CAPITULO 35

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"Que me quiero morir con vos, como nos decíamos en los tiempos de antes" Apaga el celular

"Que me quiero morir con vos, como nos decíamos en los tiempos de antes" Apaga el celular

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Delfina

—¿Estas segura que es el momento?— Preguntó el peliblanco notablemente nervioso

—Si amor, en algún momento hay que decirle— Conteste mientras esperábamos sentados en aquella sala de espera

—¿Y si no se lo toma bien?—Volvió a dudar mirando al piso

—¿Por que no lo haría?— Respondí tiernamente ante sus nervios

—Por ahí no quiere que yo... ya sabes, forme parte de su vida— Soltó mirándome a los ojos y volviendo a derretir mi corazón 

—Estoy segura de que eso no va a pasar—Le sonreí entrelazando nuestras manos — Déjamelo a mi ¿si?— Intente calmarlo a lo que el asintió como respuesta

Tan solo unos segundos después la puerta de la habitación se abrió y el pequeño rubio que había logrado robarnos el corazón apareció tras ella, soltó la mano de la dueña del orfanato y corrió a mi encuentro

—DELFIII—Se colgó de mi cuello y yo lo rodee con los brazos— Volviste

—Obvio que volví, te lo prometí—Conteste acariciando dulcemente su cabeza — Pero hoy vine acompañada— Sonreí dirigiendo mi mirada al peliblanco que aún nervioso nos miraba sonriendo

—Litt —Sonrió Adri alejándose un poco de mi para saludarlo también

—Hola campeón, te traje un regalo— Le contestó Mauro extendiéndole una bolsa de papel color amarillo

—¿¿Para mi??— Abrió los ojos sorprendido el rubio

—Para vos, abrilo —Insistió el peliblanco ansioso

—Noooo, es hasta mas fachero que el de mi amigos— Habló emocionado al ver el avión de juguete haciéndonos inevitablemente reir. Adri se acercó a ambos y en un abrazó nos unió, en ese momento pasó por mi cabeza contarle que con Lit éramos pareja pero me reí de mi misma, para que le iba a contar si el pequeño ya se había dado cuenta de ese amor incluso antes que ellos y por si le quedaban dudas con la noticia que le traían se terminarían.

—Adri...quiero... queremos hablar con vos de algo importante —Hablé intentando ocultar los nervios, estaba muy feliz pero obviamente también nerviosa, había ensayado mil maneras de decírselo —¿Viste que hace un tiempo cuando nos conocimos me preguntaste porque a veces había personas que venían a llevarse a tus amiguitos y no volvían?

—Si, me dijiste que se llamaba adoptar, y era cuando conseguían una familia y se los llevaban a casa— Me contestó el rubito orgulloso de sus conocimientos 

—Adri... con Mauro queremos que vengas a casa, a nuestra casa — Solté mirando de reojo al peliblanco el cual parecía que había visto un fantasma

Una parte tuya (Lit Killah)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora