There's an ache in you, put there by the ache in me

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Percy atravesó veloz el living cargando una caja de cartón, sin notar la cara de pánico de Annabeth sentada en el sillón.

Cuando entró a la cocina su madre, que estaba lavando los platos, lo miró de manera extraña pero él siguió como si nada.

—Traje las hojas que me pediste y algunas cosas que creo que te pueden servir —rio por lo bajo, apoyando la caja en la pequeña mesa de desayuno—. Solo no le digas a papá que robe todo este material de la oficina.

—Percy, Annabeth está de visita...

—¿Qué? —preguntó, todavía confundido mientras daba la vuelta— ¿Annabeth?

Asomó la cabeza y sentada ahí estaba ella, con una hoja en la mano mirándolo petrificada, lo cual no duró mucho porque apartó la vista y agarrando su bolso se acercó a la puerta.

—¡Gracias por todo Sally!, uhm, ¡Nos vemos! —Tan pronto como las palabras salieron de su boca cerró la puerta y se alejó del porche.

❋❋❋

Idiota, idiota, pensó Annabeth. Se estaba comportando como una niña, una niña estúpida que había olvidado su chaqueta en el apuro y se estaba congelando. No podía creerlo. Había hecho una escena digna de olvidar, huyendo como una rata asustada del lugar. ¿Qué otra cosa hubiera podido hacer? ¿Reaccionar como un ser humano normal? Noo, ella debía acobardarse como llevaba haciendo los últimos días.

—¡Annabeth! —Ay no. No podía estar pasándole esto—. ¡Olvidaste tu chaqueta!

Percy la alcanzó corriendo la media cuadra que había logrado avanzar en su autocompasión. No quería parar, no quería tener que verlo de cerca para darse cuéntalo mucho que todo había cambiado, solo quería desaparecer.

—¿Qué fue eso, Annabeth? —Ahora estaban cara a cara. Annabeth le arrebató el abrigo de las manos.

—Nada, Percy —Se puso la chaqueta y continuó su camino.

—No me digas que nada, claramente te pasa algo.

Dio media vuelta antes de hablar.

—Nada, Percy —soltó—. Es solo que creí que sería suficiente.

—¿Qué? —inquirió desorientado.

—Desde que me fui —dijo– he sacrificado mucho para terminar la carrera, completar mi tesis, graduarme, conseguir el empleo en la empresa que quería, porque pensé que me haría feliz. Y me hace feliz, pero no como yo creí que lo haría. Porque para llegar a eso tuve que dejar atrás todo, ¡Toda mi vida!

Se alejó unos pasos. Comenzaba a alzar la voz y realmente no quería parar, a pesar que en su cerebro ya se había activado la alarma: no sigas, frena cuando aún puedes, no la has cagado demasiado aún.

»Las personas que conocí en la ciudad son geniales, pero no son mi hogar. No son este pueblo. Y cuando volví, lo que más... —se le quebró un poco la voz—. Lo que más quería era sentirme bienvenida, sentir que pertenezco en algún lado...Yo, yo quería sentirme extrañada, y es estúpido porque obtuve todo lo que quise y me fui porque quise y aún así necesité volver. Necesito la validación de este lugar. Y también obtuve eso. —Una sonrisa sarcástica se le escapó entre las lágrimas—. Excepto de la única persona de la que en verdad lo necesitaba.

—Annabeth, espera. —Percy, que la había estado escuchando sin saber mucho que hacer, intentó acercarse un poco.

—No, Percy. Lo siento...Esto no debió pasar—lo cortó alejándose—. No está bien, tú no me debes nada.

Se secó la cara con las manos y se aferró a su bolso antes de dar media vuelta y caminar como si se le fuera la vida en ello.

Y Percy, todavía procesando todo lo que acababa de pasar, echó un suspiro sin moverse, observando como la chica se alejaba veloz para luego volver a la casa de su madre.

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'Tis the damn seasonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora