Tus Ojos Con Lujuria

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Normalmente llamaría directamente a la puerta o cogería la llave que sé que está junto a la maceta de la entrada. No quiero tener que explicarle que narices hago a las tres de la mañana en su casa.

EL alcohol se ha llevado cualquier rastro de coherencia, pero no hay mejor manera de definirla que pronunciándola. Carol se te mete dentro, se adueña de tu ser sin que te des cuenta.

Carol es quien tú quieres que sea. Me di cuenta una tarde en la que salía de la ducha y, cuando me quise dar cuenta, ella estaba ahí de pie, mirándome fijamente. Ni siquiera fue el hecho de que estuviera ahí, sino su voz. Ya no sonaba aguda ni empalagosa ni dulce. Sonaba ronca, atrevida y seductora.

Intento recordar cómo hemos llegado a esto cuando la puerta se abre. No dice nada, a Carol no le hace falta hablar. Se hace a un lado y entro. Cualquier otra persona me preguntaría como estoy o qué hago en su casa borracha a las tres de la mañana. Pero Carol pone música, pone 'polvo de mariposas' de Vanesa Martín, coge su guitarra y se sienta al borde de la cama. Empieza a tocar varios acordes, sin llegar a emitir ninguna melodía. Me tumbo a su lado y la miro durante lo que me parecen horas.

Empieza a sonar las primeras notas de la canción.

"A veces me encuentro contigo
Cuando no te espero
Tras la sorpresa me toca pensarte
Érase una vez este maldito cuento"

No puedo apartar mis ojos de sus dedos finos. Un cosquilleo me recorre el cuerpo y el corazón empieza a darme martillazos. Quiero tocarla, quiero quitarle la guitarra, tocar hasta que me sangren los dedos, hasta que me consuma el olvido, hasta que no exista nada más que la música y yo. Quiero tocarla. Quiero dejar de sentir. Quiero tocarla. Quiero tocarlas.

"Aún sigo creyendo en el polvo de las mariposas
No quiero unas alas que vengan ya rotas
El mar siempre supo guardarme el secreto"

Es consciente de cuánto la deseo y lo culpable que me siento por hacerlo. Me muero por recorrer la curva de su cuello, los pechos voluminosos que no puede esconder bajo esa camisa estrecha, la manera en que se pasa la lengua por el labio inferior y la manera en la que levanta esa maldita ceja que me tiene loca.

Sus ojos verdes me atraviesan. Me encojo por dentro y el alivio que siento al darme cuenta de que no me juzga, de que nunca lo hará.

Me fijo en cómo su pecho sube y baja con cada respiración, la manera en la que los dedos de sus pies me acaricia el muslo por encima de la tela del pantalón.

"No pude dejarte la puerta entreabierta esa tarde
Hacerte pasar para nunca agarrarte"

Carol sonríe y deja la guitarra en en suelo antes de acercarse más. Me acaricia la rodilla como segundos antes acariciaba la guitarra. Trago saliva. Me observa, a la espera. No hay expresión en su rostro, solo está esperando a que naufrague en ella. Así es como funciona. Carol siempre espera. Es como darle un arma cargada a un suicida, una tentación que difícilmente puede dejar escapar. Tengo el poder en mis manos de poder elegir, siempre yo. Y eso es lo peor de todo, porque siempre será mi responsabilidad.

"Yo no pude meterte en la caja de historias pendientes
Hablarte bonito mientras te me duermes
Quedarme tu tiempo a cambio de nada"

Somos dos imanes y sé que si me acerco, si la acepto, todo se desmoronará. Sé que si cruzo la línea, estaré muerta. A veces no necesitas dejar de respirar para estar muerto.

"Te sentí tan dentro que a veces
Presiento que estás a mi lado
Me gusta contarte lo que me ha pasado
Hasta que descubro que he hablado sola"

Me dejo llevar cuando la agarro de la nuca y dejo que nuestros labios se acaricien. Somos dos imanes atraídos por una fuerza magnética que ya no intento comprender. Me uno a ella con todo lo que tengo: deseo, odio, desesperación, culpa. Estamos rotas. Vencidas. La toco como un náufrago que busca encontrar tierra firme en su cuerpo, la beso desesperada por perderme en ella.

Y mientras cedo a todo lo que siempre me he negado, consigo el olvido. No importa lo que pasó entre nosotras, no me importa el dolor que me recibirá cuando todo termine y salga de la casa de Carol; en este momento el ahora se mide en cada centímetro de su piel. Tengo tiempo, aún me queda mucho por recorrer. Un segundo, una caricia. La culpa sigue ahí, escondida, se asoma en cada respiración, en cada gemido.

"Te sentí tan dentro"

Y mientras continuamos besándonos sé que lo he jodido todo, que no hay retorno, que me odiará aunque solo sea un estúpido beso que no llega a más porque la aparto, asqueada de la persona en la que me he convertido. Nos miramos con los ojos cristalinos mientras la canción termina de soltar sus últimos versos.

"A veces me encuentro contigo cuando no te espero
Tras la sorpresa me toca pensarte
Érase una vez este maldito cuento... "

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La Luna Llena Y Mis Ganas De Luchar Por TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora