El lugar era tan inmenso que suponía que los candelabros que su prometida había pedido se verían bastante elegantes, él no tenía duda alguna de que había hecho la mejor elección cuando le propuso matrimonio hacía tres años atrás, faltaban cuatro semanas para la boda y era el encargado de supervisar todo ya que ella se había ido a New York en busca del mejor vestido de novia.
Se giró sobre su mismo eje, con las manos metidas en las bolsas de su elegante pantalón de vestir, su teléfono no paraba de sonar, suponía que por asuntos de trabajo, pero en ese momento no le interesaba nada más que aquel lugar quedara tal y como su prometida le había pedido que lo dejara.
Avanzó lentamente cuando su mejor amigo entró al lugar, observando con la boca abierta a su alrededor, pero con una sonrisa burlona acompañando la sorpresa de que aquello no fuese tan espantoso como ambos habían pensado al inicio.
—Tiene un gusto magnifico, aunque... bastante dudoso al inicio –admitió el hombre en un tono divertido.
—Desde luego que tiene un gusto magnífico, después de todo, está a cuatro semanas de casarse conmigo.
—Después de que juró en el colegio que jamás dejaría a su ex por ti, me sorprende que estén a punto de dar un paso tan importante en sus vidas –aceptó.
—Ya lo sé, pero se lo dije, que ella era para mí, no importaba cuanto tiempo le tomara darse cuenta, yo estaría esperando.
—Dime, ¿Cuánto tiempo después de eso cayó a tus pies?
—Enamorar a alguien es cuestión difícil, no algo como una competencia –le respondió.
Su amigo se burló de él, había cambiado muchísimo estando con ella, nunca había sido un rompecorazones, tenía mucho éxito con las mujeres, desde luego, lo encontraban bastante atractivo, había tenido algunas novias, pero en cuanto su prometida accedió a salir con él, todo su mundo se centró en ella, no podía decir que había sido el ser más fiel del mundo, porque la vista es muy natural, pero de ahí, a acostarse con alguien más o de cualquier otra forma, nunca había pasado, no había mujer en el mundo que pudiese interesarle más que su prometida, vivía y se desvivía por ella.
Después de todo, le había prometido bajarle el mundo, hacerla tan feliz como le fuese posible, tenían cinco años saliendo, y tres de esos cinco, comprometidos, por fin, por fin la vida estaba llevándolo a la cima de su felicidad, en cuatro semanas, sería el hombre más feliz del mundo.
—Tengo que prepararte la mejor despedida de soltero del mundo –habló su amigo, señalando al horizonte.
—Nada de extravagancias, por favor –soltó irritado.
—Extravagancias, dime ¿Cómo cuáles?
—Bailarinas, prostitutas, lo que sea que se te ocurra, no todas las despedidas de soltero tienen que ser así.
—Bueno, normalmente ese tipo de fiestas es para que el novio pueda ver lo que está a punto de dejar en el pasado, ya sabes, que hay más mujeres y las está dejando a todas, solo por una, pero tú –se burló –ya las has dejado desde que te dio el sí, a ser tu novia.
—Lamento que no conozcas algo tan básico en una relación, ¿qué chiste tiene estar con alguien si vas a estar con otras? Mejor quédate soltero –se encogió de hombros.
El chico se alejó cuando la planeadora de bodas se acercó con un par de libros abrazados, el otro hombre hizo un bufido y puso los ojos en blanco, odiaba el carácter tan débil y sumiso que su mejor amigo tenía, ella dominaba todos los aspectos de su vida, desde lo que vestía hasta lo que comía, pero él siempre se enfadaba cuando alguien se lo hacía notar.
ESTÁS LEYENDO
Wicked Games || Drinny
Fanfiction[AU] En un juego tan peligroso como ese, hay muchas reglas, pero la primera y la más estricta: jamás te quites la máscara, no muestres al contrincante tu verdadero rostro. A Ginny Weasley no le importan las reglas, ella sólo quiere jugar para vengar...