"Estaba tan acostumbrado a ver anuncios sobre chicos desaparecidos, que nunca esperó ver uno suyo."
YeonJun ha muerto, pero él no sabe cómo ni porqué. Su último recuerdo fue haber despedido a un amigo en la parada de autobús y ahora no puede ir al c...
¿Le gustaba a YeonJun? Pero ¿cómo? ¿Por qué? ¿Desde cuándo? Debía admitir que, en algún momento, se planteó la posibilidad de que le gustara YeonJun, pero no se permitió consolidar esa idea puesto a que, bueno, las cosas no iban a funcionar. Él pensó que el mayor daba por sentado lo mismo, pero, al parecer, no fue así.
Entonces, YeonJun estaba ahí, frente a él, con una mirada de vergüenza y pánico. El mayor había confesado sus sentimientos al chico que le gustaba y con quién sabía que no podría tener una vida amorosa, entonces, ¿por qué lo hacía?
No sabía, pero en él estaba la insana necesidad de decirle su sentir, porque, si SooBin elegía a MinHyuk, al menos no podría decirse que no lo intentó. Nadie podría negar que YeonJun no retó a la suerte al confesar su amor estando muerto.
Pero la reacción de SooBin no era lo que esperaba.
El menor solo se quedó observándolo con notoria sorpresa mientras su boca entreabierta intentaba articular una palabra, pero no sabía qué decir, y cada segundo para YeonJun se sentía como una hora.
Una eternidad esperando una respuesta, que empezaba a pensar no llegaría.
Así que, herido, sonrió con tristeza mientras miraba hacia el suelo.
— No te gusto, ¿verdad?
— Yo...
— Está bien, no tenía muchas esperanzas. Estoy muerto, y solo quería que lo supieras.
— YeonJ-
— No, debo ser sincero, no tiene caso que te diga lo que siento para luego querer minimizarlo — interrumpió YeonJun. — Sí tenía esperanzas, no sé cómo ni por qué, pero tenía la ilusión de que fuera recíproco. Tal vez porque si te gusta MinHyuk, siendo como es, podría haberte gustado yo, siendo como soy. Pero ya veo que no fue posible… No quiero que te sientas mal por no poder corresponderme ni que las cosas entre nosotros cambien.
— Yo no... Yo no...
— ¿Te gusta MinHyuk?
— No creo que sea lo adecuado...
SooBin se sentía tan sofocado en ese momento, y las palabras de YeonJun solo lo estaban aturdiendo más. ¿Le gustaba MinHyuk? Ni siquiera él lo sabía, pero todos se empeñaban en decir que sí y que, al parecer, eso sería recíproco.
Estaba cansado de escuchar que todos sabían lo que quería, menos él mismo. Había pasado toda su vida alejado de otros, como para que, repentinamente, todos lo conocieran mejor de lo que él se conoce.
— ¿Qué se supone que debo decir, YeonJun? — preguntó el menor mientras empuñaba sus manos. Las lágrimas empezaban a acumularse en sus ojos, pero se negaba a dejarlas salir por mero orgullo.
— ¡Di algo! ¡Cualquier cosa que pueda minimizar este momento incómodo! Me he confesado y no me puedes ni decir la hora.
— ¡Me tomaste por sorpresa!
— ¿Cómo no tomarte por sorpresa? Creo que cualquiera, que pudiera verme, notaría que me gustas. Bueno, cualquiera menos tú.
— Pues, disculpa. Falté a la clase de cómo saber que le gustas a alguien, que no sabías ni que tenía sentimientos — respondió, con un deje de ironía mientras se cruzaba de brazos, pero entonces cayó en cuenta de lo que dijo. — YeonJun no... Yo no quise...
— No. No, está bien. Te entiendo perfectamente. ¿Quién esperaría que un vil muerto sintiera algo? — mencionó el pelinegro con dolor en su voz, no podía creerse lo que SooBin acababa de decir.
Fue entonces cuando sonaron unos leves golpecitos en la puerta y escucharon la voz que, en ese momento, menos querían escuchar: MinHyuk.
— ¿SooBin? ¿Todo está bien?
Pero el menor no contestó.
Había una especie de guerra de miradas entre él y YeonJun; una cargada de frustración, enojo, tristeza y, aunque ninguno lo admitía, un enorme peso de dolor. Porque el cariño entre ambos era indiscutible, y estar en esa situación de reclamos los estaba torturando emocionalmente.
MinHyuk ingresó al lugar al no obtener respuesta. Había escuchado a SooBin gritar, pero Kai estaba en las duchas, y él temía que algo le hubiera pasado. El menor estaba ahí, parado en medio de la habitación con los ojos brillosos, sus puños apretando con fuerza las mangas de su camisa blanca, lucía tan alterado que se preocupó.
— ¿Qué tienes?
Preguntó el rubio mientras caminaba hacia el menor. La firme posición de YeonJun se fue en el momento en el que MinHyuk lo atravesó para acercarse a abrazar a SooBin, en vez de eso una mueca de frustración se plasmó en su rostro. Su respiración se mantenía agitada, y no pudo evitar soltar el grito más lastimero y desgarrador que SooBin había escuchado.
Fue un grito largo, doloroso, fuerte. Su mirada se dirigió al techo de la habitación. Podría jurar que, en ese momento, incluso sentía lágrimas inexistentes recorriendo sus mejillas.
MinHyuk abrazó a SooBin quien se mantenía estático, asustado al ser el único capaz de escuchar esa especie de aullido doloroso, sabiendo que él contribuía a que aquello sucediera.
YeonJun le dedicó una última mirada cargada de dolor, antes de que MinHyuk se interpusiera por completo entre ellos.
YeonJun estaba muerto, pero, aún así, sentía su corazón latir con tanta fuerza. En ese momento, lo odiaba, porque era SooBin el único capaz de hacerle sentir eso; si bien, en algún tiempo aquello le gustó, ahora lo odiaba.
El más joven dejó salir sus lágrimas ya que el pelinegro no podía verlo, pero no correspondía al abrazo de MinHyuk, aunque el rubio, en su ignorancia, intentaba consolarlo.
No podía entender nada. En un solo día, había recibido una bomba de emociones; pese a todo, solo seguía siendo alguien joven que sabía que no tenía porqué estar cargando con ese tipo de cosas.
Sin embargo, una sola acción lo había llevado hasta ese final: hablarle a YeonJun. Él ni siquiera lo había visto, hasta que se acercó a hablarle. Si no hubiera hecho eso, las cosas podrían ser diferentes; pero, por alguna razón, apenas ese pensamiento cruzó su mente, desistió de seguir imaginando sobre esa posibilidad, pues una parte de él no imaginaba sus días si YeonJun no hubiera llegado a su vida.
Cuando SooBin se permitió abrazar a MinHyuk y acompañar a aquel llanto desconsolado –que no cesaba en la habitación–, se dio cuenta de algo:
Le gustaba YeonJun, pero ninguno podía hacer algo para cambiar el cruel destino que enfrentaban al no poder estar juntos.
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