Capitulo 5

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El jefe y su empleado no se daban abasto en su veterinaria para atender a los pobres animales que esperaban desde hace media hora.

Deaton tuvo que mantener la clínica cerrada y atender a las personas que aún quedaron dentro del local. Scott ayudaba a quitarles el dolor a los animales mientras su jefe los curaba, suturaba las mordidas y los vendaba.

Fue duro, pero después de un arduo trabajo de algunas horas, finalmente lograron atender a todos los clientes. Está demás decir que acabaron exhaustos.

Mientras Scott tomaba asiento en la sala de espera para descansar y relajarse, deaton entraba a la misma habitación con un trapo en mano y limpiándolas con el. Llegó al escritorio y se sentó para descansar al igual que su empleado.

Entre ese momento de tranquilidad, ambos sujetos respiraban un poco acelerados debido al agotamiento que sobrepasó sus límites, y Scott fue el que se llevó la peor parte, ya que se encargó de quitar una cantidad desmesurada de dolor.

Y cuando por fin lograron encontrar la tranquilidad, Alan y Scott sostuvieron contacto visual.

- ¿Pasa algo? Te veo algo aturdido. -habló deaton con un poco de intranquilidad.

- Solo no logro entender. ¿Un hombre lobo que mata mascotas? -scott apoyó su cabeza en la pared que tenía detrás.

- No, Scott. Un hombre lobo que lastima mascotas. Esas heridas fueron lo suficientemente profundas para lastimar al animal, pero no tanto como para matarlo. -el veterinario colocó sus manos sobre su escritorio.

- Aún peor.. ¿Que clase de hombre lobo va por ahí mordiendo por gusto a los animales? -el moreno enderezó su cuerpo para ver a su jefe.

- No me parece que lo haga por gusto, más bien parece como si se estuviera defendiendo de ellos. Algunas de las heridas solo entraron y salieron rápido. Ni siquiera hay indicios de forcejeo o algo que me haga suponer que ambos hayan peleado a muerte. -el señor cruzó los brazos por la intriga.

- ¿Y que haremos?, ¿Cómo lo detenemos? -el lobuno adolescente se levantó y caminó al escritorio de su consejero.

- No lo sé. Aún tengo que atender un perro que está en la camilla. Entre todos los demás, este es el más delicado. Vete a casa, mañana pensaremos en algo. -Deaton le regala a Scott una sonrisa.

El moreno chico aceptó y caminó a la sala de operaciones para tomar su teléfono. Al entrar, vio aquel perro que había mencionado su jefe hace un momento.

Caminó e intentó tranquilizar al animal con suaves caricias, pero cuando el canino giró su cabeza para observar a Scott, rápidamente tensó todo su cuerpo y comenzó a ladrar frenéticamente haciendo que el adolescente retrocediera asustado.

Deaton entró a la habitación y caminó hasta la camilla de metal para calmar al perro, mientras que miraba con detenimiento a su empleado. Alan tenía una ligera sospecha, pero no quería sacar conclusiones tan rápido.

- Tranquilo, seguramente sigue asustado. -el veterinario le explicó a Scott la actitud del animal.

Mccall asintió y se despidió de su jefe. Salió de la veterinaria y se dispuso a caminar nuevamente a la casa de su amigo Stiles. Si se llega a enterar que salió sin avisar, no lo perdonará.

Al llegar, Scott pudo entrar por la puerta, como lo haría una persona normal, pero optó por entrar por la ventana de la habitación de Stiles. Con ayuda de un árbol, mccall escaló con agilidad y entró con una maniobra al cuarto de Stilinski.

Al tocar el suelo, todo su ser cambió abruptamente. Aquello le parecía como un dejávu, como si lo hubiera hecho antes. Un nublado recuerdo llegó a la mente del chico quien se desconcertó por completo.

ANIMAL - ScilesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora