Capítulo 2

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El agua de la ducha estaba golpeando mi nuca, me había inclinado para aliviar un poco el dolor que tenía en el cuello desde hacía ya varios días y que hoy se había intensificado bastante, el médico me dijo que era por pasar bastante tiempo frente a la computadora y que se iría con el pasar del tiempo, yo no lo aguantaba más, pero con unos analgésicos la estaba llevando más o menos bien, lograba ignorarlo y que solo sea una pequeña molestia sin importancia.

Estuve unos segundos más así y cerré la canilla del agua, busqué mis toallas y salí del baño para empezar a prepararme.

—Donde dejé esa maldita crema.

Luego de poner patas arriba todo mi departamento decidí por otra crema que tenia entre mis cosas y empecé a elegir la ropa que usaría en esa ocasión, no me importaba realmente y se que a mi acompañante tampoco, pero mi fama decía otra cosa, por lo que elegí la ropa interior color negro y con algunos detalles de flores en encaje, para disimular, completé con un conjunto deportivo.

Me puse perfume, acomodé un poco mi cabello y terminé de retocar mi maquillaje, había elegido colores suaves de sombras, no era fan de los colores fuertes, pero si resalté un poco más mis labios.

Me miré una vez en el espejo y mandé un beso a mi reflejo.

Tal vez suene un poco egocéntrico de mi parte, pero amaba como me veía cada vez que me encontraba con un chico, daba todo de mi para que otro lo apreciara.

Tomé mi bolso, mis llaves y me dirigí hacia la puerta, ya en el pasillo me cruce con una de mis vecinas, Eun, la señora de unos bastantes años ya, me miró con desaprobación mientras negaba con la cabeza.

—Jovencita debería poner en rumbo su vida.

—Y usted debería poner en rumbo su carrera de columnista en un programa de chismes, cuando quiera me hace una entrevista y le digo todos los detalles de mi vida que tanto le importan. 

Parecía sorprendida, bufó antes de entrar en su departamento y yo seguí mi camino hacia el ascensor con la frente en alto, a mi nadie me decía que hacer ni como vivir mi vida.

Hice señas al primer taxi que vi libre y le dije donde ir, me acomodé contra una de las puertas y me aferré a mi gas pimienta, una siempre debe ir precavida.

Estaba impaciente, me golpeaba mentalmente por elegir un lugar tan lejano para el punto de encuentro, pero esta era una situación especial.

A Oliver y a mi nos encanta hacer vida al aire libre, en especial las caminatas por distintos senderos que había en mi ciudad, la última vez que salimos el coordinador de la caminata era este tal Yoongi, me había llamado la atención desde el primer momento en el que lo vi, iba delante del grupo señalando las estructuras, nos mostraba los distintos templos que se podían encontrar por la zona y su historia. En un momento nos dejó que nos dispersemos para sacar fotos o descansar un rato y fue cuando me acerqué y lo escuché hablando con una de las chicas del grupo, parecían conocidos porque hablaban de forma tranquila y fluida, Yoongi le decía que le gustaría echar un polvo en ese lugar y ella lo miraba con desagrado.

Y yo le iba a demostrar que no era como esas mujeres que el elegía y conmigo podría hacerlo en cualquier lugar.

El taxista apretó el botón que indicaba el precio a pagar para detenerlo, extendí el dinero y bajé del auto, me sentía un poco loca porque estaba sola en el medio de la ruta, aún así estaba segura, porque del otro lado del asfalto había una estación de servicio y se veía bastante movida. Volteé y vi el camino a seguir, había unas escaleras de madera y cada tantos escalones un farol antiguo, con luz anaranjada que poco iluminaba, dando esa atmosfera de una película de terror, en cualquier momento saldría uno de esos espíritus coreanos que contaban las distintas leyendas urbanas de mi ciudad.

I want a little love (Kim Taehyung)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora