspectiva de Dios?— preguntó el panadero mientras sorbía de su café.

—si Dios fuera tan piadoso, no causaría este tipo de angustia— Aurora miraba fijamente la mirada del Señor Paúl.

—¿no crees que tal vez exista algo maligno detrás de todo?— preguntó el panadero.
—algo que sea el antonino de Dios—

—al menos tu Dios no lo permitiría, el es omnipotente, por eso me cuesta creer las falsas historias que se comentan de el— aurora tomó de su café.
—si algo existe, sólo es la Naturaleza, y si las cosas suceden, es porque así lo quiso la Naturaleza—

El señor Paúl tomó atención en las palabras de Aurora, pensó que tal vez tenía algo de razón, pero pudo darse cuenta del pensamiento oscuro que invadía la mente de Aurora.

—¿por qué existen las personas suicidas?— preguntó el panadero.

—porque un hecho desesperante los lleva a cometer esa acción— respondió Aurora.

—a todos nos pasan cosas malas— dijo el panadero haciendo alusión su esposa fallecida.

—pero no todos tenemos la fuerza mental y espiritual para poder evitar eso— Aurora se levantó.
—sentirse mal es algo inevitable, aún sabiendo que las cosas pueden mejorar— se dirigió a colocar las tazas en el lavaplatos.

El señor Paúl se sorprendía de escuchar palabras tan sabias como las de Aurora, una mente triste puede pensar con claridad en ocasiones, pero también te lleva a cometer locuras. Para Aurora creer en Dios era algo chistoso, no podía esperanzar su vida en un ser "piadoso" que realmente se olvida de muchos de sus hijos, así que solo creía que era un cuento o una leyenda inventada como las historias de la costa, de esa manera ella no renegaba de Dios, porque para Aurora Dios no era más que la Naturaleza misma, toda la casualidad del mundo.

El Señor Paúl, que se retiró algo consternado de la casa de Aurora, pensaba en que debía salvar su alma, ya que ella siendo una niña su mentalidad estaba cambiando de forma maligna, sabía que la pequeña Aurora estaba pensando locuras, notar el desastre y la agonía que vive en su casa, le hacía darse cuenta que la familia de León estaba cayendo en un agujero oscuro y sin salida, Paúl debía evitar una tragedia.

LA COSTA DEL SILENCIO. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora