Capítulo 05

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Adrienne

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Adrienne

Los rayos de sol empezaban a inundar el apartamento indicando que un nuevo día ha iniciado. Me tomo un segundo para contemplar la salida de la estrella más grande y luego de dejar escapar un corto suspiro, regreso mi atención a los papeles que me rodean. Estuve trabajando parte de la madrugada y sin darme cuenta, ya había amanecido.

Empiezo a recoger todo lo de mi alrededor y lo llevo a su lugar.

Voy a mi habitación y me doy una larga ducha expulsando la tensión de mi cuerpo, fue poco lo que dormí en la noche, pero no me acostaré a recuperar esas horas de sueño, invertiré mi mañana en terminar de sacar algunas cosas que tengo en cajas, organizar y limpiar el apartamento.

Empiezo a ponerme en esa tarea, pero todo se siente tan callado y muerto, voy en busca de mi parlante y lo sintonizo con mi celular, "sin medir distancias" de Diomedes Díaz empieza a reproducirse y mi corazón se vuela un latido. Esta canción, te penetra el alma y te hace querer desgarrarte con ella, te sientes despechado, aunque ni siquiera te hayan roto el corazón.

—La herida que siempre llevo en el alma —empiezo a cantar tomando la escoba de micrófono— no cicatriza. Inevitable me marca la pena que es infinita —me muevo al son de las notas barriendo—, quisiera volar muy lejos, muy lejos, sin rumbo fijo. Buscar un lugar del mundo sin odio, vivir tranquilo.

Mi cuerpo se mantiene activo mientras escucha las melodías de las canciones, cualquier actividad con un buen vallenato, rinde y sale mejor.

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—Aló —respondo con el teléfono apretado contra mi oreja y hombro.

—Hey, soy Jayden.

—Lo sé, te tengo agregado —tomo el control y le bajo a la música—, ¿qué pasa?

—Sí, lo siento —emite una risa nerviosa—. Yo quería saber si estabas disponible, tengo el día libre y me gustaría invitarte a almorzar y quizás hacer algo después.

Dejo de trapear y analizo su propuesta. Miro el reloj colgado en la pared, apenas será medio día.

—¿Algo cómo qué? —suelto la pregunta y muerdo mi labio.

—Lo que se antoje, ir por un helado, conocer un poco el alrededor o simplemente charlar —logro percibir el sonido de su respiración—. Podemos almorzar juntos y luego hacemos el recorrido —continúa.

—Está bien, ¿a qué hora pasas por mí? —dejo el trapero a un lado y me encamino hacia mi cuarto.

—¿Te parece bien en veinte minutos?

—Dale, ya te envío la dirección.

Opto por algo sencillo, un jean, camiseta blanca y chaqueta negra. Suelto mi cabello y me aplico un poco de pestañina. Bloqueador, labial humectante y estoy lista. Tomo un pequeño bolso con mi celular y billetera, recibo un mensaje de Jayden cuando me estoy aplicando perfume. Tomo las llaves y procedo a salir de mi posada, cuando llego a portería el vigilante me llama.

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