"Estaba tan acostumbrado a ver anuncios sobre chicos desaparecidos, que nunca esperó ver uno suyo."
YeonJun ha muerto, pero él no sabe cómo ni porqué. Su último recuerdo fue haber despedido a un amigo en la parada de autobús y ahora no puede ir al c...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Honolulu, Hawái. 03 de diciembre, 2010
Con apenas nueve años, Kai estaba entusiasmado por ser llamado "el pequeño hombre de la casa"; después de todo, él iba a acompañar a su madre a hacer las compras navideñas.
Su padre estaba enfermo, así que se había quedado en casa para poder descansar un poco, pero el hombre le había dado la enorme tarea de cuidar a su madre.
¡Claro que Kai podía! Era todo un chico fuerte y no dudaría en alejar a todo aquel que quisiera molestar a la mujer que adoraba, porque el pequeño amaba a su madre con todo su corazón, también a su padre e incluso a su molesta hermana mayor.
— Cariño, no te alejes mucho, hay demasiada gente, ¿sí? — mencionó su madre, aferrándose otro poco a la mano del pequeño.
El menor asintió, siguiéndola mientras observaba todas las decoraciones navideñas. Debían ir a comprar esferas, porque él había quebrado algunas con su perro, Sean. Su madre se había molestado, pero después, tras disculparse mientras le regalaba una gran sonrisa, le bastó para decidir simplemente ir a comprar otras.
Al entrar a una tienda, su madre empezó a buscar las esferas que más se parecieran a las que el árbol ya tenía antes, aunque Kai quería que llevaran esferas naranjas porque era su color favorito, pero su madre desistió.
— ¿Un árbol naranja, NingNing? — la mujer preguntó mientras pellizca con suavidad la mejilla de su hijo. — ¿Acaso será una calabaza?
El menor rió por lo dicho, y tomó asiento en la silla junto a una mesa llena de esferas, en lo que su madre buscaba decorativos con ayuda de una empleada.
Jugaba con sus pies colgados del asiento, cansado; aunque le gustaba salir con su mamá, detestaba cuando debía esperar, porque era aburrido y solo deseaba llegar a casa para jugar con Sean. El canino tal vez se estaba preguntando por qué tardaban tanto cuando el niño le había dicho que no les tomaría mucho tiempo, odiaría hacerle creer a Sean que había mentido.
Fue entonces cuando algo llamó su atención. Un niño pasó frente a él comiendo algo con aspecto y aroma delicioso, no dudó en acercarse a él pues estaba a pocos pasos de distancia, observando adornos navideños de la tienda.
— ¿Qué es eso? — le preguntó, señalando la comida entre su mano derecha.
— Hotteok — respondió el pelinegro mientras le daba una mordida a su comida.
— ¿Joqué?
— Una especie de panqueque coreano, burro — respondió el mayor, abultando un poco sus labios, a lo que Kai respondió con igual gesto.
— No me digas burro, solo no conozco la palabra — reemplazó rápidamente su mueca por una sonrisa. — ¡Dame!
— ¡No! Es mío. Ni siquiera te conozco, tal vez tengas una enfermedad contagiosa.