La cena

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Narancia siguió a Fugo de cerca, admirando todo lo que pasaba frente a sus ojos. La edificación era mucho más pequeña que la mansión del padre de Giorno (pues superar la ostentosidad de Dio Brando es una tarea casi imposible), pero eso no la hacía menos impresionante. El jardín era bonito, aunque en un estilo más "ordenado" que el de el señor Brando o la señora Joestar (pues en ambos casos, Giorno había saturado cada rincón disponible con plantas compatibles con el clima). Había un largo sendero de mármol tenuemente iluminado que conectaba la entrada y las construcciones aledañas a la casa principal, así como pequeñas farolas colocadas de forma estratégica que hacían de la oscuridad alrededor algo menos intimidante.

—Panna... Tenemos que jugar a las escondidas aquí. — Declaró Narancia. Estaba identificando algunos buenos escondites de una vez, por si se daba la oportunidad.

—Tal vez otro día.

Narancia decidió ignorar el "tal vez" y quedarse con el "otro día".

Pasaron a la sala, que más que sala, parecía un pequeño museo. Narancia quería dedicarse a admirar las pinturas extrañas, pero Fugo tenía otros planes.

—¿Recuerdas todo lo que ensayamos?— Susurró, temiendo que alguien pudiera escucharlos, a pesar de que no había nadie a varios metros a la redonda.

—Claro que sí. — Respondió, confiada. De todas formas, no estaba de más un repaso rápido.

—¿Cómo nos conocimos?

—En Discord.

Pannacotta sintió que estaba a punto de cometer un homicidio. Era una fortuna que no tuviera nada con punta en la mano.

—Narancia...

—¡Ah, cierto! En la fiesta de Giorno. —Pannacotta suspiró, aliviado.

—Y somos novios desde...

—Hace dos semanas.

—Desde el veinticinco de febrero, pero eso también sirve. Y solemos vernos los... — No pudo continuar, pues una voz femenina y pasos acercándose interrumpieron la conversación.

—¿Pannacotta? ¿Ya estás aquí? — Narancia entendió de inmediato por qué Panna era tan guapo. Su mamá (supo de inmediato que era su mamá, pues el parecido era innegable) era una mujer hermosa, aunque, debía admitirlo, ligeramente intimidante. Tenía el mismo cabello rubio que Pannacotta, solo que completamente lacio, recogido en un chongo perfecto, así como la misma nariz, labios, tono de piel y forma de rostro: Lo único distinto eran los ojos, mucho más alargados y color avellana en vez de violeta.

—Sí, madre.

—Supongo que la señorita que te acompaña es tu novia.

Fugo tragó saliva.

Oficialmente, comenzaba el espectáculo.

Iba a decir su nombre...

Pero antes de poder hacerlo, Narancia dio un paso al frente.

—¡Es un placer conocerla, señora! Mi nombre es Narancia Ghirga.

La mujer arqueo una ceja, ligeramente intrigada por la chica.

—Fragola Fugo. El placer es mío, querida.

Ese querida fue suficiente para que Fugo supiera la actitud que su mamá tomaría durante la cena. Tal vez no abiertamente hostil, pero altanera. No era el peor escenarios, pero tampoco el mejor. Probablemente haría algunos intentos de intimidar en forma de insinuaciones sutiles de "soy mejor que tú".

Novia de emergencia. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora