Baji Keisuke, un alfa que siempre tuvo la impresión de que los omegas eran personas debiles con necesidad de ser protegidas.
Chifuyu Matsuno, un omega que llegó a su vida de forma tan salvaje que de inmediato transformó sus opiniones, dejando a Baji...
Llevaban varias semanas saliendo, y para sorpresa de todos no hubo ningún contratiempo alarmante en el proceso.
Los amigos de Baji constantemente le decían que era como si tuviera a Chifuyu en un pedestal, lo cual al rubio le divertía y le provocaba cierta ternura.
Chifuyu ciertamente se sentía más engreído por tener a Keisuke gruñéndole a todo aquel que se le acercara con intensiones perversas, pero luego obtenía su otra faceta: la dulce y atenta que siempre parecía estar pendiente de la más mínima cosa que lo inquietara. Como aquella vez que lo acompañó a una tienda de mangas y tuvo a un degenerado echándole el ojo todo el tiempo. Baji afortunadamente notó el momento en que el tipo había decidido acercarse al omega –el cual estaba ocupado escogiendo que mangas llevar– claramente con intensiones no muy buenas. Le había dado un apretón en el hombro, no con la fuerza suficiente para lastimarlo, pero sí para dar a denotar que era una advertencia.
—Si te atreves a hacerle o decirle algo inapropiado, te romperé todos tus asquerosos huesos —le susurró junto al oído, dejando al chico petrificado, que asintió en medio en medio de su conmoción.
Estaba por decir algo más para concluir, pero la tierna voz del omega llegando a sus oídos lo interrumpió.
—¡Baji!
—¿Sí, mi amor? —Volteó a verlo con la expresión más sonriente posible, casi desprendiendo su aire de fascinación, incluso su voz se suavizó.
El tipo sin importancia había aprovechado ese momento para escapar del temible agarre de Baji.
—Ya encontré el que quiero, ya podemos irnos —sonrió y Keisuke sintió como su barra de enamoramiento aumentaba un nivel más.
—Claro, ¿quieres que te los pague?
—Nop, yo tengo dinero.
Nadie de la ToMan lo conocía aún, pero Mikey apodaba al desconocido omega como "el domador de Baji", al ser el único con agallas suficientes para domesticarlo: Keisuke había mejorado su comportamiento en todos los aspectos posibles, incluso renunció a su pasatiempo de quemar autos.
—Necesito conocer al omega que logró enderezarte. Ni siquiera Mikey ha logrado eso —Draken le comentó un día en el que ambos estuvieron solos dedicándose al arreglo de sus motocicletas.
—Meh, las ordenes de ese enano me resbalan —Baji respondió con petulancia—. Pero, Chifuyu es otra historia. Él es una buena persona y si dice que algo está mal, es porque está mal. Y yo le hago caso.
Draken soltó una carcajada estruendosa. Las mejillas de Baji rápidamente se azoraron por la vergüenza.
—Te tiene comiendo de la palma de su mano, prácticamente —Ken se burló.
—Ja, como si esa pulga rabiosa no te tuviera peor —Baji contraatacó, cruzando los brazos y alzando la cabeza con altanería.
—Cuida tu boca ahí —advirtió apuntándolo con una llave inglesa—. Como sea, hablando en serio, este omega parece bueno para ti. Tienes suerte de que no se trate de un omega terco, caprichoso e infantil... —Carraspeó la garganta ante la mirada ligeramente desconcertada de Baji—. Quiero decir, no lo arruines con él.
—¡Claro que no! Chifuyu es el amor de mi vida. El universo conspiró a mi favor para conocerlo. No lo dejaré ir —decretó y Ken solamente pudo suspirar divertido por la exageración que se estaba montando Baji.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.