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Japón era una chica muy hermosa y brillante cual conjunto de constelaciones.

Sus ojos rosas como sus mejillas y pelo blanco como su alma, eran sus mayores rasgos.

Ella era el inicio de un hermoso sol al que le gustaba expandir su luz a lo largo de todo el espacio.

Y de entre tantos astros que había conocido, uno de los que más destacó fue la estrella solitaria envuelta en el arte y la alegría.

Chile era su nombre. Y fue su primer amigo cuando entro a la escuela.

Era obvio que las dos estrellas se llevaron bien desde el primer momento en el que se hablaron.

¿Y cómo no hacerlo? Si los dos tenían casi los mismos gustos, y ni que decir sobre su grato sentido del humor.

Rápidamente Japón se volvió la mejor compañera de astrónomos de la estrella.

Por lo que ella fue digna de ir apreciando cada una de las nuevas amistades de Chile.

Algunos de sus amigos eran muy serios, otros hablaban hasta por los codos, unos eran muy tímidos.

Pero México sin duda fue un gran misterio para la japonesa.

Al principio catálogo a México como un chico serio y frío, pues muy raramente aportaba algo a la clase o hablaba con las personas.

Con la única chica con la que lo vio hablar fue con la Panameña, una chica de otra aula.

Lo más probable es que fuera con él en la clase de pintura.

Realmente su presencia nunca fue relevante en su cosmo.

Oh pero vaya que si lo fue en él de su amigo.

No supo como fue que se conocieron, pero de la nada Chile a cualquier oportunidad le hablaba.

Incluso por un momento pensó en ayudar al mexicano a quitarle por unos segundos de encima a Chile, pues el pobre tricolor parecía asustado cada vez que el chileno no paraba de hablarle.

Y lo entendía, Chile siempre tenía un tema de conversación al cuál hacerle mención, y México al contrario, prefería el grato ruido del silencio.

- Vas a ver que seremos amigos, te lo aseguro -. Le había dicho el chileno mientras miraba con una sonrisa al mexicano.

Japón solo reía por aquello.

En ningún momento supuso que Chile gustaba del tricolor, pues el chileno jamás le había dado indicios de siquiera gustar de los chicos.

Con el tiempo noto que el pobre mexicano ya se acostumbraba a su presencia y a sus raras preguntas o temas de conversación.

¡Incluso México ya saludaba a Chile cuando llegaba al aula!

Ya después incluso ella comenzó a hablarle y viceversa.

Aveces Chile lo llevaba con ellos, o hacía equipo de trabajo con él.

Al parecer su misión de ser amigo del tricolor si había funcionado.

Ya con el tiempo los dos andaban juntos gran parte del tiempo, muchas veces Chile le contaba sus raras aventuras que había tenido en la casa de México cuando esté lo invitaba a comer o dormir.

Las cosas comenzaron a tornarse un poco tensas cuando Chile conoció a la bella alemana.

Una chica de otro salón.

Al parecer la alemana también cayó enamorada del chileno, por lo que los dos comenzaron a salir todo el tiempo.
Y a causa de eso, fue inevitable que Chile se apartará un poco de sus amigos al igual que la Alemana.

Luna // MexileDonde viven las historias. Descúbrelo ahora