- Cinco -

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Disclaimer: los personajes de esta historia pertenecen a Masashi Kishimoto. Obra inspirada a fin de entretener y sin fines lucrativos.

"....." pensamientos
-.....- diálogos
●●●● cambio de escena

Y con el paso de los meses el día por fin había llegado, la tarde en que finalmente la perla de la casa Hyūga contraería votos con el ahora soberano del imperio.

Luego de la muerte de Fugaku, Itachi había de tomar su puesto como gran emperador, estabilizando así la gran crisis que se había desatado debido al descuido de un hombre viudo y con el corazón roto. Por tanto, y para consolidar su posición, la ceremonia se llevaría al ojo público, a gran escala para que todos en el reino fueran testigos de su unión, donde el gran sol y la luna del imperio se volverían uno por fin.

¿Está nerviosa mi señora?

Más que eso, Natsu — agitó su abanico con fuerza, despeinando uno que otro mechón de cabello — Creo que me voy a desmayar en cualquier momento

Debería relajarse — comentó de buen humor, arreglando apropiadamente el Jokduri sobre la cabeza de la peliazul — Será usted la más hermosa de esta noche, y aún si algo falla nadie podría decir algo descuidadamente mi señora — amarró el Daenggi con destreza — O debería decir, su majestad

Ya para con eso, no me estás ayudando — le reprochó avergonzada, pero su criada parecía estar dispuesta a molestarla por un rato.

La verdad era que la fiel y servicial Natsu sentía lástima por su señorita, quien no tendría la oportunidad de disfrutar de un Honley normal como las demás damas nobles, ya que Hanna no podría estar presente en tal esperado día, cumpliendo con los deberes de una madre... mismos que había abandonado hacía ya mucho tiempo. Desde el fondo de su corazón deseaba llenar ese vacío maternal que su protegida poseía.

Hinata... — trató de hablar con ella al respecto, pero fue interrumpida.

¡Alteza, su majestad está aquí para verla!

"¿Itachi? ¿Por qué está aquí?" se suponía que no debería ver al pelinegro antes de iniciada la ceremonia, pues se creía era de mal augurio.

Entonces... ¿me vas a dejar pasar? — al escuchar su voz espabiló y dio su consentimiento para darle paso.

Saludo al sol del imperio — reverenció a duras penas por lo pesado de las telas que la cubrían — Que los dioses bendigan su camino

Déjennos solos — una vez que los ojos indiscretos desaparecieron, Itachi procedió a acercarse, ayudándole a recobrar su postura — No debes ser tan rígida cuando te diriges hacia mí Hinata, pronto serás mi esposa — besó sus nudillos sin romper el contacto visual, logrando que sus mejillas se tiñeran con intensidad.

L-Lo siento — el hombre a su lado le quitó importancia al asunto, aún acariciando sus delicadas manos — P-Pero, ¿qué hace aquí?

Cierto — pareció recordar de pronto — Tenía algo qué entregarte. Y sí... — interrumpió sus intentos por quejarse del hecho de verla antes de la ceremonia — Se que no debería venir según la tradición, pero nuestra unión dista de lo tradicional — se inclinó un poco hacia su rostro, juguetón — ¿O me equivo?

Tenía razón, ambos se habían saltado pasos del cortejo y la ceremonia debido a sus circunstancias, por lo que no le quedó más remedio que suspirar y dejarlo estar, ganando una sonrisa triunfal por su parte.

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