-Fóllatelo.
-Ni de coña.-Respondí.
-¿Por qué? La tiene grande.
-¿Acaso se la has visto?
-No, pero sí empalmado.
-No tía.-Respondí confusa.
-Adriana, has follado con más de medio Madrid. ¿Qué más da uno más? Está bueno.-Preguntó su amiga.
-No me gusta Andrea. No y no. Que me haya follado a más de medio Madrid no significa que me vaya a follar a un chico que ni me gusta.
-Bueno, tu verás.-Se fue y me quedé sola.
Mierda, ¿Qué hago?
-Hola preciosa.
-Déjame, Oviedo.-Respondí.
-No voy a parar hasta conseguirte, lo sabes, ¿No?-Preguntó él rodeando mi cintura con sus manos.-No voy a parar hasta que te oiga gritar mi nombre.-Me susurró al oido.
-Suétame Daniel Oviedo.
-No.
-Te he dicho que me sueltes.
-Está bien, está bien.
Salí de aquel estrecho pasillo y me dirigí al patio.
Me senté en un pequeño banco y se me acercó Andrea.
-¿Ha pasado algo?-Me preguntó Andrea.
-No, nada. Y gracias por dejarme sola con ese gilipollas.
-Tía...
-Me voy.-Me levanté del banco y justo sonó el timbre de clase.
Entré a la clase que me tocaba y me senté en última fila, como siempre.
-Hola guapa.-Dijo una voz masculina a mi lado.
-Joder Oviedo, ¿No me vas a dejar en paz?
-Mmm...-Pensó.-No.
-Buenos días chicos.-Dijo el profesor de historia entrando por la puerta.
-Vaya mierda.-Susurré.
-¿Te cae mal?
-Como el culo.
-¿Peor que yo?
-Peor que tú.-Respondí a lo que Dani sonrió.
Tengo que admitir que su sonrisa es preciosa.