- Siete -

234 29 6
                                    

Disclaimer: los personajes de esta historia pertenecen a Masashi Kishimoto. Obra inspirada a fin de entretener y sin fines lucrativos.

"....." pensamientos
-.....- diálogos
●●●● cambio de escena

Se sentía cansada y estresada en los últimos días. No por las exigencias de su esposo por las noches, sino debido al aumento de trabajo gracias a las celebraciones venideras del imperio. El festival de fundación, por el nacimineto del imperio, junto a las festividades diplomáticas la tenían muy ocupada.

Por suerte, su majestad no tenía un harem del cuál tendría que cuidar y poner orden sin la intervención de su esposo, pues era también trabajo de la emperatriz poner orden entre las concubinas del palacio, demostrando así su autoridad por encima de ellas.

"Pero no tengo de qué preocuparme" se calmó mientras terminaba de escribir las últimas invitaciones sobre el escritorio, después de todo Itachi había hecho una promesa que hasta ahora había cumplido.

Pensar en su esposo la hizo suspirar, desde la última vez que había visitado sus aposentos no lo había visto ya que no había vuelto a hacer acto de presencia ante ella. Aquello era inusual y la preocupaba en demasía, ya que los rumores empezaban a corren, haciendo el palacio más y más ruidoso a su paso, y poniendo a sus damas nerviosas por las habladurías sobre su señora.

Aunque para ella aquello no era demasiado importante, los nervios empezaban a hacer mella cada día que pasaba, todo empezaba a marchar de forma inusual, llenándola de malos presentimientos.

Lin — llamó a una de sus damas, quien no tardó en aparecer — Saldremos a dar un paseo

Antes de irse instruyó a uno de los mensajeros y terminó en trabajo más urgente para tomsrse un momento sin problemas. Necesitaba or al patio exterior y tomar un respiro para disipar sus ideas.

Quizá su marido solo estaba ocupado con su trabajo y por eso no había ido a su encuentro, y las inquietudes en el palacio se debían únicamente a los preparativos por los próximos eventos.

"Sí, eso debe ser" meditó meintras caminaba en compañía de sus criadas hasta el jardín.

Antes de tomar el camino que llevaba hasta allí, admiró ensimismada como las flores de temporada iban floreciendo esplendidamente, tiñendo de colores los alrededores que dividian su palacio de sus aposentos. Desde allí podía apreciar la sala de audiencias del emperador y la vasta entrada del palacio, que por cierto era ruidosa.

"¡!" al darse cuenta de lo que ocurría cambió la dirección de sus pasos para ver más atentamente que pasaba.

Frente a ella, a unos muchos metros de distancia, marchaba una delegación afuera de la sala de adiencias de su majestad. Podía ser cualquier casa en realidad, pero los estandartes que se mostraban firmes en sus hastas le indicaban que era una visita importante y si ese fuera el caso su presencia debía ser requerida, pero... ¿por qué no había sido avisada con antelación?

Eso se preguntaba cuando Natsu llegó corriendo hasta ella, dejándola confundida y a la espera de qué tan urgente era lo que tenía que decir para romper con la etiqueta del palacio.

¡Mi señora! — reverenció aquella sin aliento, poniendo nerviosas a las demás, quienes esperaban a una distancia prudente — E-Es algo serio, mi señora

Respira un poco y luego dí lo que tengas que decir, Natsu — mencionó mientras la tomaba de las manos, la mujer parecía ahogarse con su propia respiración.

La carabana de hace un momento — recomponiendose un poco, consiguió hablar por fin — ¡Son enviados de Silla, majestad!

"¿Silla?" para ella, aquello era aún más extraño. En ningún momento se le había notificado que enviados del sureste visitarían el palacio, al menos no hasta la reunión de los tres reinos que debía llevarse a cabo a mitad de año.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 14 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

CONCUBINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora