CAPÍTULO 15

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Positivismo.

“Los buenos tiempos se convierten en buenos recuerdos y los malos tiempos se convierten en buenas lecciones en la vida”.

Solo basta decir que el aura en el hogar estaba comenzando a cambiar, a pesar que Aurora aún sentía un pequeño disgusto por su padre, pues confiaba poco en el cambio que este había hecho repentinamente. Saul realmente se estaba esforzando por mejorar, aunque habían momentos de recaídas sentimentales, comenzaron a suceder luego de obtener nuevamente el collar de esposa fallecida, el sabía que ese collar debía pertenecer a Aurora, pero no sabía en qué circunstancias dárselo, pues la tradición era que debía obtenerlo cuando ella fuera al altar vestida de novia, pero sentía que su pequeña hija debía tenerlo, sería un hermosos recuerdo de su madre.

El desayuno estaba servido en la mesa, esta vez las tortillas tenían un buen aspecto, se veían apetitosas, era el tercer día que Aurora asistiria a sus clases, al parecer todo comenzaba a tornarse un poco más claro, la mesa del comedor había sido reparada, la puerta dañada justo donde cierra había sido reparada, Saul comenzó a dedicarle tiempo al hogar donde pasó momentos maravillosos con su amada, lo único imposible de remediar fue la enorme mancha de pintura que había en el sofá, la tinta era casi indeleble, y causaba un poco de ansiedad en Saul, pues esa mancha era un mal recuerdo de su ebriedad.

--¿estas cómoda en la escuela?-- preguntó Saul mientras disfrutaba de sí tortilla de huevo.

--hasta ahora todo parece bien-- respondió Aurora.
--la profesora Margaret dice que es posible recuperarme y salvar el año-- Aurora comía de su tortilla.

--me llena de alegría escuchar eso-- Saul permanece sonriente mientras miraba el dulce rostro de su hija.

--es un poco extraño intentar actuar como si nada hubiera pasado-- exclamó Aurora con palabras cortantes.

--hija mia-- Saul la seguía mirando.
--tal vez podríamos acostumbrarnos-- Saul se levantó para besar la frente de su hija.

Las mejillas de Aurora se tornaron rosadas, y su piel se erizó, realmente disfrutó del afecto que le estaba ofreciendo su padre. Sus ojos pudieron tornarse llorosos, pero era causa de alegría, solo necesitaba cariño, era lo único necesario para que Aurora comenzara a tener paz.

--no quiero que vuelva a ser como antes-- dijo Aurora con su voz quebrada.
--relamente te necesito papá.--

Saul había escuchado a Aurora llamarlo papá por primera vez en mucho tiempo, de manera inmediata este la abrazó para disculparse con su hija, ella aprovechó el momento para también disculparse, estaban logrando ser padre he hija.

Al salir de su hogar, Aurora inhalo de manera muy fuerte el limpio aire del ambiente, para luego soltar un gran suspiro y sonreír, ella tomaba rumbo a su escuela vestida con un nuevo uniforme que el panadero le había obsequiado, la niña comenzaba a relucir lo hermosa que realmente era.
<<tal vez pueda pintar la roca>> pensó mientras caminaba con paso alegre, <<tengo tres días desaparecida de la costa, debo mirarla nuevamente>> fue lo siguiente que pensó. Por un momento Aurora había desviado su camino a clases, pero pensó de mejor manera, tal vez tomar esa decisión podría dañar lo que se estaba construyendo <<seré mejor hija>> pensó mientras se detuvo. Así que volvió a tomar rumbo a su escuela.

Ella pudo notar a Margaret sonriente por su presencia en clases, aunque Roberta, la profesora que le había quitado anteriormente el dibujo de la costa, no pensaba lo mismo, en el fondo no podía confiar en alguien que había dibujado ese horrendo lugar. La superstición de Roberta iba más allá de lo imaginable, pues está profesora casi anciana era fanática de la religión y fiel seguidora de San Jacinto, ella pensaba que la niña ya estaba maldita de alguna manera, el solo hecho de dibujar ese lugar era algo satánico para ella.

Margaret le daba un poco más de atención a Aurora debido a la cantidad de evaluaciones que debía, la profesora quería de alguna manera salvar todo lo posible de la niña, pues a ella también le recordaba a su buena amiga Amanda. Aurora estaba más entusiasta y tomaba la atención a sus tareas, de alguna manera ella realmente  estaba blanqueando su corazón para ser aceptada por su único amigo Augusto.

Eran largas y largas charlas sobre sus clases, las notas parecían no acabarse, pero Aurora estaba decidía a demostrar que podría lograrlo. Como siempre las burlas de algunos compañeros no faltaban, sobre todo las burlas de Luz, quien sentía repudio hacia Aurora por su anterior mal aspecto. A pesar de que la pequeña niña había podido cambiar su aspecto, ella seguía repudiandola, pues luz escondía un odio por problemas personales en su hogar, y lo reflejaba en contra de Aurora. Múltiples veces la profesora amonestó a Luz por sus comentarios fuera de lugar, pero realmente Aurora no prestaba atención a eso, ella no dejaría que una persona insignificante en su vida pudiera detener el ritmo que había tomado.

--el señor paúl me dijo que has estado asistiendo a la costa del silencio-- mencionó la profesora Margaret cuando estas dos habían quedado a solas.

Aurora sintió un pequeño rencor en ese momento, pero prefirió disiparlo entendiendo la situación de los pueblerinos.

--sólo iba a llorar-- respondió Aurora con palabras muy secas.

--pero debes entender que la costa del silencio no es un buen lugar, relamente es muy peligros-- Margaret la tomó de su mano.

Aurora la miró por un momento, pues sabía que nadie se imaginaba lo hermoso que podía llegar a ser ese lugar.

--pero estoy sana y salva-- volvieron las palabras cortantes.

--el señor Paúl y yo somos dos personas que realmente te apreciamos, y queremos el bien para ti. No estoy llamando tu atención, solo quiero aconsejarte-- la profesora Margaret acarició sus dedos.
--y no te preocupes, tu padre no sabrá nada de eso-- ella sonrió.

Aurora pudo estar más tranquila al saber que ellos no mencionarian nada a su padre. De igual manera no dejaría que nadie le impidiera visitar la costa del silencio, pues gracias a ese lugar su vida había empezado a cambiar drásticamente, y responsabilizaba a la costa por la mejora actual de su situación sentimental.

La salida había sido anunciada por el timbre de la escuela, y la pequeña Aurora sin despedirse tomó camino al cementerio, utilizando casi el mismo atajo que su padre para no ser vista por nadie.

--creo que de alguna manera has influido en lo que está sucediendo-- dijo Aurora al aire, mientras permanecía parada frente a la tumba de su madre.

La brisa corría y su cabello se movía al ritmo de esta misma, la lápida seguía estando brillante y reluciente, y como siempre no había ningún desorden de hojas o maleza alrededor.

--creo que tu me llevaste a la costa esa tarde mientras te extrañaba-- aurora sonreía.
--deberías estar aquí para que disfrutarás del cambio de humor de papá-- ella se agachó para besar sus dedos y luego posarlos en la lápida de la luz de San Jacinto.

Aurora sacó de su mochila un pan de coco y lo dejó encima de la lápida, pues el pan de coco cubierto con coco rallado, era el dulce que la madre de Aurora disfrutó más en vida, a pesar que tal vez el pan sería devorado por hormigas o algún animal hambriento, ella sintió la necesidad de hacerle un pequeño homenaje a su madre de esa manera. Pensó que tal vez la magia existía de alguna manera, y que Amanda podría disfrutar del pan de coco en el más allá.

--se que estas en el cielo pues de ahí son los ángeles-- dijo mientras miraba el cielo y se alejaba de la tumba. --pienso ganarme el cielo para reunirme contigo en algún momento-- aurora sonrió. Y de esa manera salió del cementerio. Por un momento pensó en ir a la costa, pero quería despedir la tarde en casa con su padre, tal vez una apetitosa taza de café podría iniciar una reconfortante charla entre ambos. Así que por ese instante Aurora sintió desinterés por la costa, prefirió retornar a casa, y así pasó una tarde algo inigualable con su padre, risas y recuerdos hacían el ambiente más brillante. Habían vuelto las emociones positivas a la casa de la familia de León.

LA COSTA DEL SILENCIO. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora