Luego de la escena en casa de Sally, Annabeth se sentía ridícula y derrotada. No mentiría diciendo que llegó a su casa y fue directo a la cama. No tenía ganas de hablar con nadie, en verdad. Esconderse en su habitación para siempre era la mejor opción.
En algún momento de la tarde, cuando sus padres todavía estaban en el trabajo escuchó un ruido y se despertó. Decidió que era suficiente lamentación por el día.
¿Había escapado en lugar de enfrentar la situación? Si, pero sintió alivio de decirle todo eso a Percy. En realidad, era la primera vez que se lo decía a alguien, porque decirlo en voz alta significaba que había fracasado. Y Annabeth no creyó que fracasaría. ¡Oh, soberbia afirmación! Esa voz esperanzada que vivía en sus oídos, el orgullo que crecía con ella cada vez que avanzaba, superaba, rompía expectativas... fue atropellado por la realidad. Se encontró sola, lejos de casa y desapareció. El sueño existía y la meta siempre sería la misma, pero, ¿Cuánto aguantas sin nada a cambio? ¿Sin aplausos, premios, felicitaciones? ¿Para quién era ese sueño? ¿Para la Annabeth que deseaba ser arquitecta, la niña que deseaba construir un mundo mejor? ¿O la que solo necesitaba la atención y aprobación del resto del mundo?
—¿Annabeth? ¡Annabeth!
Había llegado a la cocina sin darse cuenta. Bobby, sentado en la mesa la miraba extrañado, llevaba rato intentando llamar su atención sin éxito.
—Oh, hola —Se sentó a su lado mientras él seguía con su tarea.
—¿Qué haces aquí? Digo, no pensé que estarías mucho en casa hoy.
—Solo tuve un día... raro —sonrió para despejar la mente y se levantó a prepararse un café.
Bobby apoyó su cuaderno y miró a su hermana, que ahora le daba la espalda.
—¿Quieres contarme? —preguntó inseguro— Sé que no hablamos mucho, pero ambos estuvimos ocupados y estabas lejos...
—Es Percy...
—Ah —Bobby se arrepintió un poquito de preguntar. Había visto la relación de su hermana con Percy desde que tenía nueve. Y era todo lo que imaginarías de una relación, supo desde el primer momento que ellos de verdad se querían.
Pensó en decirle a Annabeth las veces que veía pasar el viejo Prius de Paul por la ventana del comedor, a pesar de que para hacerlo debía desviarse de la ruta directa al puerto. Al final solo dijo:
—No sé qué pasó, pero sé que él te importa y siempre va a hacerlo. Creo que debes aceptarlo antes que nada.
—Créeme, lo sé —respondió ella—. De lo que no estoy segura es de si aún le importo. ¡No sé nada de su vida desde hace años! ¿Y sí ya es tarde?
—Annie, son ustedes, ¿Okey? Nunca será tarde. ¡Son la razón por la que mis expectativas son altas! Tienes que darles tiempo de adaptarse de nuevo.
—Quizás tengas razón —volvió a sentarse— ¿Qué tienes ahí?
—Matemática, la odio y mi profesora no me tiene muchas expectativas así que quise adelantarme un poco en las vacaciones—Bobby volvió a acercar su cuaderno.
—Déjame ayudarte, por suerte tu hermana es igual de nerd que tú.
❋❋❋
La Navidad en casa de los Chase era un asunto. Siempre decoraban y tenían un gran árbol iluminado en la sala. Después de la cena se reunían alrededor de la chimenea y tomaban café o chocolate caliente. Cuando eran niños, Annabeth y sus hermanos se iban a dormir y abrían los regalos a la mañana siguiente, pero ahora que todos ya sabían se intercambian los regalos luego del postre.
Annabeth estaba especialmente emocionada por los regalos. Compró los suyos semanas antes de viajar en los espacios que encontraba en su horario: un libro para su padre, ropa para Elena y unos auriculares inalámbricos para los chicos. Se propuso olvidar lo que había pasado y solo disfrutar de la víspera navideña como tanto lo había deseado.
A la hora de la cena ya estaban todos en la mesa disfrutando del pavo relleno y el puré. ¡Podría jurar que era lo más rico que había comido en su vida, con la salsa de arándanos y la ensalada! Si, no recordaba la última vez en la que comió tanto. Como sea, luego aún le quedaba espacio para el postre: una riquísima tarta de manzana, la especialidad de Elena. La receta de la tarta era de su abuela al igual que la de las galletas de jengibre. Brindaron y abrieron los regalos, todos disfrutaron de lo que había elegido para ellos. Annabeth le agradeció a su padre por el ejemplar de la nueva novela de su autora favorita y abrió la bolsa que le entregó Elena. Admiró un lindo vestido azul, que era para el verano pero podría combinarse fácilmente con medias para poder usarse en el frío invierno.
Como todas las navidades, se sentaron junto a la chimenea y bebieron café y chocolate, vieron una película de navidad que estaba pasando en la tele y hablaron por horas hasta que subieron a descansar. Y Annabeth logró descansar como hacía años que no podía.
❋❋❋
La mañana de navidad fue igual de fría que la víspera. Annabeth despertó temprano. Había dormido como nunca, entre la comida y el estrés y ansiedad que manejaba últimamente, su cuerpo al fin le pasó factura por las desveladas de insomnio.
La casa estaba en silencio, todos aún dormían. Bajó las escaleras y atravesó el living hasta la cocina para servirse una taza de café. Levantarse temprano no quita que necesite cafeína. Prendió la estufa para entrar en calor y sentarse en el sofá a leer la nueva novela que le regaló su papá. O esa era su intención hasta que escuchó un bocinazo. Se acercó a la ventana ¿Quién diablos toca la bocina a las ocho de la mañana del sábado de navidad?
Tomó su abrigo y resignadamente salió al porche.
—¿Percy? ¿Qué haces aquí? ¡Es muy temprano!— No podía creer lo que sus ojos veían. Una camioneta azul con las ruedas embarradas estaba estacionada frente a su casa, y Percy estaba conduciéndola.
—Sabía que estarías despierta— dijo él, alzando la voz mientras sacaba la cabeza por la ventanilla baja—. ¿Quieres ir a dar una vuelta?
🖤🖤🖤
Hola! Lamento no haber podido publicar la semana pasada, espero que disfruten el nuevo capítulo!
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'Tis the damn season
FanfictionLuego de cuatro largos años de estudio, Annabeth vuelve de Los Ángeles a su pueblo natal para celebrar las fiestas y se reencuentra con su pasado 🖤🖤🖤 Hola, esper...