2. Daichi Sawamura. •[La espalda]•

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《SPOILERS DEL MANGA》

Levantando la mirada del portátil, te fijaste en el árbol del jardín de tu casa. Te dolían un poco los ojos de tantas horas trabajando en él, pero se acercaba la fecha de entrega del artículo que estabas escribiendo, por lo que no te quedaba otra. Mientras que estirabas un poco los brazos con la vista todavía puesta en la ventana, escuchaste que la puerta se abría. Te giraste de inmediato encontrándote con un Daichi hecho polvo del trabajo.
Llevaba puesto su uniforme y la gorra en su mano. Estaba bastante desaliñado, tenía el pelo revuelto, además de las ojeras bastante más marcadas de lo usual.

- (T/N): Bienvenido a casa Sawamura - te levantaste de inmediato para recibir a tu marido.

- Daichi: Hola amor, - dijo yendo a buscar tu cuerpo par darte un abrazo, tenía que recargar energías de alguna manera - ¿aún sigues trabajando? - preguntó mirando el portátil abierto.

- (T/N): Sí, me queda un poco menos de la mitad y la fecha de entrega se acerca.

- Daichi: Bien, sigue entonces, no quiero interrumpirte. - dijo el castaño un poco apenado.

- (T/N): No pasa nada, me duelen los ojos de mirar la pantalla, quizás podríamos bañarnos juntos - dijiste intentando hacerle ver al mayor que querías pasar más tiempo con él en este momento.

- Daichi: Como prefieras, pero tienes que enjabonarme tú la espalda, ¿de acuerdo?

Solo asentiste risueño y os fuisteis los dos cogidos de la mano al baño. Empezasteis hablar del día de oficina que había tenido Daichi y como no pudo salir a patrullar por todo el papeleo que le iba llegando. También de que el árbol del jardín parecía que tenía un nido en una de sus ramas.
Empezaste a desnudarte cuando ya estaba la bañera preparada con tus sales favoritas, las de olor a jazmín. Notaste cómo tu marido te imitaba quitándose primero la placa de policía y luego su camisa, dejando al descubierto su maravillosa espalda trabajada en el gimnasio. Era una de las cosas que más te gustaba de su cuerpo, la espalda, por lo que te entusiasmaba la idea de lavarsela.

Ya desnudos, os empezasteis a lavar cada uno su propio cuerpo. Daichi, como ya te había dicho, no tocó su espalda para que tu se la lavases. Con cuidado esparciste por tu mano unas gotas del jabón olor a miel que tanto a ti como a tu pareja os encantaba. Tenia una textura muy suave y un olor dulce, que hacía vibrar tus sentidos. Comenzaste a masajear su espalda empezando por los hombros, observando como se formaba espuma blanca en ellos. Los tenía muy tensos, por lo que el masaje hizo que Daichi soltara un pequeño gruñido. Notaste como la parte de la espalda que aún no tenía espuma se le erizaba con tu toque.

En ese momento bajaste las manos recorriendo toda la superficie que quedaba sin jabón. Tu marido intensificó los gruñidos, consiguiendo que te excitaras con su voz. Seguiste durante unos minutos mimando su espalda cuando de repente, pusiste tu pecho en sus omóplatos. A Daichi se le abrieron los ojos por sentir algo duro detrás de él, dándose cuenta de todos los gemidos que habia soltado por su garganta.
Le frotaste sutilmente tus manos por su pecho durante unos segundos -aun pegado a él- los cuales a tu marido se les hacían eternos, necesitaba darse la vuelta para besarte, sin embargo se sentía tan bien que decidió esperar un poco. Al cabo de treinta segundos más, le pudo el gemido que se te escapó de entre los labios y se giró. Te vio con la cara roja, caliente, excitada. Lleno de espuma por toda tu increíble figura y asomando entre esta, tu pene erecto, duro, apunto para que te dieran placer. Tu pareja te cogió en brazos y os metió a los dos en la bañera, para quitar cualquier resto de la espuma. En ese momento empezó a besarte. Con aquel grandioso espectáculo de olores, además de la situación, a Daichi se le esfumó el cansancio que le estaba consumiendo. Solo tenía ojos para ti en ese instante. Queria tenerte, poseerte, amarte... quería cada rincón de tu alma.

Seguisteis en aquellos besos tan satisfactorios para ambos, abrazados y con el pecho de cada uno pegado con el del otro, cuando decidiste que era el momento adecuado para pasar a un nivel superior. Le agarraste su miembro totalmente erecto, empezando a masturbarlo. Te costaba un poco más estando dentro del agua, por lo que empezaste a decir con voz entrecortada:

- (T/N): Mi querido policía, ¿podríamos continuar en la cama?

- Daichi: Agarrate fuerte a mis hombros amor, no vayas a caerte.

Daichi se levantó sin dificultad contigo encima. Tu agarraste bien fuerte de sus hombros abrazandolo, al mismo tiempo que tus piernas entrelazanban su abdomen. Notabas algo golpeandote debajo de las nalgas, supiste en seguida que era el pene de tu marido, como siempre dispuesto para cada ocasión. Te mordiste el labio inferior mientras te llevaba a cuestas hasta la habitación, poniéndote delicadamente sobre vuestra cama. Daichi sin dudarlo un instante te dio un beso en los labios y luego otro en tu abdomen, terminado en tu zona íntima. Estabas rebosando de humedad del agua que anteriormente te rodeaba. Tu marido acarició con la legua todo el lugar. Gemiste más fuerte de lo usual. Estabas ansiando agarrarte de su espalda, pero no podías, así que te conformabas con jugar mientras con su pelo. Tu pareja seguía moviendo su lengua de arriba abajo y en círculos por tu glande y ano además de mover su mano por toda tu longitud, notando como salía algún que otro quejido de tu hombre perfecto. Estos quejidos hacían que tu pene palpitara, estabas apunto de llegar al orgasmo.

Por la posición de tu cuerpo y tu manera de moverte, Daichi intuyó de inmediato que le necesitabas dentro. No perdió un segundo. Juntó vuestras frentes y mirandoos a los ojos introdujo de una estocada su miembro en ti. No lo esperaste tan rápido, esto hizo que una gran electricidad recorriera tu cuerpo desde los pies a la cabeza, notando como algo caliente caía en tu abdomen. No entendías cómo habías llegado al clímax tan rápido. Tu pareja sentía en toda su longitud como le apretabas fuertemente en cada espasmo que tenías. No tardo en seguir con las estocadas, sacando más de un gemido de tu boca. Por tu parte, seguiste con sus manos en la espalda arañandole, queriendo sentirlo más cerca de ti. Al poco tiempo Daichi salió de ti y fue al salón, sin entender que se le pasó por la cabeza, arqueaste las cejas al ver a tu querido marido con la gorra del uniforme y las esposas. Te sonrojaste más de lo que ya estabas por ya saber que quería hacer el castaño.

- (T/N): Señor policia, ¿va a detenerme? - musitaste con un puchero formado en la cara.

- Daichi: Lo siento mucho, pero ha infligido la ley, así que tengo que esposarlo - dijo firme, con una sonrisa pícara.

A continuación, tu marido te puso a cuatro, y te colocó las esposas en las muñecas. Hacíais esto debido a que los dos teníais una obsesión con la espalda del otro. Os excitaba demasiado. Así que si uno de los dos se pasaba mucho tiempo toqueteando la espalda del otro, os castigabais mutuamente de esta manera. Esta vez le tocó hacer de policía a él, y aunque lo fuera en realidad, sabías que a ti se te daba mejor hacer ese papel.
Empezó a acariciar tu entrada con su pene, entrando poco a poco en ti, mientras te acariciaba la espalda. No pudo aguantar un gruñido grave que provino de su garganta. Por tu parte empezaste a moverte para que el castaño fuera más rápido.
Entraba y salía de ti con facilidad. Querías acariciarle pero las esposas te lo impedían. Embestida tras embestida, estabas apunto de llegar al orgasmo, jadeabas entrecortadamente apunto de alcanzar el clímax.
Daichi para aumentar tu emoción acariciaba con una de sus manos tu pene amablemente. Al cabo de unos segundos tus sentidos se sintieron superados, te contraías dejándote llevar, dejándote abrazar por aquel hombre que tanto deseabas, llenando las sábanas como antes habíasecho con tu pecho. Justo tu marido salió de ti viniendose en tu espalda aún arqueada.

Después de volveros a lavar y ya con el pijama puesto, fuisteis a preparar la cena. Al acabar, Daichi buscó una película para ver juntos, película la cual no vio, ya que todo el cansancio le llegó de nuevo a su ser.

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Nos vemos en la siguiente historia.

¡¡Besitoooos!!

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