Estaba sentada en la arena con la cabeza de Percy sobre sus piernas mirando al mar y todavía no eran las nueve de la mañana.
Jugaron a correr las olas como cuando solo tenían ocho años, escucharon música a todo volumen y bailaron como en el baile de graduación en la arena (y si, Percy volvió a pisarla, porque todavía era un terrible bailarín).
Pronto se hizo el mediodía. Las horas se esfumaron caminando por la orilla y besándose cada tanto, porque no iban a volver a privarse de los labios del otro.
Cuando el sol se empezó a alejar del horizonte y comenzó a alumbrar sus cabezas decidieron partir en busca de un lugar para almorzar. Subieron a la camioneta y avanzaron por la costanera meditando sobre las diversas opciones para una buena comida. Finalmente se decidieron por un pequeño restaurante que servía deliciosas variantes de pescados y mariscos.
❋❋❋
—Aquí es...
La puerta del apartamento de Percy estaba iluminada por la luz anaranjada del pasillo, lo que hizo brillar el tres de bronce que tenía atornillado. Annabeth esperó paciente a que abriera la puerta .
El espacio era medianamente grande, tenía una cocina (pequeña pero ordenada), separada por un tabique del resto del lugar. En el centro del ambiente se encontraba un sillón gris oscuro al cual se enfrentaba un plasma sobre una mesita de madera reciclada. Enfrentándolo había un escritorio mirando a una ventana junto a una estantería llena de libros y algunos marcos con fotos.
Se sentaron en el sillón en silencio. Ninguno de los dos se atrevía a soltar una palabra, pero estaba lejos de ser incómodo, tal vez porque llevaban hablando desde temprano o porque no era necesario hablar. Aún así Annabeth prendió la televisión con el control que se interponía entre Percy y ella. No se fijó ni que programa estaba pasando, solo se acercó un poco más a él. Antes de que pudiera apoyar la cabeza sobre su hombro la rodeó con un brazo. Así de cerca, con la cara casi pegada a su buzo, podía aspirar el aroma residual de la sal en su ropa. Casi de forma inconsciente, se acurrucó a su lado y cerró los ojos.
No fue mucho lo que duró esa sensación porque antes de que pudiera volver a abrir los ojos sintió sus finos labios sobre su boca. Sin evitar la sonrisa, que nació desbordada de felicidad, le correspondió el beso. Cuando al fin abrió los ojos de nuevo se encontró con una mirada a la cual casi no se le notaba el color por la oscuridad, solo el reflejo de la televisión. Esta vez ella lo besó, notando como la respiración de él se acelera por la expectativa. Sentada sobre sus piernas, unió sus lenguas profundizando el beso antes de perder la concentración al sentirse elevada en el aire. Se aferró fuerte antes de notar, al milisegundo de su exagerada reacción, que Percy la estaba cargando. Nada de esto detuvo el beso, sólo que el tiempo se ralentizaba para Annabeth y vivió la secuencia como en slow-motion.
No supo cómo, pero en algún momento atravesaron una de las dos puertas en la pared opuesta al sillón. El cuarto de Percy no estaba muy amueblado que digamos, con una sola mesita de luz y un ropero, no fue difícil llegar a la cama. La ropa se había perdido en el camino, pero no sentía frío. Su cuerpo le era familiar y no quería separar su piel de la suya ni un milímetro. Era la sensación maravillosa de la unión, de lo conocido y lo nuevo. De lo inexplorado, ya sea por la inexperiencia o la falta de tiempo que había precedido cualquier otro encuentro similar anterior que hubieran compartido. Se sentía viva, entre sus brazos, besándolo, pasando los dedos entre su cabello como sabía que le gustaba.
Antes de pensarlo, estaba apoyando su cabeza en su pecho tratando de regular su respiración. Trató de no dormirse, pero no tardó mucho en cerrar los ojos motivada por las caricias de Percy en su pelo.
❋❋❋
Los rayos del sol rozaron sus pestañas desde la única ventana de su habitación. Ya era domingo por la mañana, pero Percy no quería abrir sus ojos. No quería porque desde que su conciencia había despertado no sentía ese cálido peso sobre su brazo derecho con el que se había ido a dormir. No quería enfrentar la confusión y lo estúpido que se sentía, lo injusta que Annabeth estaba siendo con él. Porque creía que lo habían pasado bien, no solo la noche anterior,sino todo el día: caminando, hablando, sanando un poco lo que la distancia y el tiempo habían desdibujado.
Quería poder enojarse con ella, aunque sabía que eso no lo haría sentir mejor. Así que hizo lo que llevaba haciendo esos últimos años: quedarse quieto.
🖤🖤🖤
Hola! Gracias por leer. Lamento la demora pero he aquí la entrega del anteúltimo capítulo de 'Tis the damn season. Sí, la historia va llegando a su fin :( ¡Pero no se preocupen que va a haber un epílogo!
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'Tis the damn season
Fiksi PenggemarLuego de cuatro largos años de estudio, Annabeth vuelve de Los Ángeles a su pueblo natal para celebrar las fiestas y se reencuentra con su pasado 🖤🖤🖤 Hola, esper...