𝟏𝟓

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Me encontraba en el último día de castigo, estaba en el baño con Ron, ambos limpiando, en silencio. Ya habían pasado algunos días desde que le dije que no quería tener una relación con él, pero aún no entendía por qué estaba tan molesto conmigo, yo no le di esperanzas de salir juntos, simplemente le besé, eso no quiere decir que yo quisiese ser su novia. Solo fue un lío de una tarde, nada más. Intenté empezar una conversación, pero no se me ocurría cómo, lo mejor sería preguntarle el porqué seguía enfadado conmigo, era lo más razonable. Por una parte, me daba miedo su contestación, pero por la otra sentía una curiosidad inmensa, al final, me armé de valor y comencé la conversación.

—¿Por qué sigues enfadado? —le pregunté.

—Porque me has hecho daño —respondió dolido.

—Ron, sabes que te quiero, pero solamente te considero un amigo, y no me gusta que no hablemos.

—Podemos seguir hablando, pero yo no voy a olvidar lo que siento.

—No te pido que lo olvides, únicamente que podamos estar como antes —pedí.

—Ese es el problema, no podemos estar como antes, ya sabes lo que siento por ti y con tan solo verte me duele el pecho -me confesó.

—Lo siento...

—¿Por qué te disculpas? No es tu culpa que yo no te guste.

—Perdóname por no corresponderte.

Nos quedamos en silencio, terminamos de limpiar y una vez acabado el castigo cada uno se fue por su lado. Me dolía haber perdido a un amigo, él me importaba y ya no volvería a tener relación con él como la que tuve desde un principio. Ni con él, ni con los gemelos y a este paso tampoco con Draco, todo estaba yendo mal en mi vida y ni siquiera entendía qué había hecho para merecer eso. Estuve dando vueltas por el castillo, para olvidarme de todo, o al menos para mantener mi mente alejada de la realidad. Debería de hablar con el rubio para explicarle que de saber que tenía tantos complejos con su cuerpo no habría hecho aquello. Fui en busca de Malfoy, después de un rato deambulando me lo encontré en la Sala Común, estaba sentado en el sofá que había en frente de la chimenea leyendo un libro, nadie se encontraba a su lado. Me acerqué hasta él de manera silenciosa y me senté en el lado contrario del asiento. Carraspeé para llamar su atención, ya que parecía que no se había percatado de que yo estaba allí.

—¿Qué quieres? —me preguntó sin despegar su vista del libro.

—Quería hablar contigo.

—Yo no tengo nada que decirte —cerró su libro con fuerza.

—Ya, pero yo sí —insistí.

Sin decir nada más se largó a su habitación, me planteé cuál sería la mejor decisión. Por una parte, podría seguirle, hablar las cosas y con suerte arreglarlas y por otra, él no tenía ganas ni de verme, se acababa de ir y lo que quería en ese instante era que yo no volviese a acercarme a él. Aún con dudas seguí sus mismos pasos hasta llegar al lugar en el que se encontraba, estaba en su cama, allí no había nadie más que nosotros dos. Al entrar cerré la puerta tras de mí y fui hasta él.

—Quería pedirte disculpas —comencé a decir.

—He dicho que no tengo nada que hablar contigo.

—Pues no hables, solo escúchame.

Él bufó, pero no dijo nada más.

—Si hubiera sabido lo de tu baja autoestima no habría leído el diario de Pansy —me dirigí a su cama—. No delante de todo el mundo.

—No hacía falta que lo supieras para saber que leer eso estaba mal —dijo.

—La besaste —él se giró cara a mí.

Una vampiresa en HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora