𝟑

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Al caer la noche esperé a que me trajeran la cena, para salir de mi casa con el estómago lleno. Abrí la ventana, me tiré y me transformé en acto en murciélago, fui hacia el árbol donde estaban escondidas mis nuevas pertenencias y una vez las tuve fui caminando hasta el castillo. De vez en cuando subía volando para ver si iba por el buen camino y otras veces me paraba unos pocos minutos para descansar, era un camino bastante largo y con tantos árboles me mareaba. Llegué prácticamente cuando iba a hacerse de día, por suerte antes de salir agarré mi capa, me la puse y entré en el castillo. Fui directamente hasta el despacho de Dumbledore y esperé a que él llegase, no me encontré con ningún estudiante puesto que aún era pronto para que nadie empezase a venir. Después de esperar un rato, pude escuchar voces al otro lado de la puerta por la que anteriormente había entrado, entró Dumbledore con otra persona, era un hombre de cabellos negros y grasosos con semblante serio. Llevaba una túnica negra. Me miró de arriba abajo, se despidió de Dumbledore y cerró la puerta.

—¡Oh! Qué pronto has llegado, no son más de las nueve, los demás estudiantes vendrán alrededor de las once —me dijo, mientras se dirigía a su silla.

—Quería asegurarme de llegar bien —contesté tapándome la boca.

—Veo que eres una chica responsable.

—Solo para lo que me interesa —respondí encogiéndome de hombros. Él se echó a reír.

—Veo que hay algo que te incomoda —me dijo señalando mi mano.

—Sí... Tengo... Alergia —mentí.

—Debo de tener una mascarilla por algún lado —abrió uno de sus cajones y de allí sacó una mascarilla negra.— Ten —me la extendió y yo la agarré.

—Bien, debo asignarle una casa.

Fue hasta una de las muchas estanterías que había y con su varita bajó un sombrero puntiagudo, viejo y algo roto.

—Este es el sombrero seleccionador, elegirá la mejor casa para ti —me explicó.— En total hay cuatro, Ravenclaw, Hufflepuf, Gryffindor y Slytherin, después de que se te asigne una, te daré la túnica correspondiente a esa casa.

Se acercó a mí y me colocó el sombrero encima, entonces el sombrero empezó a hablar, a definirme como si pudiese leer mi mente, me asustó el hecho de que un sombrero pudiese hablar "Interesante... Eres una chica muy especial, algo cuidadosa, sí, sí... Pero tienes fuertes habilidades de liderazgo, te puede la ambición y eres astuta..." Después de ello comenzó a pensar que casa sería la adecuada para mí, hasta que finalmente soltó: "¡Slytherin!"

Eso al director pareció no agradarle demasiado, yo no sabía qué significaba ser de esa casa, pero él sí y no tenía pinta de que fuese demasiado bueno. Me entregó una túnica de color negro y verde, con el escudo de una serpiente; una corbata verde y plata; y una bufanda de estos dos últimos colores. Me llevó a una habitación con varias literas, las sábanas eran blancas y verdes, había un espacio abierto, era una entrada a otra habitación con la misma distribución, estaban separadas en dos. Me enseñó mi cama y mi lado del gran armario, al instante me enseñó donde se encontraba el baño, estaba justo al lado, este era bastante amplio y había una ducha para cada persona de las que se encontraban en esa habitación y la que estaba pegada a la nuestra. La cantidad de baños eran menos, creo que había la mitad de las duchas. Dumbledore me dijo que fuese a instalarme y me repitió que el resto de alumnos llegarían sobre las once, también me comentó que para el desayuno, comida y cena sonaría una fuerte alarma avisando a todos los alumnos que deberán bajar al gran comedor, el cual se encontraba en la planta baja del enorme castillo, al no saber cómo llegar hasta allí me comentó que podría preguntarle a mis compañeras. Tras todo eso se marchó, dejándome en la habitación vacía. Empecé por colocar lo que compré en esa parte del armario, pese a ser compartido mi parte era bastante amplia, después coloqué la poca ropa que traje y al terminar me tumbé en la cama, solo quedaba una media hora para que mis compañeras empezasen a llegar y estaba algo nerviosa. Me levanté de mi litera y fui dando vueltas por toda la habitación para que el tiempo pasara, agité mi varita varias veces para ver si aquellos fuegos artificiales salían de nuevo, pero nada aparecía, pensé que se acababa de romper, o tal vez se rompió al esconderla, preferí no sacar conclusiones y esperar a empezar las clases para que en vez de solo agitarla, me enseñasen a usarla como es debido. Seguí jugando con mi varita, de pronto salieron esos fuegos artificiales, disparados hacia la puerta, la cual acababa de abrirse mostrando a mis compañeras de cuarto. Casi el rayo llega a alcanzar a una de ellas, por suerte para todos no le llegó ni a rozar, de todos modos eso la puso furiosa, me miraba como si acabase de matar a alguien. La chica era alta, con el pelo azabache y rizado, de ojos verdes. Llevaba el uniforme de Slytherin, su mirada mostraba desagrado, y tenía cara de pocos amigos.

—¿Qué te pasa?

—Perdón... yo... no pensé que funcionaría —contesté algo temerosa.

—Pues aprende a pensar —dijo.

—Perdón... —repetí.

—¿Por qué llevas esa mascarilla? —me preguntó.

—Por la alergia —mentí. Ella rodó los ojos y se rio.

La chica de cabellos negros se fue hasta la última litera del cuarto y empezó a desempacar sus cosas. Otras dos chicas entraron, una de ellas era castaña de ojos marrones y la otra rubia de ojos verdes, pasaron por mi lado sin decirme nada y mirándome mal, tal y como hizo la primera chica. Al ver que no hacía más que molestar, salí fuera a la sala común, había más personas con la misma túnica que yo, cogí un libro de la estantería que se encontraba en la entrada y me senté en uno de los sillones negros y verdes, completamente sola y centrada en el libro, tras lo ocurrido no tenía ganas de acercarme a nadie y que volviese a despreciarme. De repente un chico se acercó a mí con una agradable sonrisa, era un chico afroamericano, de pelo negro muy corto y de ojos avellana.

—¿Qué lees? —preguntó.

—No lo sé, ha sido el primer libro que he cogido.

—¿Puedo verlo? —le entregué el libro.

Después de que observase la portada volvió a dármelo mientras me miraba fijamente.

—¿Por qué llevas eso? —cuestionó.

—Tengo alergia.

—Que mal... ¿A qué?

—Al polvo, y en unas mazmorras, es lo que más hay.

—Que putada —se rio—. Qué descortés, no me he presentado, me llamo Blaise Zabini, un placer.

—Yo soy Freya Evans, encantada.

—No te había visto antes por aquí, ¿eres nueva?

—Sí, me presenté aquí hace unos días y Dumbledore hoy me ha asignado esta casa, aunque eso no ha parecido agradarle demasiado —contesté sincera.

—Esta casa tiene muy mala reputación —confesó.

—¿Por qué? —indagué interesada.

—Porque esta casa ha sido el lugar de numerosos magos malvados del mundo mágico, entre ellos, el que no debe ser nombrado y su ejército de mortífagos.

—¿El que no debe ser nombrado? —pregunté—. ¿Quién es?

—No puedo decir su nombre, pero es el mago más malvado de todos, intentó matar a uno de los alumnos de Gryffindor cuando nació.

No supe qué responder ante eso, no me imaginé que aquí estudiaron asesinos, y seguidores de un mago peligroso.

—¿Por qué no vienes conmigo y mis amigos? —interrogó aún sonriendo.

Preferí irme con él antes de seguir siendo una marginada o antes de que llegasen mis compañeras de habitación y siguiesen mirándome mal por una pequeña equivocación.

—Está bien.

La alarma acababa de sonar y para cuando Blaise se dio media vuelta sus amigos habían desaparecido, nos dirigimos juntos hasta el gran comedor y fue allí donde conocí al resto. Nos sentamos en una de las cinco largas mesas que había, una para cada casa más la de los profesores del colegio. El lugar era un espacio cerrado con un techo muy alto, volando había más de mil velas iluminando así toda la sala. Frente a nosotros dos estaban los amigos de Blaise, me los presentó uno a uno.

—Él es Theodore Nott —me señaló a un niño rubio de ojos azules.

—Encantado —dijo él.

—Después tenemos a Crabbe y Goyle —esta vez señaló a dos chicos amplios. Ellos estaban tan concentrados en su comida que no me saludaron—. Y por último, quien tienes a tu lado es Draco Malfoy.

Miré hacia la izquierda, era un chico rubio platino de ojos grises y piel pálida.

—Hola —saludé tímidamente.

Él solo hizo un gesto de cabeza en forma de saludo, no parecía ser muy agradable ni hablador, pero había algo en el que me llamó la atención y no sabía exactamente el qué. Las tres chicas de antes aparecieron por la puerta del gran comedor, y al ver con quien estaba sentada, la chica pelinegra se enfureció más conmigo de lo que ya estaba.

Una vampiresa en HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora