Wang Yibo sufre de problemas económicos, su padre lo dejó hundido en deudas con la mafia, para pagar dichos adeudos y proteger a su madre quién sufre enfermedad adquiere trabajo de Barman en uno de los bares más cotizados de Shanghai, su primer día...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El sol dejaba de posarse sobre el puerto de Veracruz, México.
Ahí Xiao Zhan residía desde hace más de 3 años con los padres de Nat. Un lugar caluroso la mayor parte del tiempo, donde las temperaturas normalmente se encontraban alrededor de los 36° grados pero, el frio tiempo también visitaba estos lugares cálidos con agresividad, o así lo sentían los residentes.
Para los pobladores, que la temperatura descendiera a 18° grados era tormentoso, se podía ver cómo se cubrían con suéteres lanudos, caminando por las veredas como si nevara. Zhan notaba esto extraño. En su habitación, la cama donde él dormía había sufrido un cambio radical, cortesía de la madre de Nat a la que ahora llamaba Tía Mari. Aquellas cobijas delgadas se habían transformado en grandes y gruesos sarapes con estampados de tigre, ellos lo llamaban "Cobija de tigre" la poderosa.
Aunque deseaba apaciguar el frio al que ahora no estaba acostumbrado con uno de aquellos caldos de pollo o pescado que preparaba la tía mari en los días de intenso calor, lo único tibio que conseguía era café con ricos panes de todas las formas posibles, redondas, con chocolate y hasta con figuras de animalitos.
En esa casa tenía una familia, la familia que siempre quiso tener pero, nunca le fue permitido.
—Zhan-Ge— interrumpió el hermano menor de Nat, Luis Gabriel. Sacando al mayor de sus pensamientos profundos.
—Te han llegado más cartas— alardeo colocándolas sobre la mesa junto con las tortillas que le había pedido su madre.
—Gracias— respondió el mayor. Miraba extrañado aquellos sobres, pues no tenía mucho había recibido su carta de la semana por parte de su amado Yibo.
La tía Mari se percató de la extrañeza en la mirada de Xiao. Colocando una olla caliente sobre un cacho de tronco que usaban para que no se quemara el mantel, lo sacó de su trance —Chiao— como le decía ella — ¿No es de parte de tu novio?— le preguntó colocando los platos alrededor de la mesa — ¿Por qué luces confundido?—
Zhan abrió los sobres para mirar el contenido de las cartas, —Es que... Estás cartas no son de Yibo, tía Mari. — le respondió desconcertado.
Luis Gabriel corría para sentarse, luego de haberse lavado las manos por agarrar dinero, se quejó al haber oído aquello. — ¿Cómo no? Si yo Clarito vi que estaba en chino— le reprendió a todos para tomar una tortilla y hacerla taquito.
Zhan sabía que en la mesa no se leía, no se veía la tele, sólo se comía y se chismeaba, cosa única de ésta familia. Desde que la señora Mari había visto en las estrellas, su canal favorito, que ver la tele mientras se come era malo para la salud, puesto que al estar concentrado en la programación podías comer de más provocando diversas circunstancias, fue totalmente prohibido para todos en ésta casa. Pero, está vez era importante, por lo que ninguno dijo nada al ver cómo Zhan desgarraba el sobre y ensimismado comenzaba a leer el escrito.
