después de cenar

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• soft
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• especial de navidad
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—¡Muchas gracias por venir!— dijo alegremente. Y haciendo un gesto con la mano se despidió de los demás agentes, quienes se dirigieron a sus respectivos hogares.

La cena de noche buena fue grandiosa. Los platos preparados por Volkov y Blake quedaron exquisitos, al igual que el postre de chocolate que trajo Alanna para todos.

Después de aquello, convivieron en la sala de estar. Hablaron sobre sus vidas, temas apartes y anécdotas divertidas. Dejando por completo el trabajo de lado, viéndose como amigos, más que jefe y federales.

No cabe duda de que disfrutaron el momento.

Horacio cerró con seguro las rejas antes de caminar hasta la entrada de su casa, donde pudo ver como la gata se encontraba allí.

—¿Qué pasa, hermosura?— le dijo, mientras la recogía del suelo y sosteniéndola en sus brazos continuó. —Vamos a dentro, que hace frío.

Ambos entraron a la casa, el de cresta cerró la puerta con su pie para luego asegurarla con llave, y dejó a la felina en el suelo para que fuese libre de ir donde quisiera.

Caminó hasta la cocina encontrándose con su pareja, quien se hallaba lavando los últimos platos sucios que quedaban.

Sonriente, se acercó hasta él.

—¿Te ayudo?

—No, gracias, ya casi termino.— respondió el contrario.

Volkov abrió la alacena, y mientras guardaba los platos escuchó una pregunta que lo dejaría nervioso.

—¿Cuando piensas que será el momento para contarles?

—¿Contar... qué? ¿Y a quienes?— guardó silencio, oyendo como el más bajo soltaba una risita. —N-No se a que te refieres...

—A los agentes. Ya sabes, contarles sobre lo nuestro.— contestó con naturalidad.

El ruso no podía entender como estaba tan tranquilo al decir algo así.

Luego de su amnesia, Volkov se dió cuenta de sus sentimientos hacia Horacio y finalmente pudo aclararse con él.
Actualmente ambos llevan saliendo hace unas semanas, y a pesar de demostrar ese cariño que sienten desde hace tiempo, jamás lo hicieron ver al público.

Esto tiene varias razones, pero la que más resalta y preocupa es su trabajo.

—P-pero...— intentaba hablar, mas sus nervios le ganaban. —¿Ya no hemos conversado de esto, Horacio?

—Así es. Peero...— dijo alargando la primera sílaba. —... creo que deberíamos hablarlo un poco más.

Al terminar su labor, Volkov volteó para mirar a Horacio. Se apoyó contra el mueble, viendo como su pareja se acercaba a él.

—A ver, Horacio, ya hablamos de esto.

—Lo sé, lo sé, solo me preguntaba si...— se detuvo por un momento, dudando. No sabría si aquello podía incomodarle.

—¿Si?— le dijo suavemente.

—Bueno, si a ti te molesta que hagamos cosas de pareja en público.

Miró a los ojos del más alto, quien estaba a punto de responder pero le interrumpió.

—¡Que no está mal! ¿De acuerdo? Solo... me gustaría saber.

El peligris mostró una ligera sonrisa al ver aquella reacción tan adorable a su parecer.

Bajó su mirada, viendo como la mano del contrario estaba bastante cerca a la suya, como si intentara tomarla. Sin pensar tomó la iniciativa y la sujetó con delicadeza.

volkacio [ one shots ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora