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𓍊𓋼𓍊𓋼𓍊𓋼 La entrega del pan 𓍊𓋼𓍊𓋼𓍊𓋼

𖡼.𖤣𖥧𖡼.𖤣𖥧 𓆏Narras tú 𓆏 𖡼.𖤣𖥧𖡼.𖤣𖥧

Al rededor de las 5 de la tarde, cerré la tienda y me dirigí a meter las canastas con los pedidos en la carreta, que sostenía el burrito.

Al final limpie un poco mi ropa, que estaba manchada de harina y salí de casa para empezar a entregar los pedidos.

Era adorable ver como las señoras me regalaban comida y dulces en agradecimiento por llevarles el pan y los pasteles.

Ya veo de donde Ana consigue tanta comida.

Y para el colmo no comparte ni una empanada.

Seguí entregando los pedidos, hasta que por último tocó el de la casa Madrigal, me dirigí allí, pero mi paz se fue al notar que habían muchas personas en la casa.

Había ruido y todos organizaban cosas.

Recordé que mis hermanas me habían dicho algo sobre una ceremonia para el miembro más joven de la familia.

Suspiré y tomé las canastas con los pedidos de la señora Pepa y entré a la casa, caminé un poco mirando a los alrededores para ver si la veía.

No me encontraba tan cómoda al rededor de tantas personas.

Me sentía muy pequeña, más de lo que ya era.

Sentía la necesidad de hacerme invisible para que nadie me notara, así tal vez, sería más fácil.

Seguí mirando para ver si encontraba a la señora Pepa, pero choqué con alguien en el camino, y las canastas casi terminan en el piso si no fuera por la persona que me sujetó antes de terminar hecha un desastre.

¡Camilo!, debes tener más cuidado.— Dijo Luisa mientras me ponía derecha con su mano y luego se daba la vuelta para bajar tres barriles que tenía en la otra mano.—

Vaya, esa chica si que era fuerte.

Arregló un poco mi ropa y luego me quitó las canastas de la mano.

Camilo, estas son las entregas de la tía Pepa.— Ella revisó las canastas.— Llévalas a la cocina, y las conté, así que ten cuidado de comerte algo.

Como digas prima, adiós linda, lamento haberte hecho tropezar.— Dijo el.— A la próxima ten más cuidado

Lo miré con pena, tenía razón, era algo distraída.

Camilo... Es un tonto, ignóralo, le gusta hacer esas bromas. ¿Te encuentras bien?.— Preguntó con preocupación.—

Oh, sí, claro.— Dije con una sonrisa.—

No lo estás.— La miré confundida y ella me cargó para llevarme a la cocina y sentarme sobre la isla de la cocina.— Tu rodilla

Miré mi rodilla y noté una especie de rasguño y algo de sangre, recordé que aveces a las canastas le salían cositas puntiagudas por las puntas.

Bread and cake. {Luisa Madrigal x Female reader}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora