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- Hijo, si quieres puedes invitar a tu amigo a venir a comer a la casa -. Comento de la nada Mexica mientras veía como su hijo comía en completa tranquilidad la comida que le había echo con tanto amor.

No pudo evitar soltar una sonrisa nasal cuando esté casi se ahoga al escucharlo.

- ¿Qué?... -. Pregunto después de segundos la pequeña luna mientras veía a su padre.

¿Amigo? El no tenía amigos.

- Si, hablo de tu amigo ese tricolor con estrella, ví que estaba hablando contigo -.

«Ah claro, Chile». Recordó México regañandose mentalmente.

Pero, ¿El chileno ya era su amigo?, Admite que ya está más acostumbrado a su presencia, ¿Pero eso quiere decir que ya lo eran?

Bueno, el chileno le caía bien así que no perdería nada en invitarlo.

- Supongo...le diré mañana si quiere venir -. Mexica sonrió al escucharlo.

- Me parece perfecto, hace mucho que no traes a nadie aquí. Creo que la última fue U.S.A, aún que claro, era un poco distinto -. México suspiro mientras asentia.

Claro, la última persona que había llevado a la casa fue a la estadounidense.

La primera persona en llegar a la órbita de su corazón.

Por lo que no estaría mal volver a socializar, aunque sea un poco.

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México soltó una pequeña y fugaz sonrisa al recordar la primera vez que "acepto" que Chile era su amigo.

Esa vez efectivamente había invitado a Chile a su casa, él cual había aceptado y se había llevó muy bien con su padre, por lo que fue inevitable que Chile con el tiempo fuera más constantemente a su hogar, hasta llegar al extremo de ya quedarse a dormir en esta.

Miró la esquina de su cuarto, estaba esperando ansiosamente a que el chileno llegará, pues hace unos días le había pedido ayuda para su proyecto de danza, y aunque en un principio se negó, los luceros de la estrella lo convencieron para aceptar.

Ahora solo esperaba a que Chile llegará para poder elegir la canción y ya comenzar a planear la coreografía.

De reojo miro a su gatita acostada entre sus piernas.

«Bola de pelos gruñona». Pensó con gracia.

Está a estado con el tricolor desde hace 3 años, que fue cuando su madre la adoptó para que tuviera "alguien" que le hiciera compañía al ver qué no era el más sociable que digamos.

Su nombre era Amaris.

Su pelo negro y ojos azulados la hacían ver muy tierna, sin embargo su mal humor y poca paciencia hacía que la gente no quisiera estar cerca de ella.

Y fue exactamente esa razón la que hizo que se sorprendiera cuando está no hizo nada ante el gran apego que Chile tenía con ella, incluso Chile podía molestarla una hora entera y la pequeña felina no haría nada más que quedarse quieta en su lugar o irse a acostar a otra parte de la casa.

Tal vez en eso tenía un parecido con ella, pues el nunca a sido de los que ah tenido paciencia o le ah gustado estar rodeado de gente, sin embargo con Chile pasaba todo lo contrario.

- Pequeña bola de pelos, tas' bien preciosa -. Comento de la nada mientras se estiraba para acariciarla, causando un pequeño ronroneo de la felina.

Luna // MexileDonde viven las historias. Descúbrelo ahora