Bueno, ya estabas acostumbrada a vivir en Twisted Wonderland; después de un largo y tedioso día fuiste a descansar al dormitorio.
Fue un confortable sueño, del cuál claramente debías tarde o temprano; esperabas toparte con tu cuarto, pero, era estab...
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Tus ojos miraban con impacto el cómo estabas rodeada por un grupo de soldados vestidos de... ¿Cartas? No sabías qué decir al respecto, te daba miedo dar una palabra a alzar cuando notaste esas afiladas lanzas que guardaban a sus costados; solo pudiste quedarte quieta por unos instantes, hasta que la interrupción de una pregunta dirigida hacia tí te despertó del trance.
— Su majestad, oh soberana, ¿Es en verdad usted, no es producto de un sueño por el aletargarmiento de nosotros? –Dijo uno de los guardias, con clara tristeza en su semblante.
— ...Yo-. –Apenas ibas a responder con precaudosidad, y te sobresaltaste por sus nuevos gritos.
— ¡Sí está viva! ¡Llamen a rey! ¡Llamen al rey! –Gritaron con asombro y felicidad en sus rostros.
Tan pronto lo notaste ya estabas siendo escoltada por los guardias-, bueno, te agradaría decir eso; en realidad te agarraron de forma firme los brazos y solamente te jalaron, como si no te quisieran dejarte escapar.
O tal vez estaban tan emocionados que simplemente no controlaban su fuerza. ¿Mejor es creer eso, verdad?
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Este lugar era muy extraño, con grandes árboles extraños, música instrumental de fondo, animales y seres extraños; un lugar lleno de maravillas.
Jurabas que el trayecto sería especialmente corto, pero lamentablemente fue muy largo; por una buena parte te quejabas, pero por otra no, podías si quiera disfrutar más de la vista de lo que este mundo tenía, sinceramente te daba un sentimiento familiar...
Extrañabas Twisted Wonderland, es decir, si quiera te estabas acostumbrando a vivir allí, luchando contra el mal como una típica protagonista de novela y ganando extrañas amistades. Ojalá este sueño termine y puedas despertarte. Ugh, ¿Desde cuándo un sueño dura tanto tiempo? ¿Y si piensas en despertarte?... ¿Funcionó? No.
— ¿Puedo descansar... Un poco? –Dijiste exhausta, estaba empezando a hacer calor por aquí y te sentías como una gelatina.
— ¡Nuestras más sinceras disculpas! –Respondieron al unísono las cartas.
Fue increíble la rapidez con la que armaron un picnic, dirías que la magia sí que estaba presente aquí, o al menos para explicar cómo sacaron esos postres y bebidas dulces. ¿Una sombrilla también?, sí, qué mágica tu imaginación.
— Mi más humilde reina, no soy digno de sus palabras, pero, ¿Dónde estuvo tanto tiempo? –Habló lo más calmada que pudo una carta de corazón, aunque no tapaba el escalofrío de sus manos.
— Sí... ¿Es usted, verdad? ¿Vino a cumplir su promesa, verdad? –Dijo sollozando una espada.
— ¿Qué promesa? –Dijiste curiosa, si esto era obra de tu sueño, esperabas la cúspide de la creatividad.
— ... ¿No lo recuerda? –Se vieron estupefactas las cartas.
