Kelly la miró de reojo, aprovechando que se había dado la vuelta para mirarse en el espejo de su cuarto. Se fijó en cómo se marcaban sus rodillas y en lo finas que parecían sus piernas bajo la horrible falda rosa. Le quedaba grande el uniforme. Era un uniforme feo. ¿Qué talla sería? ¿Una M?¿Una S incluso?
-El gerente es imbécil- suspiró Harper, retocándose el moño bajo que se había hecho de cualquier manera. No le favorecía. Con una coleta alta estaría más guapa. Pero bueno, al menos lo había hecho bien con el maquillaje; se le veía el labio un poco hinchado, pero ya, y eso que debía de tener la cara hecha un Cristo.
-¿Qué tal pagan?- preguntó, pasado los dedos por su pelo. Cogió una de las puntas y comprobó que el color rosa aún seguía ahí, tan brillante como debía estar.
-Bueno, las propinas no son malas del todo, hay mucha gente de paso- la rubia se dio la vuelta, con el cigarrillo entre los labios.
-Pensé que habías dejado de fumar.
-Bueno, ahora tengo algo más de pasta… Joder, perdona, perdona tía, a lo mejor esto no te viene bien.
-Bah, no te preocupes- Kelly hizo un gesto con la mano derecha, restándole importancia. Se recostó hacia atrás, aún en pijama. Harper tenía mala pinta, como siempre, como si estuviera enferma o algo así, con las ojeras y toda la movida. Incluso estaba más delgada. Se mordió la lengua.
-¿Cómo te encuentras?- preguntó, sentándose a los pies de la cama.
-Bueno, bien- la morena se encogió de hombros, como restándole importancia al escozor de su vientre- No noto nada.
-¿Tu madre no te ha dicho nada?
-Le he dicho que estaba enferma, sin más. Unos días en cama y ni se nota- repitió Kelly. Sabía que Harper se lo creía. A Harper, cuando ya la tenías, se la colabas siempre, era un fallo que tenía la chica. Pero bueno, que estaba bien. Era bonito, en cierta forma, que confiara así en ti.
-¿Cuánto te ha cobrado el chino?-quiso saber.
-Lo mismo que la otra vez, 250 pavos, mi padre guarda pasta por ahí cada vez que viene. Como mi madre se lo gasta sin control ni se enteran cuando pillo yo algo, total, las broncas las van a tener igual…-se desperezó- Oye, ¿en ese bareto tienen hueco para alguien más?
-¿Para ti?¿Quieres curro?- Harper levantó una ceja.
-Bueno, a lo mejor, no creo que sea muy complicado, ¿no?- sonrió Kelly.
-Pues no, no lo es, si quieres pregunto…
-Nah, déjalo, tampoco me corre prisa y, la verdad, paso de limpiar la mierda de camioneros y reventarle las arterias a gordos. Sin ofender, ¿eh?- añadió.
-Es lo que hay- respondió su amiga.
Era un poco molesta a veces esa pasividad de Harper. Bueno, la mayoría de las veces estaba bien porque nunca ponía pegas y siempre estaba de buenas, sobre todo unos años atrás. Ahora se había vuelto algo más aburrida, pero por lo menos se dejaba ver el pelo: cuando estaba con Tommy y con Boo, entre trabajar y cuidar de ellos no tenía tiempo ni para dormir. Parecía algo más saludable ahora, al menos. Aunque fuera difícil de creer.
Le venía bien desquitarse. Luego se sentiría culpable, pero qué le iba a hacer.
-¿Qué hiciste anoche?
-Cuando salí de currar fui con estos un rato.
-¿Sí?- Kelly se esforzó por dejar su cara de pocker bien puesta. Se miró las uñas, perfectamente pintadas del rosa que combinaba con el que se había puesto en el pelo- ¿y eso?
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Manchados
AléatoireLa tribu de los manchados se había ganado su nombre por la mancha en el rostro de su líder, Tiago, un espectro blanco que cruzaba el color canela de su frente, de sus mejillas. Eran seis y se les conocía en el barrio por esos pequeños delitos consta...