Cap 5.

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Cap. 5

El omega despertó cuando el alfa lo hizo aún lado, de nuevo estaba demasiado pegado a él. El clima se sentía helado esa mañana, estaban a mitad de uno de los inviernos más crudos de los últimos años, así que Jimin se escondió por completo debajo de la cobija para resguardarse del frío.

Alguien entró a la habitación apenas después de tocar la puerta.

— Rey, la tormenta de nieve han cerrado por completo el paso del sur, enviaremos soldados para abrir el paso.

—No esa es una mala idea — La voz del alfa sonaba rasposa – del otro lado del bosque hay un antiguo camino, no deben perder el tiempo, solo se tiene que remover la nieve alrededor de las puertas del castillo y del pueblo.

—La caza de los venados también será pospuesta.

—En 3 semanas el clima no será tan agresivo, habla con los parlamentarios que desistan de hacerla con tanta urgencia.

—Por último, fueron ubicados a las personas que buscaba. –Hubo un largo silencio.

—Te veré en dos horas en la torre mayor, alista un carruaje para partir a su encuentro.

—Así se hará, rey.

El omega escuchó cuando se cerró la puerta.

—Debes despertar han traído el desayuno.

Jimin se destapó y buscó el alfa. Lo encontró junto a su baúl este estaba abierto.

El alfa tenía en sus manos las hojas con los dibujos del rostro de sus padres.

Quiso correr y arrancárselas de las manos, pero su cuerpo aún dolía. Y más aún que todo absolutamente todo le pertenecía a ese alfa. Era inútil que el defendiera sus posesiones. Lo vio dejar las hojas, saco sus ropas, no tenía más de tres prendas viejas y el abrigo de su madre. Unos calcetines y los trapos que ocupaba para curarse.

Lo miró como buscaba más. Hasta que sacó la navaja con la que se había cortado la pierna. Recordó su herida y se sintió la pierna. Ya no había herida, solo una marca roja en su lugar.

— Me llevaré esto— le dijo el alfa.

Jimin asintió.

—¿No pelearas?

El omega bajó la mirada y se levantó con esfuerzo.

—No, ya no lo haré más.

Caminó hacía el baño.

Habían comido en silencio. Jimin comía más despacio y con pedazos pequeños. Perfectamente sentado y con cubiertos.

Se imaginaba como sería aquel camino del bosque. Su mente lo hizo viajar con su imaginación.

— ¿Dónde está tu ropa?

— Allí. — señaló el baúl viejo, durante los días en que estuvo en el calabozo, ese viejo baúl le daba seguridad, tener un lugar donde guardar sus pertenencias, algo que, si fuera de él, pero ahora, después de haber pasado tanto ya no había ninguna ilusión guardada en él, ahora lo veía como ajeno a sí mismo. Otra vez bajó la mirada, no le quedaba nada.

— Pero si allí solo hay trapos viejos, ahora que recuerdo, esos son los trapos con lo que te vistes, mandaré a la costurera te haga ropa nueva — Dijó el alfa mirando sus pies descalzos — también ordenare que te hagan zapatos.

Jimin escondió sus pies lo más que pudo.

—Gracias.

Otro gran silencio.

Mi Alfa FelizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora