CAPÍTULO 12

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Hoy toca ser feliz.

"La vida no se mide por la cantidad de aire que respiraste, sino por los momentos que tu corazón palpito fuerte"

La tensión en la casa de León se sentía como el viento que sopla fuerte en tu rostro, Saul seguía insistente acostado en su sofá, Aurora no había querido ni si quiera salir de la habitación.

Saul se sentía arrepentido, dentro de él comenzaba a fluir miedo, más que arrepentimiento, es la primera vez que Aurora había sido golpeada, a pesar de no estar cuerdo la mayoría del tiempo, el sabía que ya el daño en la pequeña estaba hecho. Sin embargo el orgullo de él lo hacía permanecer sentado en el sofá, sin la mínima intención de ofrecerle disculpas a su hija, la familia de León ya estaba rota.

Aurora permanecía impaciente, el día corría y ella notaba que su padre no tenía intensiones de salir de la casa, aún sin saber que Saul sólo estaba pensando en ella. Aurora trataba de ingeniarse alguna excusa para poder salir de casa, el desespero por ir a la costa consumía su tranquilidad, la ansiedad comenzaba a notarse, como si fuera una drogadicta sin su sustancia. Sus uñas ya no tenían lugar donde morder, y su pierna parecía iba abrir un agujero en el suelo por los incesantes movimiento que Aurora hacía con ella —debo salir sin dar explicaciones—  se dijo así misma mirando el lienzo. —necesito ver a Augusto— volvió a hablarle al Aire.

Aurora salió de su habitación con gran sigilo, se percató que su padre se mantenía estático mirando el televisor y acabandose otra de sus botellas. A pesar que el miedo hacia que el cuerpo de Aurora temblara, ella tomó impulso para salir con prisa y en silencio. De esa manera ya había logrado salir de su hogar.

El miedo seguía corriendo por su cuerpo, el deseo de no encontrarse al panadero de camino a la costa era lo que la mantenía paranoica. Caminaba con prisa y miedo, como si alguien la estuviera persiguiendo, seguía mordiendo sus uñas, y aceleraba cada vez más su paso, caían las 4 de la tarde, y presentía que ya era demasiado tarde para llegar a la costa, pero no le importaba, la costa se estaba convirtiendo en su nuevo hogar.

Bajando el risco que dividía la altura del pueblo a la costa, se percató que las olas parecían estar un poco más agresivas, ellas chocaban en la gran roca vertical que salía de la playa. Aurora se quedó asombrada al notar que el agua alcanzaba una altura, casi la misma altura que la de la gran roca, con su mente tomó la fotografía del posible paisaje que haría eterno en su lienzo, en ese momento la paranoia desapareció de su cuerpo, y una sonrisa iluminó su rostro. Realmente era la costa el lugar de paz para Aurora.

Ella corrió por toda la playa, pero no lograba encontrar a Augusto, se sintió tan mal por pensar que había faltado a la palabra de Augusto, pero el volvió a salir de la nada para darle un pequeño susto a Aurora, susto que hizo un gran efecto en ella, quien se paró de mal humor para golpearlo mientras el se reía por su pequeña broma.

—espera!— dijo Auguto entre carcajadas.
—sólo fue una pequeña broma— decía mientras se escudaba con sus brazos los golpes de Aurora.

—no es nada chistoso que hagas eso cada vez que me veas venir—  exclamó Aurora molesta.

—es la primera vez que te hago esta broma— dijo Augusto un poco dudoso.

—siempre apareces de la nada— Aurora señaló a la nada.
—nunca me espero eso, así que de igual manera me asusto, es como si solo apareces del viento— lo señaló a él.

—relajate— exclamó Augusto con una sonrisa
—solo siente el Aire— hizo que Aurora abriera sus brazos.
—respira el olor del mar, parece que estas tensa— Augusto logró que Aurora se relajara.
—cierra los ojos—

LA COSTA DEL SILENCIO. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora