Even though I'm leaving

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Annabeth se sentía abrumada. Había salido corriendo de nuevo, pero esta vez fue mucho peor porque estaba entre las sábanas de Percy.

Eran las tres de la mañana y se había despertado ahogada dentro de la habitación. Salió de la cama con cuidado para no despertarlo, intentando mantener la compostura mientras sus manos temblaban.

Y no era porque se había acostado con Percy, Dioses no, esa había sido de las mejores partes. Fue el silencio cuando se despertó del sueño inmediato causado por el consumo de tanta energía. El silencio y el sonido de la respiración de Percy, el agarre fuerte de su brazos a su alrededor. Fueron los músculos de su espalda tensándose cuando, aún dormido, se acomodó en la cama.

Avanzó hasta encontrar la puerta del baño en la oscuridad. Se lavó la cara, pero no la hizo sentir mejor.

Supo que no podría seguir adelante. No podría continuar avanzando, viviendo solo como lo hacía cuando estaban juntos, sabiendo que tendría que dejarlo todo de nuevo.

Pidió un auto por la aplicación en su celular mientras se vestía. Su ropa estaba repartida en el piso del living y con cada paso recordaba el día anterior.

Con el cuidado que podía tener en ese momento y el corazón pesado salió del departamento.

❋❋❋

Percy estaba enojado. Y si, había hecho el voto tácito de no hacer nada pero no le duró más de seis horas. Se pasó el resto de la mañana en la cama huyendo de su cabeza que le insistía en que había hecho algo mal.

Cuando al fin se levantó, deseó que fuera lunes para poder ir al trabajo y no pensar. En Annabeth, claro, porque era lo único en lo que pensaba últimamente.

Pensaba en cómo había pasado años sin verla sonreír o en cómo se le revolvía el pelo por el viento cuando estaban cerca de la orilla. También pensaba en que se había ido.

Cuando el sol amenazaba con empezar a esconderse, decidió a hacer algo.

Se subió a la camioneta y condujo a casa de Annabeth con convicción.

Llegó a la puerta y tuvo que contenerse para no tocar demasiado fuerte y parecer un loco.

Tomó aire y dio un golpe firme. Frederick le abrió la puerta y durante un segundo solo lo pudo mirar a los ojos.

―¿Está Annabeth?

Frederick desvió la mirada.

—No creo que ella quiera verte, Percy.

Y una mierda. Claro que no quería verlo. No creo que le hubiera contado a su padre como lo había plantado luego de acostarse con él. Y estaba tan frustrado que debió notarse porque Frederick le dio una mirada de entre lástima y advertencia.

Casi le dio gracia pensar que años atrás esa mirada lo hubiera aterrado.

No insistió mucho más. Solo se despidió y volvió al auto. No encendió el motor, solo pudo soltar maldiciones al aire hasta que se le ocurrió una idea. No era ni la más madura ni la más eficiente, pero no es como si ella estuviera siendo nada de esas cosas.

Trepar el árbol del jardín de Annabeth no era igual que cuando tenía doce años. Aún así llegó a la ventana sin mucho esfuerzo y la tocó con impaciencia. Segundos más tarde ella notó el golpeteo detrás de las cortinas.

—¿¡Percy!? —Una expresión de sorpresa encendió el rostro de Annabeth. Corrió la tela blanca y abrió el panel para dejarlo pasar.

Cuando entró al cuarto se le revolvió el estómago de los nervios. No había caído en cuenta del frío que hacía afuera porque la adrenalina lo había opacado, pero gracias al contraste con la casa calefaccionada lo sintió de inmediato.

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⏰ Última actualización: May 16, 2022 ⏰

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