euphoria 2: capítulo 4

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No sé sentía bien. Sus pies andaban con torpeza con cada paso que daba. Empezó a llorar. Porque, por una parte extrañaba sentirse así, pero por otra parte se odiaba verse en aquél estado.

No bastó con caminar unos pasos, y ver cómo Nate y Fez parecían mantener una charla. Cómo Maddy y Summer. Y tampoco bastaron dos segundos para ver a Nate en el suelo luego de que el dealer rompiera una botella en su cabeza.

Golpe tras golpe. Y no sé cansaba. Podía haber parado con el primer golpe, pero Fez es así cuándo está enojado. Y si Ashtray estuviera en el lugar, probablemente terminaría con un gran hoyo en su cabeza.

Summer se acercó a la ronda, comenzando a gritar que los detengan. Aunque, no sabía porque generalizaba si Nate parecía gozar de los golpes al no ver ni un movimiento suyo. Pero estaba temblando.

Fueron dos segundos para que Fezco lo soltara y mirara fijamente a Summer. Probablemente sin reconocerla, o por el enojo acumulado no podía pensar con claridad porque en ningún momento se acercó hacia ella.

Sentía como su alma dejaba su cuerpo cuando dirigió su mirada hacia Lexi, quién miraba la escena perpleja. No la odiaba. Su envidia corría por su sangre. Lexi se dió cuenta de la mirada de Summer hacia ella, y dió un paso atrás al ver cómo la mujer estaba desechando algunas lágrimas.

—¡¿Dónde vas?! —preguntaron detrás de ella mientras se marchaba del lugar.

—No quiero hablar, Rue. —la fulminó con la mirada. Tal y como ella hacia cuándo sospechaba de alguna rara situación.

—Estás drogada. —Summer negó —No fue una pregunta. Fue una afirmación. Estás en las putas drogas otra vez.

—¿Y porqué putas te tendría que interesar lo que me pase? —tomó su cabeza y dejó de caminar para agacharse —Lo lamento. No quería hablarte así.

—Yo también estoy en una recaída. No te juzgo.

No pasó como realmente esperaba que pasara. Fez no corrió hacia sus brazos. Ni tampoco le susurró en el oído todas las cosas que él se iba guardando cada día. Pero a Fez no le importó. Estaba tan enojado, que no la había notado. Pero de todas maneras, estaba enojado.

Enojado porque Summer volvería a ver a Nate. Enojado por tener aquél temor que suelen tener todos ellos cuándo forman su familia. Enojado porque no supo nada de ella desde un tiempo.

Volviendo al principio. Ella deseaba ser Lexi en aquél momento. Y probablemente el resto del año. Así como también en su momento se había comparado con Cassie, Maddy, Jules y todas quienes la rodeaban. Ella deseaba ser alguna de las otras chicas, excepto ella misma porque en ese momento se odiaba. Y se odiaba demasiado.

En toda la noche se había ido a dormir a la casa de Rue. Admiró las fotos que tenía colgadas en la pared con Jules, y deseó tener una relación sana como la de ellas.

Había llorado toda la noche, junto a Rue a su lado quién sobaba su brazo para que se calmara. Sus ojos estaban hinchados, sus ojeras eran notorias. Lo había planeado tan bien, que ni siquiera salió como ella esperaba.

Y era lo que estaba esperando a hacer. Tomó una corta ducha. Colocó su misma vestido de la fiesta, unas zapatillas de Rue y un saco de Rue.

Salió con su pelo mojado. No le importaba su apariencia. Pensaba que, mientras más lo planeaba, peor podía pasar.

No le importaba Nate, así como el a ella sí. Su mente era sólo el traficante de drogas, el que era su única adicción.

—Hola. —preguntó alguien a su lado —¿Necesitabas algo? —Summer abrió la boca en cuánto vió a la joven que se encontraba en frente de ella.

—Estaba buscando a alguien. Lo lamento, ¿Está Fezco aquí?

—Si, está detrás de la tienda. Soy Faye, por cierto.

—Summer.

—¿Eres la famosa Summer? Eres como una leyenda. Dime, cuándo tuviste tu sobredosis, ¿Viste a Dios o algún ente? —Summer sonrió y negó —Esto es tan loco.

—Bueno, en realidad ví a Dios. El quería llevarme y no lo dejé. Es como en las fotos. —decidió bromear.

—¿Está bueno? ¿Te acostaste con el? —Summer asintió —No puede ser. —unos pasos se escucharon.

—Bro, ¿Cuántas veces tengo que decirte que no hagas preguntas personales a los clientes? —ni siquiera había levantado la vista, porque estaba contando dinero.

—Vio a Dios. Y ella dijo que se cogió a Dios. —dijo Faye con una sonrisa en el rostro.

Poco a poco, Fez quería saber de quién hablaba. Sintió su corazón latir rápido, cómo si estuviera corriendo una maratón de Francia. Pasó su mano por su cabeza, sin poder creer lo que estaba viendo. Faye de equivocaba. Summer era el mismísimo Dios.

—¡Fezco! Abre la puerta. —dijo Rue mientras golpeaba sin parar las rejas.

Él estaba tranquilo en aquél momento. Ni siquiera había tomado el teléfono. El abrió lo más rápido que pudo.

—Tengo que decirte algo.

Estaba aterrado. Rue con sus drogas o, algo más. Vió como la morena jugaba y tronaba sus dedos causados por el nerviosismo. Pero no podía salir de su boca.

—¿Por qué estás actuando así, Rue?

Se lo dijo. Aquél lugar dónde estaba parado parecía ser su favorito por unos diez segundos justo antes de golpear y romper todas las cosas que se encontraban a su al rededor. Rue sólo se tapó sus oídos. Ash miraba desde un costado con su cabeza agachada.

Y sólo se le ocurrió una sola persona causante de todo esto, además de él mismo. Nate. Maldijo, y golpeó cada objeto que tenía a su al rededor pensando que era él. Y podía sentir cómo Jacobs estaba en el hospital, probablemente rogando por su vida cuándo la había convertido en un infierno.

—¿Qué te trae por aquí? —preguntó mientras acomodaba unos paquetes para sentarse en el mostrador.

La sonrisa de Summer desapareció por unos segundos. Otra vez. Ni siquiera sabía porqué estaba allí. Porque sabía que Fezco merece a alguien que no sea ella.

Su vista se tornó en un tono grisáceo.

Esperaba que Fez la uniera en un cálido abrazo de bienvenida. Que le susurrara al oído las cosas que quería escuchar desde su propia boca, y no sólo su falso escenario de todas las noches antes de dormir. Estaba decepcionada. Era como si todo pasara en cámara lenta.

Fez no lo demostraba. Pero adoraba el vestido que llevaba puesto acompañado de una mala combinación de unas zapatillas que reconocía perfectamente. Y, eso fue algo que afectó aún más en su repentina llegada. No había sido el primero en enterarse, cuándo el quería mostrarle éste nuevo mundo.

Y, ¡Rayos! Amaba en la manera en la que Summer estaba con una sonrisa hace unos diez segundos. Ver su entusiasmo. Y estaba seguro de que ella esperaba algo más privado.

Quería contarle lo mucho que lo había extrañado y anhelado todo éste tiempo que no estuvieron juntos. Contarle como, ella, estaba yendo a terapia, contando aún, con más apoyo a su lado.

—Solo vengo por una soda.

Los ojos del colorado se cristalizaron al escuchar por primera vez, en mucho tiempo, sus primeras cinco palabras dirigidas hacia él. Vió como se dirigió, arrastrando los pies, hacia una de las heladeras. Probablemente tomando una soda de limonada que tanto le gusta.

—¿Cuánto es?

—Cortesía de la casa. No te preocupes. ¡Lexi Howard! ¿Cómo estás?




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¿qué creen que pase? los leo! <3 y los veo el próximo domingo!

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