Capítulo cuatro

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— No seas tan exagerada — le dije a Kiara.

— No exagero tía, te lo estoy diciendo en serio, ese chico no está bien —

— Y tanto que no está bien, está en el hospital —

— ¿Cómo sabes eso? — dijo ella espantada.

— ¡Relájate un poco!¿Vale? Le he visto cuando he ido a ver a mi padre —

Kiara seguía ojiplática sin entender lo que le estaba diciendo.

— Bueno, pues tu alejadita eh — dijo dándome un toque en el hombro.

— ¿Y por qué es tan malo y tan poco conveniente si se puede saber? —

— No lo sé, nadie lo sabe, solo se sabe que hay algo por su cabeza que no encaja bien —

— Pues tú le sigues en Instagram que yo sepa, así que mucho mal rollo no te da — le dije cruzando los brazos.

— Como te he dicho, Lexi, una tiene ojos. No se puede negar que está buenísimo —

— Tú siempre con lo mismo en la cabeza... —

— Lo siento, es inevitable no fijarme en todos los tíos guapos que nos rodean Lexi, deberías hacerlo tú también —

— Y lo hago, solo que tú no te das cuenta — le dije intentando sonar interesante.

— ¿Ah si? A ver si vas a ser más zorra que yo — dijo riendo.

— ¡Kiara! — me reí a la par.

Después de la conversación, pedimos la cuenta y nos fuimos. Cuando me despedí de ella, me desvié en dirección contraria y fui al hospital de nuevo a ver a mi padre. Al llegar a su planta y a su habitación, mi madre me miró con cara de póker.

— Hija, no esperaba que vinieras ahora — dijo nerviosa.

— ¿Por qué no iba a venir?¿Qué... pasa? — dije asustada. Mi madre no es una persona que se suela poner nerviosa, y en ese momento sentí que se le iba a salir el corazón por la boca.

— Siéntate, Lexi — dijo acomodando el sillón a su lado. Acto seguido, me senté para que me dijera lo que quisiera decirme.

— Tu padre... alrededor de las 4:00 am presentí algo malo, me desperté así sin más y miré a tu padre, llamé a la enfermera porque no sabía si le pasaba algo o no, y vinieron a toda prisa... — dijo mientras le temblaba la voz — Tu padre ha entrado en un estado de coma Lexi, no se sabe cuando se va a despertar, o si lo hará algún día —

Mi madre comenzó a llorar, y yo me quedé ahí, quieta, sin saber que hacer. Estaba en shock, no tenía ni ganas de llorar, simplemente estaba ahí como un pasmarote viendo como mi madre se derrumbaba y yo no hacía nada. Después de unos minutos totalmente paralizada, comencé a notar la presión en el pecho otra vez, los sudores fríos, los temblores en las manos... Me levanté del sillón y salí de la habitación a toda prisa. Me agarré el pecho con las manos y abrí la boca tanto como pude, intentando que llegara algo de oxígeno a mis pulmones. Era como si me hubiesen puesto un tapón en la tráquea y alguien me estuviese pisando el pecho con botas de montaña. Intenté controlarlo, como lo hago muchas otras veces, pero esta vez se sentía más fuerte y más intenso.

— ¿Alexis, qué te pasa? — dijo el señor Cook, apareciendo en ese momento por el pasillo de la planta. Le miré mientras se acercaba a mi y me frotaba la espalda despacio.

— Respira conmigo, Alexis, se que puedes — dijo asintiendo. En ese momento pensaba que estaba loco ¿cómo iba a controlar la ansiedad respirando?¡Si es precisamente lo que no puedo hacer! Me fijé en cómo se hinchaba su pecho, e intentaba hacer lo mismo mientras le mantenía la mirada, pero no lo conseguía hacer profundamente, y a los dos segundos mi respiración se cortaba.

CrashedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora