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En el interior de una sucia y desaliñada habitación, restos mohosos emergían del tapiz desgastado con un tono verde vívido

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En el interior de una sucia y desaliñada habitación, restos mohosos emergían del tapiz desgastado con un tono verde vívido. En el suelo, la figura de lo que parecían ser huesos roídos por algún tipo de animal, decoraban el azulejo color crema de aquel piso escarchado con carmesí opaco. Una silla elegante color rojo se encontraba hasta el fondo, como si se tratara del trono de un rey sanguinario. En ella, un hombre de tez clara descansaba con semblante serio. Su traje elegante color negro le daba un aire de superioridad que todos los hombres en esa sala notaban. Disimulando su miedo, evitaban hacer contacto visual directo con su jefe.

La serenidad fue interrumpida por la mano derecha de Wang Yibo, quien descaradamente pateo la puerta para abrirla, haciendo que todos los hombres dentro de la sala se asustaran.

—¡YIBOOO!— Vociferó su joven mano derecha con entusiasmo.

—Tengo buenas noticias de tu anime favorito y los boletos para la obra de teatro—

Yibo, quien estaba distraído mirando al vacío mientras descansaba su mentón sobre su palma, lucía genuinamente aburrido hasta que la acción de su mano derecha lo hizo girar bruscamente, y encontrar la mirada del rubio, quien le sonrió avergonzado.

—Quiero decir, tenemos que hablar en privado boss, sin la chusma, un asunto de vida o muerte relacionado con el territorio de nuestro cartel.

El rubio trató de cambiar de tema, como si nunca hubiera pronunciado aquellas vergonzosas palabras. Uno de los hombres dentro de la sala giró la cabeza en desaprobación hacia aquel mano derecha tan odiado. Nadie en esa sala lo quería, por el pasado donde era reconocido como un rival. El hombre miró preocupado a su jefe y con la cola entre las patas protestó.

—Pero, jefe... tenemos órdenes de no dejarlo a solas en ningún momento. —Guio su mirada despectiva al sujeto en medio de la habitación. —Mucho menos con este...

—¡Suficiente!, carne de cañón número 7— Lo llamó Yibo mirándolo fríamente, haciendo que aquel hombre se arrepintiera de haber nacido, puesto que, si no existiera, no habría sido tan tonto como para pronunciar aquellas palabras que incomodaron tanto a su jefe. Ahora él y toda su casa sufrirían un peor destino que el trigo, el cual trituran y muelen para alimentar a las personas.

—Lo siento joven amo. Por favor tenga piedad de mí y de mi familia, prometo jamás volver a cuestionar alguna orden suya. Solamente le ruego clemencia, soy peor que un gusano mi señor— suplicaba en modo de justificación a su acto.

Yibo le ignoró, haciéndole una seña a todos con la mano para que se largaran de una buena vez y no tentaran más su buena voluntad. Al ver la indiferencia de su jefe, el hombre juntó las manos sobre su frente en agradecimiento, y así continúo mientras salía de la estancia. En su mente no cabía la gratitud de seguir con vida después de semejante falta de respeto a un Wang.

Pronto aquella habitación quedó desierta. El rubio caminó hacia la puerta, cerrándola con seguro.

—Bien, tenemos solo una oportunidad para que nuestro plan funcione Yibo— Comentó su mano derecha, para después comenzar a dar vueltas sobre sí mismo mientras mordía sus uñas. Si seguía así podría hacer una zanja en el piso, pensó Yibo, y sonrió al ver a su amigo tan preocupado porque todo saliera bien.

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⏰ Última actualización: May 12, 2023 ⏰

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ᴇʟ ʙᴀʀᴍᴀɴ ʏ ᴇʟ ᴄᴀɴᴛᴀɴᴛᴇ (ʸⁱᶻʰᵃⁿ) HIATUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora